Читать книгу Borregos que ladran - Juan Izuzkiza - Страница 8

AGRADECIMIENTOS

Оглавление

He de reconocer, aunque no es mi propósito, que este primer agradecimiento tiene el aroma del homófobo que dice gustoso eso de «yo tengo un amigo gay». Asumido el riesgo, procedo:

La pedagogía y los orientadores, así como sus representantes humanoides en los centros educativos, son mi gran chivo expiatorio en este incendio que voy a proponer. Aquí no hay mucha novedad. Los pedagogos están muy acostumbrados a que los profesores nos metamos con ellos. Pero da igual, ellos perseveran y siguen intentando mejorar la educación, con buena intención, seguro, pero no con mucho acierto (muchos no siguen a Platón y por ello desconocen que toda gran verdad tiene la propiedad de no poder ser enseñada). De todas formas, yo necesito todas sus ocurrencias, aunque muchas veces sea para hacerles poco o ningún caso. Además, a pedagogos y a profesores nos une el amor por la educación y ese es un fuerte vínculo que nos condena los unos a los otros.

Javi León ama la educación como pocos que yo haya conocido, y ha trabajado siempre con una inteligencia, generosidad y sabiduría admirables. He tenido la suerte de poder trabajar unos años junto a él.

Luis Mari González de Txabarri es otro forofo de la educación. Durante más de diez años hemos tenido una cita semanal para tomar café y siempre hablar sobre ella. Este encuentro semanal ha sido un auténtico lujo para mí.

Los dos son pedagogos —mis amigos pedagogos de coartada— y los dos van a tirarme este libro a la cabeza. Intentaré esquivar el lanzamiento. Aunque no lo consiga, no pasa nada porque acto seguido volveremos a intentar arreglar una y otra vez el mundo de la escuela (yo también persevero).

A ambos, a Javi y a Luis Mari, les debo este agradecimiento personal.

El amigo y psicólogo sistémico Iñaki Arana me ha enseñado a mirar a la escuela con otros ojos. A él va mi agradecimiento también por el inmenso favor que me ha hecho.

A Mari Jose Telletxea le tengo que agradecer cosas muy profundas —y lo que me ha enseñado de la escuela está entre ellas— y, por ello, no puede faltar aquí. Ella es una profesora que aúna filosofía y vida de forma muy natural (en realidad nunca podrían separarse, pero suele suceder) y yo he tenido la suerte de ver cómo lo hace.

A conserjes y secretarias (estos dos colectivos son los que mejor conocen todos los secretos de la escuela, y son las personas que lo conforman las que más solucionan muchos de nuestros problemas), a tantos y tantos profesores con los que he tenido la inmensa fortuna de coincidir, y a infinidad de madres y padres que han querido confiar en nosotros, los profesores. A todos ellos igualmente les transmito mi agradecimiento.

Nunca mis superiores del castillo administrativo me han llamado a capítulo por seguir mi vía particular en la enseñanza. Creo que es algo que hay que agradecer y así lo hago (no cabe duda de que la democracia es toda una bendición).

El agradecimiento más amplio va para todas mis alumnas y para todos mis alumnos: lo que me habéis dado durante todos estos años contiene todos los ladrillos necesarios para construir un edificio llamado Sentido: ¡como ese regalo no hay en el mundo!

Las gracias se quedan cortas para todos los mencionados, pero es a lo que llego con esta oportunidad que me dan las editoras de De Conatus, a las que, cómo no, les tengo que dar las gracias por querer publicar el libro y por trabajar tan creativamente en su edición.

Las gracias a Amaia van por descontado.

Borregos que ladran

Подняться наверх