Читать книгу Reacciones cotidianas - José Manuel López Nicolás - Страница 11
Nutricosmética
ОглавлениеEn los últimos años se ha puesto de moda una nueva tendencia en el sector de la belleza, la nutricosmética. Esta rama de la cosmética se compone de una serie de productos destinados a «embellecernos desde el interior». Cápsulas, bebidas, pastillas, tabletas o píldoras que se supone que, al ingerirlas, favorecen algún aspecto de nuestra belleza por los activos y nutrientes que aportan. Estos productos contienen una gran cantidad de compuestos químicos que prometen frenar la caída del cabello, aumentar el volumen capilar, retrasar el envejecimiento, combatir la celulitis, luchar contra los granos y los puntos negros, reforzar las defensas inmunitarias y la tolerancia de la piel al sol, favorecer el bronceado, etcétera.
A pesar del éxito de mercado que están teniendo los nutricosméticos, son varias las dudas que existen alrededor de ellos. ¿Qué hay de cierto en su mecanismo de actuación? ¿Está demostrada la efectividad de todos los ingredientes que llevan? ¿Se justifica su alto precio? ¿Podemos conseguir el mismo efecto de otra forma?
Lo primero que hay que dejar claro es que, aunque vayan destinados a mejorar la belleza, todos estos productos pertenecen a la familia de los complementos alimenticios y se consumen por vía oral, por lo que su efectividad debe atenerse a lo que digan los reglamentos europeos que regulan los productos alimenticios y no a las leyes que hay detrás de los cosméticos tradicionales como cremas, sueros, etcétera.
Pues bien, la gran mayoría de nutricosméticos que encontramos en los centros comerciales presentan en su composición infinidad de productos químicos que no han demostrado tener ninguna efectividad. Entre ellos destacan las isoflavonas de soja, el Lactobacillus johnsonii, el licopeno, el colágeno, el ácido hialurónico, la coenzima Q10, el resveratrol, y muchísimos otros. Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria no existe ninguna relación entre la ingesta oral de estos ingredientes y las propiedades que publicitan los nutricosméticos que los contienen.
¿Entonces esos suplementos alimenticios son ilegales? En absoluto. La reglamentación europea ha dejado una ventana abierta que está siendo aprovechada por la mayoría de las empresas que los fabrican. Según la normativa en vigor, si un producto lleva en su composición un 15 % de la cantidad diaria recomendada (CDR) de determinados minerales o vitaminas, ya puede publicitar muchas propiedades que no tienen los otros ingredientes de los que se ha hablado anteriormente. Lo que a menudo no sabe el consumidor es que esas vitaminas o minerales se encuentran en concentraciones muy superiores en alimentos de la dieta tradicional y cuyo precio es muchísimo menor.
Dentro de la gama de productos que combinan la nutrición y la cosmética, los que más cuota de mercado tienen son aquellos destinados a procurar firmeza a la piel. Por ello salieron al mercado concentrados nutricionales de belleza específicamente indicados para ayudar a reafirmar la piel desde su interior y en cuya composición podemos encontrar tres ingredientes principales: lactolicopeno, isoflavonas de soja y, sorprendentemente, la vitamina C (normalmente marcada con un asterisco en el envase).
El Reglamento 432/2012 de la UE demuestra que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria no ha respaldado ningún estudio científico que avale que el lactolicopeno o las isoflavonas de soja tengan ningún beneficio sobre la firmeza de la piel.
Sin embargo, y siguiendo la estrategia recién comentada, si un producto lleva en su composición un 15 % de la Cantidad Diaria Recomendada (CDR) de vitamina C (exactamente 12 mg) ya puede publicitar que «contribuye a la formación normal de colágeno para el funcionamiento normal de la piel», exactamente el tipo de mensaje al que lleva el asterisco que suele acompañar a la vitamina C en el envase de algunos nutricosméticos.
Lista de alimentos con vitamina C y la cantidad de miligramos aproximada por cada 100 gramos que posee cada uno de los alimentos.
Fuente | Vitamina C (mg/100 g) |
Ciruela Kakadu | 3100 |
Camu Camu | 2800 |
Escaramujo | 2000 |
Acerola | 1600 |
Guayaba | 300 |
Grosella negra | 200 |
Pimiento rojo | 190 |
Perejil | 130 |
Kiwis | 90 |
Brócoli | 80 |
Grosella | 80 |
Coles de Bruselas | 80 |
Caqui | 60 |
Papaya | 60 |
Fresa | 60 |
Naranja | 50 |
Limón | 40 |
Melón | 40 |
Coliflor | 40 |
Pomelo | 30 |
Frambuesa | 30 |
Mandarina | 30 |
Espinacas | 30 |
Col cruda | 30 |
Mango | 28 |
Lima | 20 |
¿Estamos diciendo que esos suplementos nutricionales que ayudan a combatir la celulitis deben su acción exclusivamente a la vitamina C? Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, sí, y vamos más allá. Hay cientos de productos en el mercado alimentario que cuestan muchísimo menos que los aproximadamente 30 euros que valen estos nutricosméticos y que proporcionan una cantidad de vitamina C muy superior a esos 9 mg que dan derecho a dicha publicidad referida al colágeno. Además, por lo general, poblaciones como las mediterráneas no tienen deficiencias de esta vitamina, por lo que es absurdo consumir suplementos alimenticios ricos en ella. Según los datos de la Encuesta Nacional de Ingesta Dietética, en un país como España se toma, ni más ni menos, que entre un ¡191 % y un 393 % más de la vitamina C necesaria!
A modo de ejemplo, y según se puede observar en la tabla anterior, en una naranja hay casi un 60 % más de vitamina C de la que existe en un comprimido de estos nutricosméticos (30 mg) y ocho veces más de la cantidad mínima exigida de este micronutriente para poder publicitar que un producto «contribuye a la formación normal de colágeno para el funcionamiento normal de la piel». Lo que están leyendo.
Podríamos seguir desgranando pormenorizadamente la gran mayoría de nutricosméticos que hay en los centros comerciales, ya que la estrategia es casi siempre la misma, pero con los ejemplos expuestos, el lector ya se habrá hecho una idea. Ni la glucosamina marina, ni el licopeno, ni la taurina, ni las isoflavonas de soja, ni el extracto acuoso del té verde, ni el extracto de corteza de pino marino, ni las pepitas de uva, ni la Embolica, ni los probióticos, ni muchísimos otros ingredientes han sido autorizados por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria para publicitar aquellos mensajes que se pueden leer en los envoltorios de esos productos, aunque contribuyan significativamente a su elevadísimo precio.
La legislación actual es un auténtico coladero que deja grandes resquicios legales que aprovechan las grandes multinacionales para comercializar sus productos, bien sean alimentos o nutricosméticos, y que publicitan «sospechosos eslóganes» basándose en el marketing pseudocientífico. Las últimas encuestas de percepción social de la ciencia por parte de la sociedad muestran que el ciudadano tiene cada vez mayor confianza en ella y en la labor del científico. Aprovechándose de esta situación, muchas empresas utilizan en la publicidad de sus productos palabras, vocablos, frases y eslóganes donde los términos científicos están a la orden del día. El objetivo es claro: usar la buena predisposición del consumidor hacia todo lo que «suene a ciencia» para darle prestigio a sus productos. Sin embargo, y como se ha visto, detrás de muchos de estos eslóganes no hay el más mínimo rigor. Una pena.