Читать книгу Astrología genealógica - Justo Félix Olivari Tenreiro - Страница 16

Оглавление

ERUDICIÓN E INTUICIÓN

Podría decir que me resulta interesante ver las muy diversas formas en que diferentes astrólogos encaran esta exquisita disciplina. Pero acaso, mis queridos lectores, quieren que les mienta? En todo caso, a lo sumo, y en un acto de grandeza que veo que me excede, podría llegar a decir que lo “interesante” es que exista esa diversidad. Pero la mayoría de las formas en que se aborda la Astrología está muy pero muy lejos de mi agrado.

Entiendo perfectamente que tanto el desarrollo evolutivo de cada Alama, como así también la forma en que esté diseñada cada carta natal es lo que dispara, en definitiva, que cada ser humano comulgue con determinado enfoque y no con otro. Así, alguien con abundante energía sagitariana podría verse inclinado a atiborrar su mente de conceptos, sintiéndose a gusto con reconocerse a sí mismo como un erudito en la materia.

Claro que el componente “ego” no puede quedar de lado a la hora de analizar la situación: por eso hablaba del recorrido o aprendizaje álmico más arriba. Qué parte de mi Ser necesita saberse tan sabio?, sería le pregunta ineludible.

En los últimos días, de manera llamativamente sincrónica, ha emergido este tema con la mayoría de mis alumnos. Ellos, sumamente inquietos, vienen a mí preguntándome qué significa tal o cual cosa. A esta altura del partido, sabiendo mi forma de trabajar, a Dios gracias ya no se asustan cuando, en una gran mayoría de ocasiones, les respondo que no tengo la más mínima idea de lo que me están hablando.

“Estuve leyendo que un planeta puede estar en su domicilio, o en detrimento, o caída, algo así. Qué significa eso?”. “Eso, mi estimada, significa que hay mucha gente dispuesta a ponerle nombre a todo, a tomar contacto con el mapa astral de manera lógica y racional, como quien analiza una ecuación matemática, incapaz de sumergirse en ese jeroglífico de forma intuitiva y sensible”, le respondí.

“Si yo te digo ‘conejo en la selva’, o ‘elefante en un jardín’, necesitas haber estudiado veterinaria o zoología para poder responder de manera coherente y con sentido común acerca de lo bien o mal ‘aspectados’ que están esos animales en esos ámbitos?”. “No, claro que no”.

Cuando ya sabemos lo que implica cada planeta y cada Signo, qué principio rige cada uno de ellos, llega la hora de empezar a intuir. “Cómo se lee Venus en Capricornio?”, típica pregunta del educando. “Vos cómo lo sentís?”, mi típica respuesta.

Les hablaba del ego. La segunda pregunta del millón sería: Pará qué quiero estudiar astrología? Para poder pavonearme como poseedor de un conocimiento complejo y encriptado, con la consecuente cuota de poder que tendré de ahí en más? La respuesta a ese cuestionamiento la tuve mucho antes aun de emprender mis estudios zodiacales: lo que a mí me desvela es poder ayudar a todos los seres humanos sufrientes que estén a mi alcance.

Me contacta en el día de hoy una astróloga y docente que quiere, entre otras cosas, profundizar sus estudios sobre Kirón, ya que sus alumnos se lo requieren, y, según sus palabras, le cuesta conceptualizarlo por su posición por Signo o Casa. Pero por el contrario me dice: “Cuando veo todo el mapa de una persona, en el contexto total de la carta, de manera intuitiva me llega la información de esa herida primaria”.

Bendije la llegada de ese Ser a mi Vida...

DIÁLOGO CON URANO

–Ser Humano: Urano, ¿qué tienes para decirnos?

–Urano: Que te sacaré el banquito cada vez que creas que la Vida es seguridad.

Que te quedarás solo cada vez que pienses que lo único que te ofrendo es distancia e impersonalidad.

Que tendrás que aprender a desplegar tus alas ya que la única manera de no estrellarte contra el piso es confiando en el próximo viento que te mantendrá en el Aire.

Que brindaré gozoso cuando te vea abierto a lo cambiante, a lo imprevisto; cuando me pidas a gritos más sorpresas, aburrido de que en las últimas 24 hs. no haya pasado nada extraño.

Qué seré feliz cuando comprendas que la diferencia entre un ataque de pánico y la excitación por no saber lo que se viene está en la forma en que respiras.

Que habrás crecido y dejarás de temerme cuando la diversidad y la pluralidad se conviertan en lo más familiar para ti.

¿QUÉ AMAMOS CUANDO AMAMOS EN LEO?

“Todo lo profundo ama el disfraz...”. CAMUFLAJE. Gustavo Cerati.

Todas las energía que forman ese anillo llamado Zodíaco comparten la misma elasticidad: las doce pueden ser manifestadas, expresadas, puestas en movimiento desde muchísimos lugares distintos, son muy grandes y variadas las sutilezas con las que nos podemos encontrar.

Leo y sus rostros. El del Amor, y el de la abyecta máscara, acalorada superficialidad. Abanico, tórrida vanidad.

El ritmo cardíaco, sístole y diástole, recrea lo que el artista (o todo nosotros), exponemos de alguna manera, y lo que retorna en esa resonancia en forma de admiración, aplauso, reconocimiento, ovación o gratitud. El Sol leonino, el centro del régimen planetario, el corazón, el núcleo corporal vital.

La probabilidad más sublime de ese músculo, en su aspecto energético, es la de la capacidad para AMAR profundamente; a un hijo, propio o de la Vida, a un/a compañero o compañera, AMOR sazonado con valores como nobleza, lealtad, honradez, honestidad, sinceridad, desinterés, altruismo, generosidad, hidalguía, distinción.

¿Es el mismísimo brillo del Sol acaso el que, análogamente, nos distrae de la intención por llegar a la meta de ese desarrollo afectivo excelso? ¿Es la condición de incandescencia de lo leonino lo que acostumbra a descarriar a los mortales hacia lo insustancial, lo trivial o frívolo?

Hay eco en el amor que me dispensa mi compañera, su eco es el amor que le necesito ofrendar. Eco además es la sonrisa de mi bebé, es su olor, su pequeñez, es su inocencia, ingenuidad y vulnerabilidad que encienden mi más dulce ternura. Todo regresa en tiempos de pasión leonina; el latido con sus ambos compases es eso, eco. Lo que nos ensancha, el tórax sintiéndose incapaz de contener tanta calidez.

Pero aquello que retorna en modo de admiración, aplauso, reconocimiento, ovación o gratitud bien puede ser narcótico. Y cuando la adicción pudo más que nuestra voluntad consciente, acá lo que se expande, tantísimas veces, en nuestra condición de animales i rracionales es el ego.

Vivir para contarlo. Esa parece ser la única y primordial premisa, esclavos del like.

Lo adictivo refiere a la necesidad de gratificación inmediata, bien lejos de la madurez saturnina, muy cerca de una personalidad infantil. Y lo efímero del efecto del alterador del estado de ánimo, y el no haber resuelto lo que nos llevó a necesitarlo, nos pide más y más cada vez en espacios temporales más breves.

Así, bien podríamos estar atrapados en el condicionamiento de la mirada aprobatoria de nuestro “público”. En un lugar en el que todavía se nos hace imprescindible, por ejemplo, que la imagen que irradie nuestro objeto amado tenga la capacidad de producir un fuerte impacto, al menos en lo que en nuestro imaginario se nos configura como bonito para exponer, bello para mostrar.

O llevar al extremo un esfuerzo físico y emocional a favor de un desarrollo laboral profesional destacado, aún a riesgo de poner en juego nuestra salud corporal y mental, con el único fin de estar “a la altura”, o más arriba si fuera posible, de la media, sólo para poder exhibir impúdicos nuestro viaje a, nuestro nuevo carro coche auto, nuestra más flamante distinguida vestimenta.

O apartarnos de un camino “con corazón” como lo llamaba Don Juan, en el libro de Castaneda, pervirtiendo nuestros valores más profundos y sublimes, en pos de seguir inyectándonos adrenalina, en un muy torpe intento por llenar la copa de nuestro vacío existencial.

Dos áreas son las que, en un Carta Natal, exponen nuestras capacidades y cualidades para lo vincular profundo. La Casa V, precisamente relacionada con lo leonino, con su necesidad de respuesta, aunque más no sea la imagen de mí mismo que me devuelve un espejo, y la Vll, libriana, que habla de complementación.

¿Estoy amando en verdad de manera profunda y milagrosa, o se filtra también el regodeo que siento al verme a mí mismo siendo tan amoroso, dulce y tierno? ¿Es amor lo que sangra de mi palpitar, o es la fascinación que me despierta ver todo lo bonito que me pongo cuando estoy enamorado?

Las respuestas, mis amigos, están soplando debajo de tu esternón.

CLASES “PARTICULARES” DE TAROT

El mensaje que me envió hace un tiempo una persona interesada en tomar el curso de Tarot que suelo impartir me llevó a corregir el texto de la publicidad, a hacer más clara y explícita mi propuesta.

En el mismo me preguntaba si yo le iba a proporcionar apuntes o le iba a recomendar algún tipo de bibliografía para leer, y si seguía los lineamientos de un reconocido terapeuta que desarrolló todo un tratado sobre el Tarot Marsellés.

Es natural que alguien tenga esas inquietudes toda vez que la mayoría de los estudios–aprendizajes están basados en el paradigma sagitariano/capricorniano en donde alguien es el poseedor del conocimiento, y los aprendices lo reciben sin mucho que cuestionar o elaborar.

Pues el Tarot sí es una materia que se presta para ser abordada desde un enfoque acuariano–pisciano: desde la intuición y lo psíquico. Y darle absoluta cabida a la “subjetividad” con que cada ser humano toma contacto con los Arcanos, o sea, a la particular forma con que cada persona se relaciona con esas figuras arquetípicas.

Y si hablamos de arquetipos, y sabemos que los mismos están impresos en el Inconsciente Colectivo de la Humanidad, de esto se desprende que TODO el mundo puede abordar el Tarot y “leerlo”, ya que TODOS tenemos acceso a ese océano de escenas e imágenes ancestrales.

Entonces, ¿es necesario “estudiar” el Tarot? Mi experiencia con decenas de alumnos a lo largo de todos estos años me dice que no. Claro que se lo puede aprender, analizar y hasta memorizar, pero... A la hora de hacer una lectura, ¿qué estaremos viendo? ¿Lo que yo siento frente a cada una de esas láminas o lo que alguien me dijo que significaba El Emperador, El Loco, La Rueda de la Fortuna, etc.?

A no temer: aunque les parezca mentira, no hay problema alguno con que un alumno vea en La Sacerdotisa, por poner un ejemplo, a una mujer reprimida y oscura, y otro sienta que es una dama sabia, madura y con gran maestría. A la hora de ser consultados, cada uno de ellos estará hablando de alguien con esas características, o sea, o bien la consultante tendrá una u otra de esas peculiaridades, o habrá una mujer de su entorno que será, según el caso, oscura, o sabia. Y así con todos los Arcanos.

Hay mazos de cartas en donde La Fuerza está representada por una dama agarrando suavemente la boca de un león, y otros en donde, en la misma carta, se ve a un hombre luchando ferozmente con ese mismo animal. Y esto pasa con todos los Arcanos de los distintos mazos. O sea, RESULTA IMPOSIBLE que haya una lectura uniforme y única sobre cada carta del Tarot.

El alumno sólo necesita tomar confianza en que está haciendo las cosas bien, y esa es la tarea que desarrollo, la de acompañarlo y estimularlo para que se dé cuenta que puede hacerlo, respetando de manera absoluta su singular forma de leer el Tarot.

BARAJAR Y DAR DE NUEVO

Volvemos a empezar. ¿Dale que esta vez lo hacemos diferente?

¿Y si ahora cambiamos el índice señalador acusador por la palma de la mano expandida sobre nuestro chackra cardíaco? ¿Y si en lugar de empezar por vos empiezo por mí?

“Pero me da mucho miedo a abrirme, a mostrarme débil, y que te aproveches de esa situación”, es lo que nunca decimos precisamente por ese mismo temor a mostrarnos vulnerables. Pero es un buen lugar por donde empezar. “A mí me pasa lo mismo”, seguro escucharemos si damos el primer paso.

Te propongo entonces ese pacto de lealtad, sinceridad y respeto. ¿Te animás? El juego se trata de hablar en primera persona del singular. O sea, sólo voy a poder hablar de mí.

No hay motivo alguno para que me meta con vos, aun cuando hayas hecho cosas que me resultaron dolorosas. También eso te lo puedo hacer saber desde mi propia subjetividad, desde mi responsabilidad personal. Sin victimizarme, haciéndome cargo de mi sentir y de mis emociones.

–“Por momentos no me siento escuchado por vos, siento que no registrás lo que te digo que me molesta”.

–“No me gusta que levantes la voz cuando estamos hablando. Por favor tratá de evitar hacerlo. Gracias”.

Si llegaste hasta acá posiblemente hayas observado lo fácil de comprender que es esa consigna. Y tal vez, al igual que yo, te estés preguntando: entonces, ¿por qué no la llevamos a la práctica de manera constante y sostenida?

¿Es nuestro niño/a herido/a tratando de justificarse? ¿A quién le estamos hablando cuando hacemos de un planteo genuino un enjuiciamiento del otro? ¿Es ese nene/a reclamándole a mamá (o a papá, o a la abuela, etc.) que lo mire, que lo registre, que lo trate de otra manera?

¿O acaso la expresión de un aspecto manipulador que aun habita nuestra sombra, y que disfruta robando energía culpando y maniatando a los demás?

¿Mercurio está retrogradando? Qué buen momento para tomarnos unos minutos y reflexionar sobre la forma en la que, muchas veces, nos in–comunicamos, inclusive con las personas a las que más amamos.

Una acusación nos cierra de manera defensiva y paranoide. Tu mano en el pecho, tu sincera vulnerabilidad me abre y me invita a abrazar compasivamente tu dolor y tu fragilidad.

–“Te pido perdón por haber levantado mi tono de voz cada vez que me frustraba que las cosas no fueran como yo quería”.

–“Y yo te pido perdón por no haber tenido la disposición para escucharte de una manera más amorosa y receptiva”.

“Gracias, mil veces gracias por esas disculpas tan sanadoras y reparadoras”, nos diremos abrazados...

Astrología genealógica

Подняться наверх