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El libro
ОглавлениеUna de las primeras cosas que aprenden los estudiantes de Economía es que no suelen existir relaciones unidireccionales de causalidad entre aquellas variables que constituyen el objeto de estudio de esta disciplina. Los agentes económicos toman decisiones teniendo en cuenta muchos factores, relativos tanto al pasado como al presente y al futuro; y las interacciones entre ellos son muy complejas. Por todo ello, dichas variables se determinan conjuntamente y no cabe establecer que una de ellas sea siempre la causa de otra.
Este libro nace como un mero recordatorio de la apreciación anterior en lo que se refiere a la relación entre el crecimiento económico y la creación de empleo. Pero va más allá; esta premisa sirve también de punto de partida para exponer un conjunto de reflexiones sobre las fuentes del crecimiento económico, el funcionamiento del mercado de trabajo, los determinantes del paro y las políticas que pueden (o no) contribuir a reducirlo.
He intentado escribir estas reflexiones de manera que sean accesibles incluso para los que se preocupan por primera vez por estas cuestiones y no han realizado previamente estudios formales de Economía. El estilo de redacción, deliberadamente desenfadado, aunque, quizá, con una tendencia exagerada a la apostilla, no solo pretende que se entiendan los argumentos aquí expuestos, sino que, además, resulte entretenido leerlos. Con este mismo propósito, se han reducido al mínimo las referencias bibliográficas, y solo aparecen las imprescindibles en notas a pie de página. A cambio, en el epílogo se incluye una bibliografía catalogada por los principales temas desarrollados en el texto, la cual puede resultar útil a los lectores iniciados en estos temas o a aquellos que quieran profundizar en algunas de las cuestiones comentadas a lo largo de los cinco capítulos siguientes.
Soy consciente de que encontrar un equilibrio adecuado entre accesibilidad para el público en general y relevancia para los lectores iniciados en estos temas es extremadamente difícil. En algunas partes del libro se sacrifica la primera en aras de la segunda; en otras se trata de profundizar algo más en los detalles pero siempre intentando mantener las cuestiones más técnicas fuera de foco. Es fundamentalmente para los lectores que quieran preocuparse por estas cuestiones para los que la bibliografía puede resultar especialmente útil.
Normalmente, la pregunta sobre cuánto crecimiento es necesario para que aumente el empleo lleva implícita una creencia a favor de una determinada orientación de la política económica, aquella que reclama para el Estado un papel más activo a la hora de impulsar el gasto público y, con ello, la demanda agregada y la actividad económica. Aquí se utiliza como excusa para:
1. Explicar de qué dependen el crecimiento económico y la creación de empleo. En otras palabras, se trata de entender cuáles son (y cuáles no son) las fuentes de los impulsos necesarios para el crecimiento, tanto en el corto plazo como en el largo plazo, así como de conocer los requisitos para conseguir que dichos impulsos sean permanentes y se traduzcan en mayores oportunidades de empleo para la población.
2. Analizar las causas del bajo crecimiento de la productividad de la economía española.
3. Extraer algunas conclusiones sobre las causas del desempleo en España y sobre la eficacia de las políticas que se suelen proponer para reducirlo.
4. Reflexionar sobre las principales restricciones al crecimiento económico y a la creación de empleo en las próximas décadas, con especial atención al caso español.
Estas tareas se abordan en cinco capítulos. En el primero («Una ley inconstante») se presentan los protagonistas. La mayor parte de ese capítulo es meramente descriptiva,1 con numerosos gráficos sobre la evolución del PIB y del empleo en varios periodos y países, aunque prestando especial atención a la reciente crisis (2007-2015). Otra parte, más teórica, detalla los factores que hay que tener en cuenta para comprender la relación entre el crecimiento del PIB y la creación de empleo.
En toda relación turbulenta hay engaños. El segundo capítulo («Una falacia fija») se dedica a desmontar un argumento frecuente que, bajo diversas apariencias, aparece en los análisis sobre el funcionamiento del mercado de trabajo y de las políticas de empleo. Se trata de la falacia de la cantidad fija de trabajo, que básicamente consiste en asumir que el nivel de empleo de un país está dado, y que, por tanto, las políticas de empleo solo pueden influir en distribuirlo entre la población. Un corolario habitual de esta falsa proposición es que la solución al problema del desempleo pasa por reducir la oferta de trabajo (la población disponible para ocupar un empleo), bien sea mediante el reparto del trabajo, la repatriación de los inmigrantes, la disminución de la participación laboral de las mujeres o el adelanto de la jubilación de los trabajadores de mayor edad.
También en las relaciones turbulentas suele haber elementos desconocidos cuya influencia es, casi siempre, decisiva, a pesar de situarse en un segundo plano. En el caso que nos ocupa, el elemento más relevante es el crecimiento de la productividad, cuyo análisis se aborda en el tercer capítulo («Una gran desconocida»). La diferencia entre el crecimiento del PIB y el del empleo es el crecimiento de lo que, en la jerga técnica, se llama la productividad aparente del trabajo. Sin embargo, a la hora de abordar el problema del paro, son mucho más habituales los planteamientos basados en la existencia de umbrales de creación de empleo que los que se preguntan por el crecimiento de la productividad, siendo ambas cosas sustancialmente equivalentes. Desafortunadamente, la orientación de políticas económicas y de empleo que parten de la consideración de umbrales de creación de empleo obvian la importancia de la productividad, lo cual tiene consecuencias nefastas para el bienestar social y la reducción de las desigualdades.
Y a menudo en las relaciones turbulentas suelen intervenir mediadores, a veces para mejorar la situación, y otras, para empeorarla. Este es el papel que juega aquí la política económica, en general, y las políticas del mercado de trabajo, en particular. El cuarto capítulo («Políticas de empleo poco políticas») contiene un repaso de (y a) las mismas, con una descripción de la estrategia dominante que se ha seguido en España durante las últimas décadas y una valoración (muy negativa) de sus resultados, en particular por lo que respecta al sistema de contratación laboral y a la organización de la negociación colectiva.
Finalmente, cuando uno adquiere un compromiso con una relación turbulenta, acaba dedicando algunas reflexiones a su futuro, lo que necesariamente requiere especulaciones sobre escenarios alternativos. En este caso, el quinto capítulo («¿Un futuro insospechado?») se dedica a presentar algunas elucubraciones sobre el crecimiento económico y el empleo. Unas, basadas en las perspectivas demográficas y tecnológicas que se vislumbran, apuntan hacia la posibilidad de que la economía mundial esté entrando en un periodo de estancamiento secular, es decir, en un larga fase marcada por el bajo crecimiento económico y el elevado desempleo. Otras tienen que ver con la naturaleza de los futuros avances tecnológicos y sus consecuencias sobre la cantidad y la calidad de puestos de trabajo que habrá disponibles. Finalmente, también las hay sobre los límites del crecimiento económico, preocupación de larga tradición en la historia de la economía y ahora resucitada ante las evidencias acumuladas sobre el cambio climático y sus consecuencias económicas.
Los iniciados en macroeconomía y economía laboral no encontrarán en estos capítulos nuevas ideas conceptuales, ni sobre el funcionamiento del mercado de trabajo ni sobre las fuentes del crecimiento económico, si bien se han incorporado datos recientes a la discusión de estas cuestiones y, especialmente, una interpretación novedosa del funcionamiento del mercado de trabajo en Europa durante el periodo de crisis. Tanto en lo que se refiere al crecimiento económico como en lo relativo al funcionamiento del mercado de trabajo, no ha habido recientemente nuevos desarrollos teóricos ni resultados empíricos innovadores que hayan cambiado radicalmente la forma de pensar de los economistas académicos sobre estas cuestiones. Por ejemplo, el tema que nos ocupa, la relación entre el crecimiento económico y la creación de empleo, se sigue abordando mayoritariamente mediante el análisis de una regularidad empírica enunciada en 1962 y que en los programas de estudio de Economía aparece bajo el nombre de «ley de Okun».
En cualquier caso, tanto para aquellos con conocimientos económicos avanzados como para los que no los tienen, la respuesta a la pregunta sobre cuánto ha de crecer el PIB para crear empleo, que normalmente tienen como respuesta una simple cifra («alrededor del 1%» acostumbra a ser la respuesta habitual actualmente), se extiende aquí a lo largo de unas doscientas páginas. Queda usted, queridísimo lector, avisado.