Читать книгу Cinco semanas en globo - Julio Verne - Страница 6

II

Оглавление

UN ARTÍCULO DEL DAILY TELEGRAPH — GUERRA DE PERIÓDICOS

CIENTÍFICOS — M. PETERMANN SOSTIENE A SU AMIGO EL DOCTOR

FERGUSSON — RESPUESTA DEL SABIO KONER — APUESTAS —

VARIAS PROPOSICIONES HECHAS AL DOCTOR

El día siguiente, en su número del 15 de enero, el Daily Telegraph publicó un artículo concebido en los siguientes términos:

«El África va a entregar al cabo el secreto de sus vastas soledades. Un Edipo moderno nos dará la clave del enigma que no han podido descifrar los sabios de sesenta siglos. En otro tiempo, buscar el nacimiento del Nilo, fontes Nili quœrere, era considerado como una tentativa insensata, como una irrealizable quimera.

»El doctor Barth, siguiendo hasta el Sudán el camino trazado por Denham y Clepperton; el doctor Livingstone, multiplicando sus intrépidas investigaciones desde el cabo de Buena Esperanza hasta el golfo de Zambeze; los capitanes Burton y Speke, con el descubrimiento de los Grandes Lagos interiores, han abierto tres caminos a la civilización moderna. Su punto de intersección, al cual no ha podido llegar ningún viajero, es el corazón mismo de África. He aquí el punto a que deben encaminarse todos los esfuerzos.

»Pues bien, los trabajos de aquellos atrevidos operarios de la Ciencia van a enlazarse con la audaz tentativa del doctor Samuel Fergusson, cuyas importantes operaciones han tenido ocasión de apreciar más de una vez nuestros lectores.

»El intrépido discoverer (descubridor) se propone atravesar en un globo el África toda, de este a oeste. Si no estamos mal informados, el punto de partida de su sorprendente viaje será la isla de Zanzíbar, en la costa oriental. En cuanto al punto de parada, la Providencia lo sabe.

»Ayer se hizo oficialmente en la Real Sociedad de Geografía la proposición de esta exploración científica, y se votaron 2.500 libras para gastos de la empresa.

»Tendremos a nuestros lectores al corriente de tan audaz tentativa, que no tiene precedente en los fastos geográficos.»

Como era de esperar, el artículo del Daily Telegraph metió mucho ruido. Levantó las tempestades de la incredulidad, y el doctor Fergusson pasó por un ser puramente quimérico, inventado por M. Barnum, el cual, después de haber trabajado en los Estados Unidos, se disponía a hacerse célebre en las Islas Británicas.

Apareció en Ginebra, en el número de febrero de los Boletines de la Sociedad Geográfica, una respuesta humorística, burlándose con no poca gracia de la Real Sociedad de Londres y del Club de los Viajeros. Pero M. Petermann, en sus Mittneilungen, publicados en Gotha, impuso el más absoluto silencio al periódico de Ginebra. M. Petermann conocía personalmente al doctor Fergusson, y salía garante de la empresa de su valeroso amigo.

Todas las dudas se invalidaron muy pronto. Se hacían en Londres los preparativos de viaje; las fábricas de Lyon, de Francia, habían recibido el encargo de una importante cantidad de tafetán para la construcción del aeróstato, y el Gobierno británico ponía a disposición del doctor el transporte Resolute, al mando del capitán Pennes.

Brotaron estímulos, estallaron felicitaciones. Los pormenores de la empresa aparecieron muy circunstanciados en los Boletines de la Sociedad Geográfica de París; se insertó un artículo notable en los «Nuevos Anales de viajes, geografía, historia y arqueología de M. V. A. Malte Brun»; un trabajo minucioso publicado en Zeitschrift Algemeine Erd Kunde, por el doctor W. Kouer, demostró victoriosamente la posibilidad del viaje, sus probabilidades de éxito, la naturaleza de los obstáculos, las inmensas ventajas de la locomoción por la vía aérea; no censuró más que el punto de partida; creía preferible salir de Massaua, ancón de Abisinia, desde el cual James Bruce, en 1768, se había lanzado a la exploración del nacimiento del Nilo. Admiraba sin reserva alguna el carácter enérgico del doctor Fergusson y su corazón cubierto con un triple escudo de bronce que concebía e intentaba semejante viaje.

El North American Review vio no sin disgusto que estaba reservada a Inglaterra tan alta gloria; procuró poner en ridículo la proposición del doctor, y le indicó que, hallándose en tan buen camino, no parase hasta América.

En una palabra, sin contar los diarios del mundo entero, no hubo periódico científico, desde el Journal des Missions evangéliques hasta la Revue algérienne et coloniale, desde los Anales de la propagation de la Foi hasta el Church missionary intelligencer, que no considerase el hecho bajo todos sus aspectos.

En Londres y en Inglaterra toda, se hicieron considerables apuestas: 1.o sobre la existencia real o supuesta del doctor Fergusson; 2.o, sobre el viaje mismo, que no se intentaría, según unos, y según otros se emprendería pronto; 3.o, sobre saber si tendría o no buen éxito; 4.o, sobre las probabilidades o improbabilidades del regreso del doctor Fergusson. En el libro de las apuestas se consignaron enormes sumas, como si se hubiese tratado de las carreras de Epsom.

Así, pues, crédulos e incrédulos, ignorantes y sabios, fijaron todos su atención en el doctor, el cual se puso de moda sin él saberlo. Dio espontáneamente noticias precisas de sus proyectos expedicionarios. Hablaba con quien quería hablarle, y era el hombre más franco del mundo. Se le presentaron algunos audaces aventureros para participar de la gloria y peligros de su tentativa, pero se negó a llevarlos consigo sin dar razón de su negativa.


Numerosos inventores de mecanismos aplicables a la dirección de los globos le propusieron su sistema, y no quiso aceptar ninguno. A los que le preguntaban si acerca del particular había descubierto algo nuevo, les dejó sin ninguna explicación, y siguió ocupándose, con una actividad sin cesar creciente, de los preparativos de su viaje.

Cinco semanas en globo

Подняться наверх