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VII
ОглавлениеPORMENORES GEOMÉTRICOS — CÁLCULO DE LA CAPACIDAD
DEL BUQUE — EL AERÓSTATO DOBLE — LA ENVOLTURA —
LA BARQUILLA — EL APARATO MISTERIOSO — LOS VÍVERES
— LA ADICIÓN FINAL
El doctor Fergusson se había ocupado desde hacía mucho tiempo de todos los pormenores de su expedición. Se comprende que el globo, el maravilloso vehículo destinado a transportarle por el aire, fue el objeto de su constante solicitud.
Desde luego, para no dar al aeróstato dimensiones excesivas, resolvió hincharlo con gas hidrógeno, que es catorce veces y media más ligero que el aire. La producción del hidrógeno es fácil, y es el que ha dado en los experimentos aerostáticos resultados más satisfactorios.
El doctor, calculando con la mayor exactitud, encontró que para los objetos que requería indispensablemente su viaje y para su aparato debía llevar un peso de 4.000 libras, y, por consiguiente, fue preciso investigar cuál sería la fuerza ascensional capaz de levantar este peso, y cuál por tanto debía ser la capacidad del aparato.
Un peso de 4.000 libras está representado por un desalojamiento de aire de 44.847 pies cúbicos6, lo que equivale a decir 44.847 pies cúbicos de aire, que pesan unas 4.000 libras.
Dando al globo esta capacidad de 44.847 pies cúbicos, y llenándolo en lugar de aire de gas hidrógeno, que por ser catorce veces y media más ligero, sólo pesa 276 libras, resulta una ruptura de equilibrio igual a la diferencia de 3.724 libras. Esta diferencia entre el peso del gas contenido en el globo y el peso del aire circundante constituye la fuerza ascensional del aeróstato.
Sin embargo, si se introdujesen en el globo los 44.847 pies cúbicos de gas de que hablamos, quedaría enteramente lleno, lo que no debe ser, porque a medida que el globo sube a las capas menos densas del aire, el gas que contiene tiende a dilatarse y no tardaría en romper la envoltura. Así, pues, los globos no se llenan generalmente más que hasta las dos terceras partes.
Pero el doctor, a consecuencia de cierto proyecto que él solo conocía, resolvió no llenar más que la mitad de su aeróstato, y como tenía que llevar 44.847 pies cúbicos de hidrógeno, dio a su globo una capacidad casi doble.
Lo dispuso en una forma prolongada, que se sabe es la preferible. El diámetro horizontal fue de 50 pies y el vertical de 75; así obtuvo un esferoide, cuya capacidad ascendía, en cifras redondas, a 90.000 pies cúbicos.
Si el doctor Fergusson hubiese podido emplear dos globos, se habrían aumentado sus probabilidades de éxito, porque, en efecto, en caso de romperse uno en el aire, se puede, echando lastre, sostener por medio del otro.
Pero la maniobra de dos aeróstatos es muy difícil, cuando se trata de que los dos conserven fuerza de ascensión igual.
Después de haberlo reflexionado largamente, Fergusson, por una disposición ingeniosa, reunió las ventajas de los dos globos evitando sus inconvenientes. Construyó dos de desigual volumen y metió uno dentro de otro. Su globo exterior, el cual conservó las dimensiones que hemos citado, contuvo otro más pequeño de la misma forma, que no tenía más que cuarenta y cinco pies de diámetro horizontal y sesenta y ocho de diámetro vertical. La capacidad de este globo interior no era, pues, más que de 67.000 pies cúbicos. Debía nadar en el fluido que lo envolvía, y de uno a otro globo se abría una válvula que en caso necesario permitía ponerlos en comunicación uno con otro.
Esta disposición tenía la ventaja de que, si era preciso dar salida al gas para bajar, se podía dejar escapar el que contenía el globo mayor y hasta vaciarlo enteramente, dejando al menor intacto. Entonces podía el aeronauta desembarazarse de la cubierta exterior como de un peso inútil, y el segundo aeróstato, quedando solo, no ofrecía al viento el asidero que le dan los globos medio hinchados.
Además, en caso de un accidente, de un destrozo del globo exterior, el otro tenía la ventaja de quedar ileso.
Los dos aeróstatos se construyeron con un tafetán cruzado de Lyon, muy engomado. Al efecto, se empleó la goma elástica, que es una sustancia gomorresinosa, dotada de una impermeabilidad absoluta, y que no atacan los ácidos ni los gases. El tafetán se puso doble en el polo superior del globo, que es el que sufre casi todos los esfuerzos.
Esta envoltura podía retener el fluido por un tiempo ilimitado: Pesaba media libra por cada 9 pies cuadrados, y como la superficie del globo exterior era de unos 11.600 pies cuadrados, su envoltura pesaba 650 libras. La del segundo globo tenía 9.200 pies cuadrados de superficie, y no pesaba por consiguiente más que 510 libras, siendo de 1.160 libras el peso de los dos globos juntos.
La red destinada a soportar la barquilla era de cuerda de cáñamo muy sólida. Las dos válvulas fueron objeto de cuidados minuciosos, como lo hubiera sido el gobernalle de un buque.
La barquilla, de forma circular y de un diámetro de 15 pies, era de mimbre. Estaba reforzada por una ligera armadura de hierro, y revestida en su parte inferior de resortes elásticos destinados a amortiguar los choques. Su peso y el de la red no excedían de 280 libras.
El doctor hizo construir, además, cuatro cajas de palastro de un grueso de dos líneas, unidas entre sí por medio de tubos provistos de llaves. Agregó a ellas una serpentina que tenía unas 2 pulgadas de diámetro, que terminaba en dos ramas rectas de longitud desigual, de las cuales la mayor medía 25 pies y la más corta 15.
Las cajas de hierro batido se acodaron en la barquilla de modo que ocupasen el menor espacio posible. La serpentina, que no tenía que ajustarse hasta más adelante, fue empaquetada separadamente, y lo mismo una pila eléctrica de Bunsen de mucha fuerza. El aparato había sido tan ingeniosamente combinado, que no pesaba más de 700 libras comprendiendo en ellas 25 galones de agua contenidos en una caja especial.
Los instrumentos destinados al viaje consistieron en dos barómetros, dos termómetros, dos brújulas, un sextante, dos cronómetros, un horizonte artificial y un altazimut para medir la altura de los objetos lejanos e inaccesibles. El observatorio de Greenwich estaba todo a disposición del doctor, el cual no se proponía hacer experimentos de física, sino únicamente reconocer su dirección, y determinar la posición de los principales ríos, montañas y poblaciones.
Se proveyó de tres áncoras de hierro bien experimentadas, e igualmente de una escala de seda ligera y fuerte, de unos 50 pies de longitud.
Calculó igualmente el peso exacto de sus víveres, que consistían en café, té, galletas, carne salada y pemmican, que es una preparación que en un pequeño volumen contiene muchos elementos nutritivos. Independientemente de una considerable reserva de aguardiente, dispuso de dos cajas de agua que contenían 22 galones cada una7.
A medida que se consumiesen estos varios alimentos, había de ir disminuyendo el peso sostenido por el aeróstato. Es de advertir que el equilibrio de un globo en la atmósfera es de una sensibilidad extremada. La pérdida de un peso casi insignificante basta para producir una dislocación muy apreciable.
El doctor no olvidó ni una tienda para cubrir una parte de la barquilla, ni las mantas para dormir durante el viaje, ni las escopetas con las correspondientes municiones.
He aquí el resumen de sus diferentes cálculos:
Fergusson . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . | 135 libras |
Kennedy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . | 153 ” |
Joe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . | 120 ” |
Peso del primer globo . . . . . . . . . . . . . . . | 650 ” |
Peso del segundo globo . . . . . . . . . . . . . | 510 ” |
Barquilla y red . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . | 280 ” |
Áncoras, instrumentos, escopetas, mantas, tiendas, utensilios varios . . . . . . . . . . . | 190 ” |
Carne, pemmican, galletas, té, café, aguardiente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . | 386 ” |
Agua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . | 400 ” |
Aparato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . | 700 ” |
Peso del hidrógeno . . . . . . . . . . . . . . . . . | 276 ” |
Lastre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . | 200 ” |
TOTAL . . . . . . . | 4.000 libras |
Así se descomponían las 4.000 libras que el doctor Fergusson se proponía echar a volar, y no llevaba más que 200 libras de lastre, «sólo para casos imprevistos», decía él, porque, gracias a su aparato, no creía tener que recurrir a ellas.