Читать книгу Drogas inteligentes - Juan Carlos Ruiz Franco - Страница 8

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Prefacio

Decía Antonio de Senillosa, en el prólogo a 300 medicamentos para superarse física, sexual e intelectualmente, reflexionando sobre lo extraño que le resultaba a Huxley que nuestra era de grandes inventos no haya encontrado una sustancia que proporcione felicidad sin originar el efecto destructor de la droga, que, si se llegara a descubrir algo capaz de hacernos felices sin causarnos problemas, seguramente nos prohibirían tal sustancia por «una arraigada afición a la prohibición y un estúpido prestigio del dolor».

Cuando alguien se decide a escribir sobre productos para mejorar el rendimiento intelectual, es consciente de que va a encontrar algunas dificultades para su difusión. Una, la lógica reticencia de las editoriales a promocionar a un autor desconocido en el mundo de la edición impresa, quizás acrecentada por el asunto que trata la obra. Otra, las leyes en vigor, que controlan y restringen todo lo que suponga hablar de medicamentos y drogas. Otra más, una posible incomprensión, indiferencia o repulsa por parte del público influido por ideas o creencias contrarias al uso de cualquier tipo de pastilla o comprimido que no sean prescritos por un doctor. La última, las críticas que pudieran venir del gremio de especialistas de la salud (médicos, farmacéuticos), que podrían calificar la obra de simplista o reprobar el hecho de hablar de materias a ellos reservadas.

Aunque la Inquisición y el nacionalcatolicismo hayan desaparecido —al menos oficialmente—, todavía perduran en cierto tipo de mentalidad y de actitud hacia todo lo que suponga desviarse de la norma, de lo socialmente aceptado. Muchos aún piensan que el hombre debe rendir cuentas ante algún dios o ante la sociedad, a los cuales tendría que ofrecer alma y cuerpo: al creador su espíritu, y al gobernante su cuerpo en forma de trabajo y sudor. Homo religiosus y homo faber son bien vistos por dirigentes, poderosos y adeptos a ellos, porque son dóciles, conformistas y contribuyen a la perpetuación del sistema. Por el contrario, quienes quieren disfrutar de la vida, superarse o explorar nuevos caminos son mal considerados y tachados de antisociales. A pesar de ello, en general, nuestro mundo moderno persigue cada día más la felicidad y la autosuperación como objetivos supremos de la vida, sin hacer caso de doctrinas oficiales. Poco a poco, el homo ludens irá acabando con los homínidos antecesores (permítaseme la metáfora), máxime en esta sociedad informatizada del siglo XXI en la que vivimos, con tantas horas de ocio a nuestra disposición y con tantos medios para aprovecharlas.

El autor, haciendo caso omiso de los inconvenientes que pudieran surgir, quiere poner al alcance del lector inteligente —y que desea serlo más— un conjunto de informaciones y experiencias propias que comenzó a acumular muchos años atrás, cuando era un adolescente que recorría tanto farmacias como herbolarios, a la vez que husmeaba vademeca y libros especializados buscando fármacos, plantas y otros productos capaces de mejorar el rendimiento intelectual; conocimientos que después pudo poner en práctica gracias a su relación con el mundo del ajedrez, deporte intelectual y juego-ciencia, en cuyos medios —impresos y electrónicos— ha publicado numerosos artículos.

Por supuesto, en este tiempo no podía faltar el experimentar consigo mismo, hacer el papel de cobaya y probar todos los suplementos que podían resultar de interés, fascinante tarea imprescindible debido a la escasez de investigaciones objetivas y rigurosas. El autor reconoce haber disfrutado con esta labor y expone ahora sus resultados con la mayor modestia, a partir de los conocimientos actuales sobre nutrición y suplementación, y desde la posición de un pequeño filósofo que gusta de reflexionar sobre lo que le rodea. Y, sobre todo, como un ser deseoso de mejorar sus capacidades, de superarse, algo que toda persona sana y racional (homo ludens sapiens) tiene que compartir por fuerza.

El libro consta de ocho capítulos —más un glosario de tér-minos y un índice analítico—, de los cuales el primero es una introducción, con una serie de consideraciones lingüísticas y filosóficas que se centran en los conceptos de droga y mente, entre otros. El segundo habla sobre la seguridad y eficacia de las drogas inteligentes, comparadas con las drogas socialmente aceptadas. El tercero presenta una breve exposición de conocimientos básicos de neurobiología, importantes para nuestro asunto. El cuarto narra una historia de las drogas inteligentes, centrándose en las drogas clásicas cuando se utilizaron para aumentar el rendimiento y en los inicios de las smart drugs. Los capítulos quinto y sexto son los centrales de la obra, con una exhaustiva descripción de las sustancias disponibles, clasificadas según sus efectos. El séptimo ofrece unas pautas alimentarias interesantes para el rendimiento intelectual. Por fin, el octavo es una entrevista al dueño de una smart shop, un establecimiento especializado en la venta de smart drugs.

Ha contribuido al empeño puesto en esta obra el hecho de que no haya ninguna publicación sobre esta materia en castellano, sino sólo algún que otro capítulo en varios libros sobre vita-minas en general. Espero que mi labor como pionero rinda sus frutos y que lo que aquí les ofrezco sea de su agrado y les resulte útil. Con eso estaré más que satisfecho.

El autor

Drogas inteligentes

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