Читать книгу Gestión empresarial en las instituciones de educación superior para la calidad y la pertinencia - Juan Carlos Núñez Bustillos - Страница 32
La satisfacción laboral de los académicos, síntoma de pertinencia
ОглавлениеUn corolario obvio, de ser o no pertinente en las Ies, gravita en primer lugar en sus directivos, a quienes exige esfuerzo incesante en alcanzar la visión, previsión y talento permanente para construirla y resguardarla. Al reflexionar esto se entiende que la pertinencia se extiende al cuerpo entero de la comunidad educativa, y que comprende el currículo en su sentido amplio. La pertinencia requiere convertirse en un propósito continuo donde no hay paso atrás pues cualquier alto o falla, por el motivo que sea, se traducirá en un hecho impertinente, atribuible dentro de la misma institución a alguno(s) de sus miembros. Así, en nuestro caso, los académicos desempeñamos un papel de primera fila para la calidad y excelencia de la enseñanza, de la investigación y producción del conocimiento, para su difusión e irradiación a la sociedad del entorno universitario. La congruencia universitaria entre los por qué y para qué de su existencia; la distancia entre los ideales, propósitos, metas, misión y lo que hace en la realidad, no puede prescindir del paradigma de la pertinencia.
En este sentido, uno de los síntomas más significativos de pertinencia que podemos señalar en nuestras Ies, entre otros, reside en la satisfacción general de quienes están adscritos en ellas, al servicio educativo y quienes acuden por él, o lo reciben como sociedad. Dado tal horizonte vasto de estudio, en este trabajo se limitarán los datos y comentarios a la satisfacción laboral de los académicos.
El término compuesto “profesión académica” ya no es un neologismo. El interés por investigar a los académicos surge en Estados Unidos —siglo XX—, emigra con la difusión global del conocimiento, y en los 90, en nuestro país, los investigadores educativos enfocaron su mira a los académicos mismos. Aproximadamente entre los 60’ y los 90’ del siglo pasado, el crecimiento mundial de la demanda en educación superior y la respuesta de atención que los gobiernos pudieron organizar —apresurada e improvisada—, ha sido para muchos países extra-europeos, mayoría en el tercer mundo, de una expansión cuantitativa primero, y enseguida cualitativa, como en México (Sánchez de Aparicio, 2010), propiciando un sector especial en el mundo laboral, de peso e influencia en la sociedad, asumiendo un estatus nuevo: la profesión académica, la comunidad de los académicos.