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¿Por qué tu desodorante nunca te abandona?
ОглавлениеHace unos años hizo fortuna una campaña publicitaria de un famoso desodorante que se presentaba bajo el eslogan de «No te abandona». Pues bien, ese compromiso, que durante mucho tiempo no tuvo más sentido que el publicitario, ya que en la composición del producto no existía ningún ingrediente que permitiese efectuar tal afirmación, ya está respaldado por la ciencia.
Tal y como se puede leer en los envases, una gran parte (que no todos) de los desodorantes de esa marca emplean un sistema que, según promete, se activa con cada movimiento, lo que permite que su efecto perdure más tiempo. ¿Y eso es posible? Sí.
Si observamos con detenimiento la lista de ingredientes de este tipo de desodorantes vemos que entre ellos aparece uno llamado maltodextrina, un polisacárido con capacidad encapsulante obtenido por la hidrólisis parcial, ácida y/o enzimática, del almidón de arroz, maíz o papa.
Desde el punto de vista químico, las maltodextrinas están formadas por unidades de D-glucosa unidas con enlaces alfa (1-4) y con un bajo número de enlaces alfa (1-6) en posición aleatoria, y se caracterizan por tener entre 2 y 20 equivalentes de dextrosa. A la vez poseen una gran solubilidad, una alta capacidad para unirse a moléculas huésped y, sobre todo, tienen un bajo costo comparadas con otros materiales encapsulantes.
Pues bien, si seguimos fijándonos en la lista de ingredientes observamos que también aparece una serie de compuestos aromáticos, como es el caso del geraniol, el linalool y otros muchos. ¿Qué tienen que ver estos aromas con las maltodextrinas? Gracias a su capacidad encapsulante estas son capaces de atrapar a las sustancias aromáticas presentes en la composición del desodorante, liberándolas poco a poco al medio externo. Es exactamente el mismo proceso que en el perfume del ejemplo anterior.
¿Y cómo se liberan las sustancias aromáticas? Cuando nos ponemos desodorante, las microcápsulas maltodextrinas/agente aromático se adhieren a nuestro cuerpo. A medida que vamos desarrollando nuestra actividad diaria, estas microcápsulas se van rompiendo por la fricción con la piel, y los compuestos olorosos se liberan de forma constante y gradual permitiendo que el olor agradable perdure y se prolongue la eficacia del desodorante durante un período superior al que se alcanzaría si los aromas no estuviesen encapsulados en las maltodextrinas. Y este es el motivo por el que el desodorante nunca te abandona. Así de fácil.
No daremos por zanjado el tema de los desodorantes sin antes abordar un tema polémico: los parabenos, principales conservantes químicos empleados en el mundo de los productos de belleza. El hecho de que en la mayoría de los productos cosméticos existan altas concentraciones de carbohidratos, aceites, minerales, proteínas y agua provoca que estos productos sean un caldo de cultivo perfecto que favorece el crecimiento de microorganismos. Por esta razón se hace necesaria la presencia de agentes conservantes, como los parabenos, que impidan que desodorantes, cremas y otros cosméticos se echen a perder. Estas sustancias se utilizan desde hace más de setenta años porque son excelentes conservantes. Se trata de moléculas inodoras, incoloras, no volátiles, estables y efectivas en un amplio espectro de pH.
Por causas que nada tienen que ver con el rigor científico, la presencia en las etiquetas de los cosméticos de nombres químicos como metilparabeno, propilparabeno o butilparabeno suelen encender todas las alarmas entre una parte muy significativa de la población, que está convencida de que estos compuestos son altamente peligrosos. ¿Es eso cierto? No. Aunque en 2004 un grupo de científicos publicó en la revista Journal of Applied Toxicology un artículo en el que analizaba la presencia de parabenos en veinte muestras extraídas de tumores de mama, jamás se ha demostrado la relación entre estos y el cáncer. Incluso la Sociedad Americana del Cáncer emitió un informe en 2010 desmontando cualquier relación entre el uso de los productos de belleza con parabenos y esta enfermedad. Desde entonces, nadie ha demostrado la peligrosidad de estos compuestos en las dosis empleadas habitualmente.
Es necesario indicar que antes de salir al mercado todos los parabenos son sometidos a múltiples estudios, tanto in vitro como in vivo, para evaluar su toxicidad, sus rutas metabólicas, su efecto carcinogénico y estrogénico, etcétera. Por último, aquellos existentes en el mercado son continuamente revisados y, en el caso de detectarse algún tipo de problema, hay mecanismos para retirarlos rápidamente. De hecho, la UE ha retirado ya algunos —en realidad muy poco utilizados— al considerar que aún no disponía de suficiente información sobre ellos.