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1.4 La inteligencia artificial en la práctica probatoria 1.4.1 Delimitación del campo de aplicación

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Todo lo dicho hasta ahora no elimina la posibilidad de integrar herramientas de inteligencia artificial en el fenómeno probatorio del proceso judicial. En última instancia, el razonamiento probatorio se debe realizar de forma holística, es decir, teniedo en cuenta todos los elementos probatorios desplegados en el juicio oral, y esta tarea puede realizarla únicamente un ser humano. Sin embargo, para llegar a este punto el juez debe valorar la fiabilidad de cada uno de los medios de prueba practicados, tales como pruebas documentales, declaraciones testificales o informes periciales.

Las diferentes legislaciones procesales han dicho muy poco acerca de la valoración de estos medios de prueba. Se han limitado a dejarlo, de nuevo, al libre entendimiento de los jueces al emplear expresiones genéricas que no darían ninguna orientación a un juez inexperto que se enfrentara por primera vez a esta función. En la Ley de Enjuiciamiento Criminal española, por ejemplo, esta tarea se encomienda al uso de reglas del criterio racional (LECrim, 1882, art. 790) o máximas de experiencia (LECrim, 1882, art. 790). Un juez puede tener mucho conocimiento jurídico, pero su formación en muy pocas ocasiones le permite conocer con certeza cuándo un testigo miente o dice la verdad, si una firma está falsificada o si un informe pericial económico ha sido manipulado.

El esfuerzo de algunos procesalistas ha permitido que estas máximas de la experiencia o reglas de la sana crítica fueran adquiriendo un contenido cada vez más objetivo. En la obra de Nieva Fenoll (2010) se formulan una serie de criterios a los que los jueces pueden atender en la valoración probatoria y que se caracterizan por ser mucho más científicos y por alejar el pensamiento judicial de determinados sesgos que existen en la mente de cualquier persona. Estos criterios tienen en cuenta datos aportados por la ciencia. Así, por ejemplo, para la valoración de una declaración testifical, se deberá tener en cuenta la ciencia de la psicología del testimonio; para la valoración de un documento podrán ser útiles los conocimientos de la semiótica textual; y para la valoración de un informe pericial, se deberá comprobar el cumplimiento de los estándares propios del método científico.

Con el fin de aplicar estos criterios para la valoración probatoria es necesario contar con ciertos datos que un sistema de inteligencia artificial puede recabar y comprobar en unos pocos segundos. Este es, sin lugar a dudas, el ámbito en el que podemos esperar mayores resultados de la inteligencia artificial. Todos aquellos datos sobre los medios de prueba que puedan ser objetivables y cuya obtención resulte mucho más eficaz mediante sistemas de inteligencia artificial y cruce de datos se podrán incorporar al proceso de razonamiento probatorio (Nieva Fenoll, 2018a).

Pongamos un ejemplo: un juez que haya escuchado muchas declaraciones de peritos estará cada vez más capacitado para descubrir manipulaciones en la elaboración de un informe pericial, pero el número de casos que puede llegar a escuchar es limitado y, por tanto, la muestra de su experiencia es limitada también. A la vez, puede ser que algunos prejuicios acerca de la valoración de estos medios de prueba vayan arraigando con el tiempo en su mente y le lleven a extraer conclusiones en base a criterios equivocados, muchas veces de forma inconsciente. En tercer lugar, si ese juez quiere valorar la calidad profesional del perito, la comprobación de su trayectoria profesional podrá suponerle la inversión de varias horas de trabajo.

Una aplicación de inteligencia artificial configurada para atender a determinados criterios objetivos en el estudio de un informe pericial podría contrastar la información con un número infinitamente mayor de casos contenidos en sus bases de datos. Su experiencia será una experiencia basada en una muestra muchísimo mayor. Además, estas aplicaciones de inteligencia artificial atenderían únicamente a criterios objetivos que hubieran sido programados con anterioridad, de modo que ningún prejuicio o sesgo subjetivo interfiriera en la valoración realizada. Finalmente, un mecanismo de inteligencia artificial podría hacer un rastreo del perfil profesional del perito a través de internet en unas milésimas de segundo. Mediante mecanismos de inteligencia artificial aplicados a la valoración probatoria, por tanto, podríamos llevar a cabo una optimización de aquello que llamamos experiencia de los jueces y que en tantas ocasiones contiene generalizaciones erróneas, intuiciones falsas y sesgos ideológicos.

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