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INTRODUCCIÓN

1. Contexto histórico

Tras el conflictivo siglo III , en el que el Imperio había atravesado una crisis profunda que estuvo a punto de hundirlo por completo (235-285), en el comienzo del siglo IV los emperadores se imponen como tarea primordial el salvarlo del desastre. Pero con el fin de superar los peligros que lo amenazaban, el mundo romano tuvo que someterse a una disciplina férrea, a un despotismo intransigente, dando lugar así a un Estado totalitario que se esfuerza por controlar todas las energías de sus súbditos. El emperador, señor absoluto que ejerce su autoridad mediante un aparato administrativo sabiamente jerarquizado, aparece envuelto por una aureola divina que lo eleva por encima del común de los hombres. Sin embargo, la estabilidad política proporcionada al Imperio por este nuevo sistema trajo como consecuencia una relativa prosperidad económica y una paz social que permitieron una vez más el cultivo de las letras hasta niveles inimaginables en la centuria anterior.

Fue en primer lugar Diocleciano (284-305) el que se propuso ante todo esta obra de restauración. Fiel a las antiguas tradiciones de Roma, se entregó enteramente a la reorganización del Imperio y marcó con su impronta personal las instituciones imperiales. Pero el ingenioso sistema tetrárquico por él ideado no logró funcionar y surgieron de nuevo las luchas por la púrpura imperial, de las que Constantino (306-337) logrará emerger en el 324 como dueño único y absoluto del Imperio. Este emperador 1 , al que podemos considerar como el verdadero creador del Bajo Imperio, continuó la política centralizadora de Diocleciano e intentó adaptar mejor las instituciones a las necesidades de la nueva sociedad.

Fue precisamente bajo el mandato de Constantino cuando tuvo lugar uno de los cambios más trascendentales que ha conocido la historia de la Iglesia. Si la persecución de Diocleciano (303-305) intentó, con una violencia no igualada hasta entonces, aniquilar totalmente el cristianismo, la progresiva ascensión de Constantino (306-312-324) dio lugar a un cambio completo en la situación jurídica de la nueva religión. El famoso Edicto de Milán (promulgado el 15 de junio del 313) les concedía a los cristianos una plena y total libertad de culto y la restitución inmediata de todos los bienes confiscados.

Aunque la tolerancia y la libertad de cultos eran en principio la doctrina oficial, en modo alguno se mantuvo equilibrada la balanza entre paganismo y cristianismo, pues la política imperial favoreció claramente a la nueva religión (aparición de los símbolos cristianos en las monedas, concesión de un estatuto jurídico privilegiado a la Iglesia católica, multiplicación de los centros de culto, aparición de las primeras medidas restrictivas contra las prácticas paganas, etc.).

Así pues, se había entrado en una fase totalmente nueva de la historia del cristianismo. La Iglesia ha logrado que se supriman los obstáculos que dificultaban hasta entonces la evangelización y todo parecía empujar a la cristianización del Imperio romano en su totalidad (al final de la centuria el cristianismo acabaría siendo la religión del Estado, la única legalmente reconocida).

Es precisamente en este contexto político —una relativa paz y prosperidad del mundo romano unificado bajo la autoridad de un solo emperador— y religioso —verdadero triunfo del cristianismo como religión privilegiada y favorecida dentro del Imperio— en el que debemos situar la figura de Juvenco.

2. Datos biográficos y cuestiones generales

De Gayo Vetio Aquilino Juvenco no sabemos prácticamente nada, salvo unas breves noticias que sobre él nos aporta S. Jerónimo 2 y unos escasísimos datos que el poeta mismo nos ofrece en los versos finales de su obra 3 .

Con todo, estas concisas manifestaciones nos revelan la patria del poeta (Hispania), su noble linaje, su condición de presbítero, el tema de su obra (una traducción casi literal y en cuatro libros de los Evangelios 4 ) y la época en que vivió y llevó a cabo su composición (en tiempos del emperador Constantino 5 ).

La concesión de la libertad religiosa otorgada por el Edicto de Milán (313) produjo como consecuencia inmediata un considerable aumento del número de cristianos cultos y un clima eclesiástico diferente. En este ambiente de libertad ilimitada y absoluta de confesión religiosa, la cultura cristiana sintió rápidamente la necesidad de que su poesía desempeñara en la educación cristiana un papel similar al que venía ejerciendo tradicionalmente en la escuela pública la poesía pagana de los grandes autores de época augústea y especialmente de Virgilio 6 . En estas circunstancias no resulta extraño en modo alguno que un autor como Juvenco se propusiera verter el Evangelio en los moldes tradicionales de la poesía épica y que el modelo indiscutible para esta tarea fuese precisamente Virgilio.

Así pues, podemos decir que Juvenco es el primer poeta cristiano conocido que aborda, en la primera mitad del siglo IV , la creación de un lenguaje épico para transmitir los hechos e ideas de la nueva religión. Él es el pionero de la épica cristiana. Y el éxito de su empresa fue indiscutible, a juzgar por la gran cantidad de citas y alusiones que de su epopeya nos han transmitido autores del final de la Antigüedad, así como de toda la Edad Media y del Renacimiento 7 .

3. Obra

Aunque la tradición ha atribuido a veces a nuestro poeta otras composiciones (así por ejemplo S. Jerónimo 8 alude a ciertos escritos sobre los sacramentos y el célebre renacentista Pedro Crinito 9 sostiene que Juvenco compuso también algunos himnos), lo cierto es que de él sólo conservamos una obra que los mejores manuscritos nos transmiten con el título de Liber evangeliorum o Libri evangeliorum quattuor, y que más comúnmente conocemos con el nombre de Historia evangélica , si bien éste es un título que probablemente tan sólo remonte a la edición que de la misma llevó a cabo Aldo Manuzio y que se publicó en 1502 10 .

La obra se nos presenta como un conjunto de 3211 hexámetros distribuidos en un prefacio de 27 versos y en cuatro libros de 770, 829, 773 y 812 versos respectivamente 11 . La estructuración de la Historia evangélica en cuatro libros parece obedecer única y exclusivamente a un deseo del poeta de constituir partes que, presentando un número de versos muy similar al que encontramos en los cantos de la Eneida, tuviesen todas más o menos la misma extensión 12 .

En el pequeño prefacio Juvenco muestra su epopeya como superior a todas las paganas que la han precedido, pues él no va a celebrar las mentiras de la mitología sino la verdad del Evangelio, las hazañas de la vida de Cristo; es esto precisamente lo que le proporcionará al poeta no sólo la gloria inmortal obtenida por Homero y Virgilio, sino también aquello que es más importante, la salvación eterna 13 .

Para cantar las hazañas de la vida de Cristo (praef. 19: Christi vitalia gesta) , Juvenco sigue como fuente primordial el relato evangélico de Mateo. Hay que decir sin embargo que cuando en Mateo no se encuentra un episodio que el poeta considera importante, entonces éste recurre a los otros evangelistas, en especial a Lucas o a Juan, ya que de Marcos sólo encontramos en la Historia evangélica pequeños detalles. Las correspondencias de la obra juvenciana con sus fuentes evangélicas podemos esquematizarlas en líneas generales 14 del siguiente modo:

Libro I:

vv. 1-132 …………… Lucas I.

vv. 133-143 …………… Mateo I 19-24.

vv. 144-223 …………… Lucas II 1-39.

vv. 224-277 …………… Mateo II 1-23.

vv. 278-306 …………… Lucas II 40-51.

vv. 307-770 …………… Mateo III 1-VIII 15.

Libro II:

vv. 1-98 …………… Mateo VIII 16-1X9.

vv. 99-242 …………… Juan I 43-III 21

vv. 243-346 …………… Juan IV.

vv. 347-636 …………… Mateo IX 10-XII 37.

vv. 637-691 …………… Juan V 19-47.

vv. 692-829 …………… Mateo XII 38-XIII 35.

Libro III:

vv. 1-773 …………… Mateo XIII 36-XXII 14.

Libro IV:

vv. 1-305 …………… Mateo XXII 15-XXV 46.

w. 306-402 …………… Juan XI 1-46.

vv. 403-801 …………… Mateo XXVI 3-XXVIII 20.

Es decir, si bien el poeta ha seguido en su paráfrasis fundamentalmente el evangelio de Mateo, sin embargo ha parafraseado también a veces a Lucas y a Juan. Al primero de ellos ha acudido en todo lo referente al anuncio del nacimiento de Juan el Bautista y la concepción del mismo, la Anunciación, la visita de la virgen María a Isabel, el nacimiento de Juan el Bautista, el nacimiento de Jesús y la adoración de los pastores, la circuncisión de Jesús y la presentación de éste en el templo. De Juan ha tomado los siguientes episodios: el encuentro de Jesús con Felipe y Natanael, las bodas de Caná, la expulsión de los profanadores del templo, la entrevista con Nicodemo, la estancia de Jesús entre los samaritanos, la curación del hijo del funcionario real de Cafamaúm, el discurso de Jesús sobre la unidad del Padre y el Hijo y la obra de éste, y la resurrección de Lázaro.

Aunque es muy poco lo que del relato evangélico de Marcos encontramos en la Historia evangélica , no podemos decir sin embargo que nuestro poeta lo haya ignorado totalmente, pues Juvenco ha tomado pormenores de este evangelista en algunos pasajes de su obra, entre los que se suelen destacar el episodio de la tempestad calmada (II 25-42) y el del geraseno endemoniado (II 43-74) 15 .

El texto evangélico manejado por Juvenco debió de ser el de alguna de esas versiones cuyo conjunto constituyen lo que conocemos como Vetus Latina 16 ; es decir, el poeta utilizaría como fuente una o varias de las versiones latinas de la Biblia anteriores a la Vulgata o versión jeronimiana 17 .

La obra se cierra con un epílogo personal del poeta (IV 802-812) en el que primeramente Juvenco se nos presenta como versificador de los textos sagrados iluminado por la gracia de Cristo y en segundo lugar hace una alabanza del emperador Constantino, bajo cuyo gobierno el poeta compuso su obra.

La Historia evangélica ha surgido en ese ambiente propicio de época constantiniana en el que los cristianos, convencidos de que mediante la poesía podían dar a conocer las ideas y los sentimientos más profundos de su fe, han creado una poesía propia sirviéndose para ello de las formas tradicionales de la poesía pagana 18 . La obra de Juvenco pretende ser una síntesis entre la cultura pagana de un lado y la cristiana de otro, centrada esta última exclusivamente en la figura de Jesús de Nazaret. Y verdaderamente se percibe en la obra juvenciana una auténtica tensión entre estos dos polos tan dispares. En absoluto encontramos en ella una perfecta cohesión entre forma y contenido, sino que a un significado ya establecido —la vida y los hechos de Jesús— se le aplica un significante generado a partir de otros contenidos bien diferentes —los moldes tradicionales de la épica clásica—. Juvenco utiliza los recursos estilísticos de la épica como adornos de la sobriedad del texto evangélico 19 .

Aunque el deseo de verter el contenido cristiano en la tradición literaria clásica hizo que la nueva poesía evitase rigurosamente todos los elementos lingüísticos específicamente cristianos, sin embargo en Juvenco, tal vez debido a su carácter de iniciador de la poesía épica cristiana, no se produce de forma sistemática esta sustitución léxica, sino que en su Historia evangélica alternan vocablos procedentes de esas dos esferas en las que se mueve su creación poética 20 .

4. La imitación de Virgilio

Aunque en la Historia evangélica encontramos elementos tomados de los poetas más destacados de la Antigüedad clásica (Ennio, Ovidio, Estacio, Lucano, Horacio, Catulo, etc.), sin embargo Juvenco, al intentar verter la prosa del Evangelio en los moldes tradicionales de la épica, ha tenido como maestro fundamental a Virgilio, que era el modelo por excelencia dentro de este género poético.

En líneas generales podemos decir que la imitación de Virgilio por parte de Juvenco gira en tomo a cuatro aspectos fundamentales 21 :

a) Elección del vocabulario.

b) Incorporación de iuncturae 22 .

c) Imitación de tramos más o menos largos.

d) Trasposición temática.

Examinamos a continuación brevemente cada uno de estos procedimientos utilizados por nuestro poeta.

a) La utilización del léxico virgiliano por parte de Juvenco es constante 23 . En la mayoría de las ocasiones nuestro poeta no se limita a tomar de diferentes hexámetros virgilianos las palabras que constituyen cada uno de sus versos, sino que además las coloca en la misma posición métrica en la que aparecen en su fuente. Así pues, al observar en los hexámetros virgilianos los elementos con los que Juvenco ha logrado formar un verso concreto de su obra, tenemos la impresión de encontramos ante una auténtica escalera en la que cada una de las palabras representa un peldaño. Ejemplo:

Juv., I 67: Nuntius haec contra celeri sermone profatur

En. XII 75: Nuntius haec, Idmon, Phrygio mea dicta tyranno

En. XII 790: adsistunt contra certamina Martis anheli

En. V 485: Protinus Aeneas celeri certare sagitta

En. VIII 468: aedibus et licito tandem sermone fruuntur

En. IV 364: luminibus tacitis et sic accensa profatur

Más frecuentes todavía son sin embargo los casos en los que a esta escalera le falta un peldaño, es decir, aquellos casos en los que una palabra de un hexámetro concreto de Juvenco no la encontramos nunca en esa posición en Virgilio 24 . Ejemplo:

Juv., I 37: auribus ingratis hominis visuque receptus

En. VI 497: auribus et truncas inhonesto vulnere naris

En. VII 425:I nunc , ingratis offer te, inrise, periclis

Geórg. IV 444: in sese redit atque hominis tandem ore locutus

En. XI 527: planities ignota iacet tutique receptus

b) Uno de los procedimientos más simples seguido por Juvenco para imitar a Virgilio consiste en incorporar en sus hexámetros iuncturae del poeta de Mantua 25 . Son numerosísimos los ejemplos de iuncturae virgilianas que encontramos en el comienzo de los hexámetros juvencianos:

Juv., I 12: nuntius et soli iussas perferre loquellas

En. XI 897: nuntius et inveni ingentem fert Acca tumultum

Juv., I 175: Et simul his dictis caeli secreta revisunt

En. V 357: Et simul his dictis faciem ostentabat et udo

Juv., I 235: imperio accitos iubet omnia quaerere legis

En. XI 235: imperio accitos alta intra limina cogit

Y muy frecuentes también son los hexámetros que contienen un final tomado de Virgilio:

Juv., I 111: ingeminat. Placuit multi tunc iussa parentis

En. VII 368: idque sedet, Faunique premunt te iussa parentis

Juv., I 145: Caesaris Augusti iussis per plurima terrae

Geórg. I 184: inventusque cavis bufo et quae plurima terrae

Juv., I 153: Hospitio amborum Bethleem sub moenibus urbis

En. XII 116: campum ad certamen magnae sub moenibus urbis

Pero hallamos igualmente iuncturae en interior de verso (Juvenco, I 73: Sic cognata tibi , sterilis quae credita cunctis / Geórg. II 53: Nec non et , sterilis quae stirpibus exit ab imis) , versos con iuncturae virgilianas al principio y al final de los mismos (Juvenco, I 2: sub quo servator iusti templique sacerdos / En. X 167: sub quo mille manus iuvenum, qui moenia Clusi ; En. VII 419: fit Calybe Iunonis anus templique sacerdos), iuncturae con inversión del orden de palabras (Juvenco, I 191: caelestes voces , cui quondam praescia rerum / En. XII 392: Iasides, acri quondam cui captus amore) , creación de nuevas iuncturae a partir de la contaminación de dos o más iuncturae virgilianas 26 , etc.

c) Es también frecuente en Juvenco la imitación de tramos largos de Virgilio 27 . Un ejemplo de este tipo de imitación puede ser el discurso del ángel a Zacarías en I 10-26, el primero de los discursos que encontramos en la Historia evangélica y en el que se transmite a Zacarías lo dispuesto por Dios 28 .

El discurso guarda estrecha relación con el que encontramos en En. IV 219-237, discurso éste de gran importancia por ser el segundo de la Eneida en orden de aparición y longitud y por tener como objeto el recordar a Eneas que es su deber gobernar Italia y dar sus leyes al orbe entero 29 .

La comparación de los dos discursos nos permite establecer un paralelismo entre los personajes que encontramos en ambos: Júpiter-Dios, Mercurio-ángel, Eneas-Zacarías, Ascanio-Juan Bautista.

Pero es que además Juvenco ha adaptado el texto virgiliano desde la misma introducción de su discurso, recogiendo las palabras esenciales y los elementos definidores del discurso fuente. Así, el sustantivo nuntius que en Virgilio (v. 237) parece referirse al mensaje mismo lo encontramos también en Juvenco referido al ángel mensajero (v. 12); la expresión virgiliana genetrix pulcherrima (v. 227), referida a Venus, la madre de Eneas, se convierte en Juvenco en cara tibí coniuge (v. 18), referida a Isabel, la esposa de Zacarías; hay coincidencia de sílabas entre la orden dirigida a Mercurio al final del discurso virgiliano (v. 237: hic nostri nuntius esto) y la orden, también en el mismo fin del discurso, del ángel a Zacarías (v. 26: tu vocitare memento) , donde Juvenco incluso conserva la forma del imperativo futuro; el epíteto Omnipotens referido a Júpiter (v. 222) se transforma en Juvenco en la perífrasis rerum pater unicus (v. 16) referida al Dios cristiano; la expresión tantarum gloria rerum (En. IV 232) tiene su correspondencia en grandis rerum gloria (Juvenco, I 19), donde el adjetivo tantarum , referido a rerum , es sustituido por grandis , referido a gloria' , etc.

Otro ejemplo de imitación de un tramo largo de Virgilio puede ser la descripción juvenciana de la tempestad marina (II 25-32), donde nuestro poeta utiliza el léxico y las imágenes de la famosa tempestad virgiliana de En. I 81-156 30 .

d) Son también numerosos los pasajes en que Juvenco no se limita a tomar de Virgilio una serie de elementos léxicos, sino que lleva a cabo una verdadera trasposición temática más o menos elaborada de episodios virgilianos. Y es que cuando el tema sagrado presenta de algún modo cierta similitud con determinado pasaje de la épica virgiliana, nuestro poeta intenta acomodarse al tópico y añade notas y matices ajenos al Evangelio, logrando así introducir y recrear en su Historia evangélica escenas y situaciones de la obra del mantuano.

Un buen ejemplo de trasposición temática pueden ser los versos 403-405 del libro IV, con los que el poeta da comienzo a la pasión de Jesús 31 :

Ergo ad concilium scribae, plebisque vocatur

iam gravior numerus, qua vatum principis alte

pulchra Caiphaeae conlucent atria sedis.

En este pasaje 32 , además de que la expresión concilium... vocatur (v. 403) no es sino una adaptación de la iunctura virgiliana concilium vocat 33 , observamos fundamentalmente una gran similitud con el pasaje de En. XI 234-235, donde el rey Latino convoca en asamblea a los principales de los suyos:

Ergo concilium magnum primosque suorum imperio

accitos alta intra limina cogit 34 .

Las semejanzas se dan en cada una de las tres partes que podemos distinguir en ambos textos:

1) Convocatoria de la asamblea, para lo cual encontramos en Virgilio la perífrasis ergo concilium... / imperio accitos... cogit , y que Juvenco resuelve con la simple expresión ergo ad concilium vocatur a la que ya hemos aludido anteriormente.

2) Asistentes a la asamblea e importancia de la misma, que el texto virgiliano expresa de modo sencillo mediante concilium magnum primosque suorum , mientras que Juvenco acude a la perífrasis encabalgada scribae, plebisque... / iam gravior numerus 35 .

3) Lugar de celebración de la asamblea, donde Virgilio utiliza la sencilla expresión alta intra limina , en tanto que Juvenco describe más ampliamente el lugar con una oración de relativo (qua vatum principis alte / pulchra Caiphaeae conlucent atria sedis ) 36 .

Pero son en verdad numerosos los pasajes en los que podemos señalar una trasposición temática virgiliana: I 75 (Geórg. IV 438), I 84 (En. XII 411), I 122-124 (En. II 664-667), I 243-246 (En. II 693-698), IV 588-589 (En. II 57 ss.), etc.

5. Procedimientos de composición

Juvenco realiza con frecuencia su paráfrasis mediante un cierto número de procedimientos estandarizados que repite una y otra vez con insistente frecuencia. Sin pretender hacer un análisis exhaustivo, sino tan sólo intentando dar una visión muy general de los mismos, enumeramos a continuación aquellos que nos parecen esenciales 37 :

1.°) El procedimiento parafrástico fundamental en lo que al sustantivo se refiere consiste en sustituir el sustantivo del Evangelio por otro de mayor colorido y perteneciente a la lengua poética. Pero dentro de este procedimiento encontramos dos maneras típicas de parafrasear:

a) A un sustantivo del Evangelio, generalmente en caso recto, corresponde el mismo sustantivo en genitivo (sustantivo este último que a veces forma parte de una aliteración y en algún caso va acompañado de un adjetivo), con lo cual el concepto se hace más recargado. Ejemplos: Mt V 13: Vos estis sal terrae — I 472: Discite vos hac in terra salis esse saporem; Mt VI 20: fures — I 615-616: horrida furum / factio; Jn III 15: habeat vitam aeternam — II 223: sublimis capiat donum inviolabile vitae; etc.

b) Juvenco sustituye un sustantivo evangélico por un sinónimo del mismo más un adjetivo. Ejemplos: Le III 4: parate viam — I 314-315: amplas / instruite stratas; Jn II 15: eiecit de templo — II 159: sancta proturbat ab aede; Mt XIII 38: zizania — III 7: lolium infelix; Mt XV 19: adulteria — III 170: furta nefanda tororum; etc.

2.°) En lo que se refiere al adjetivo, aunque la prosa del Evangelio es pobre en ellos, Juvenco los emplea abundantemente en su Historia evangélica. Nuestro poeta los usa para darle a su obra más colorido y dramatismo, para hacer su poesía mucho más rica en detalles y dotarla de mayor expresividad. Aparecen constantemente epítetos para caracterizar a los personajes, lo cual era algo corriente en toda la tradición épica; son muy abundantes como epítetos los adjetivos en -tor: legum completor (II 568), leti victor (II 405, IV 770), mentis perspector (II 274), etc. Gusta también el poeta de utilizar de los adjetivos compuestos tan frecuentes en la poesía épica (algunos de ellos son creaciones analógicas suyas): omnigenus (IV 154), septemplex (I 356), velivolus (II 11), flammipes (II 546), flammivomus (praef. 23), altithronus (zpraef 24), glaucicomans (III 623), ignicomus (III 1), flammicomans (IV 201), etc. El adjetivo puede cumplir en Juvenco diversas funciones:

a) Con mucha frecuencia nuestro poeta añade a un sustantivo del Evangelio un adjetivo que tiene simplemente una función decorativa. Ejemplos: Mt II 2: stellam — I 230: stellae fulgentis·, Mt XXIV 27: adventus — IV 148: rapido adventu ; Mt XXIV 29: stellae — IV 151: ignicomaeque stellae', Jn XI 41: gratias — IV 387: eximias grates ; etc.

b) Otras veces el adjetivo acentúa y enriquece de modo preciso el significado del sustantivo al que acompaña, en concordancia con el sentido general del contexto en el que aparece. Así, en el episodio de la matanza de los inocentes, el simple Herodis, regis Iudaeae de Le I 5 va acompañado en Juvenco de cruentus en I 1 (rex cruentus) y de ferus en I 257 (At ferus Herodes ) 38 .

3.°) En lo que se refiere a las formas verbales, es frecuente, en el contexto de elaboradas amplificaciones, que Juvenco las explicite mediante un sustantivo de la misma raíz del verbo, acompañado a su vez de uno o más adjetivos. Ejemplos: Le I 21: plebs mirabantur — I 43: populus miracula longa trahebat·, Mt VII 26: qui audit verba mea haec, et non facit ea — I 721-722: Qui vero auditu tantum mea iussa tenebit / diversisque procul factis per lubrica perget; Mt XXI 6: discipuli fecerunt sicut praecepit — III 630: discipuli celeri complent praecepta paratu; Mt XXIV 26: nolite credere — IV 144: longe credulitas absit vanissima vobis; etc.

4.°) Cuando el poeta participa de modo particularmente intenso y personal en el texto que parafrasea, se suele expresar normalmente en forma interrogativa, y por consiguiente con frases mucho más elaboradas, con el fin de atraer la atención del lector hacia aquellas enseñanzas que quiere resaltar. Ejemplo: Mt VI 26: Respicite volatilia caeli, quoniam non serunt, neque metunt, neque congregant in horrea: et pater vester caelestis pascit illa — I 634-637: Aerias spectemus aves: num vomere presso / terga soli subigunt, iaciunt aut semina farris, / aut segetum culmos incurva falce recidunt? / Proveniet tamen his satias potusque cibique 39 . Y en el episodio de las negaciones de Pedro, cuando una de las criadas se dirige a éste acusándolo de que también él era compañero de Jesús (cf. Mt XXVI 69: et accessit una ex ancillis, dicens: Et tu cum Iesu Galilaeo eras), Juvenco transforma esta afirmación en una interrogativa directa, con lo cual parece quedar mejor recogida la intención de la mujer, que no era otra sino la de atraer la atención de todos los presentes (cf. Juvenco, IV 570-572: At Petrum mulier tristem quod viderat intus, / «tune etiam, iuvenis, fueras comes additus», inquit, / «isti, quem ludens procerum sententia damnat?») 40 .

Todos estos procedimientos que hemos señalado demuestran que Juvenco no se ha limitado a traducir al lenguaje de la poesía clásica latina los conceptos expresados en el Evangelio, sino que con muchísima frecuencia ha procurado que sus términos guarden una estrecha relación con los empleados en su fuente cristiana.

Por lo general Juvenco tiende a hacer más expresivo y emotivo el relato evangélico, explicitándonos rasgos psicológicos y estados de ánimo que el Evangelio sólo deja entrever, utilizando también una abundante adjetivación que enriquece de detalles su paráfrasis.

6. Los vocablos técnicos

Juvenco muestra un especial cuidado en la traducción de todos los vocablos técnicos del Evangelio: grecismos (synagoga, baptismus, baptizaré) , palabras que designan grupos de personas (pharisaei, sadducaei) , términos característicos del culto y la doctrina de los cristianos (fides , poenitentia), nombres comunes del latín clásico que en el contexto cristiano adquieren significado nuevo (dominus, deus) , etc.

Dado que nuestro poeta se propone fundamentalmente trasladar el contenido de los Evangelios a la lengua clásica latina, pone una atención especial en este tipo de términos. Son más bien raros los casos en los que un término del Evangelio se sustituye sistemáticamente por otro perteneciente al lenguaje de la poesía. Lo más normal, especialmente cuando se trata de términos muy frecuentes, es que unas veces el poeta sustituya el sustantivo evangélico por otro o por una expresión compuesta y otras lo deje tal cual aunque especificándolo normalmente con una serie de detalles que no tienen paralelo en su fuente. Hay que añadir además que la variatio es un criterio básico en la técnica parafrástica de Juvenco. Examinemos brevemente los más importantes de estos términos 41 :

En cuanto al término Deus , el poeta se limita en muchas ocasiones a trasladarlo tal cual, sin modificación alguna 42 . Y en verdad son mucho más numerosos los pasajes en los que se conserva el término que aquellos otros en los que el poeta lo sustituye de un modo u otro 43 .

El término Dominus (que en el Evangelio se utiliza referido tanto al Padre como al Hijo y que en la tradición cristiana se convierte en uno de los términos más usuales para designar a Cristo), Juvenco lo utiliza en su obra tanto referido a Yahveh como a Jesús. A veces, cuando el término se refiere a Dios, le suele añadir otros elementos 44 . En líneas generales podemos decir que este término es muy del gusto del poeta, lo cual concuerda con las preferencias del lenguaje cristiano de su tiempo.

El poeta evita sistemáticamente el adjetivo Altissimus, bien porque lo considerase demasiado prosaico, bien por razones métricas 45 . Para reproducir ese concepto de grandeza y trascendencia divina Juvenco recurre a otras expresiones 46 .

En lo que se refiere a Pater , Juvenco no habría tenido dificultad en insertar siempre en sus hexámetros este término tal cual, pero su gusto por la variatio ha hecho que también recurra a otros procedimientos. Así, unas veces el poeta se limita a tomar el término del Evangelio (IV 65: Unus item pater est, caeli qui in culmine regnat) 47 , otras le añade un adjetivo (II 552: Iam mihi regnantis sunt omnia tradita patris) 48 , pero en muchísimas ocasiones lo sustituye por genitor , palabra mucho más poética y expresiva 49 .

Christus (cf. nota 34 de la traducción) había llegado a ser en la época de Juvenco el término más corriente para referirse a Jesús. Es esto precisamente lo que explica que este vocablo sea en nuestro poeta mucho más frecuente que en el texto evangélico. Son muy abundantes los lugares en los que Juvenco emplea Christus cuando en el Evangelio encontramos Iesus 50 . Y más numerosos aún son aquellos pasajes en los que el poeta especifica con el término Christus una expresión pronominal del texto evangélico 51 . Pero se utiliza también para sustituir a magister 52 , a Dominus 53 , a Filius hominis 54 y lo encontramos además en una serie de pasajes que parafrasean muy libremente expresiones evangélicas breves 55 . Hay ocasiones en las que el poeta realza de diversos modos el hondo significado que el término Christus tenía en su origen («ungido por Dios», «Mesías»), haciendo hincapié en el carácter y las consecuencias de la obra redentora de Jesús 56 . La frecuencia con la que Juvenco se sirve de este vocablo nos hace pensar que quería subrayar con él la doble dimensión humana y divina de la figura de Jesús.

Frente a la reiterada utilización de Christus , el término Iesus se emplea mucho menos en la Historia evangélica. Si en muchos casos, como ya hemos dicho, se sustituye por Christus , en otros sencillamente se omite 57 , o bien es reemplazado por salvator o servator 58 . Precisamente el hecho de que nuestro poeta haya considerado a Iesus menos significativo que Christus explicaría también el que en numerosas ocasiones refuerce el término mediante la adición de sustantivos o adjetivos: mundi regnator Iesus (II 265); mentis perspector Iesus (II 274); largus miserator Iesus (II 293); legum sed tum completor Iesus (II 568); terrarum lumen Iesus (II 733); clarus Iesus (IV 790); etc.

A propósito de Filius referido a Cristo, podemos hacer más o menos las mismas consideraciones que hemos hecho respecto a Pater , si bien Filius es un término mucho menos utilizado. A veces Juvenco lo sustituye por términos más usados en poesía como natus y suboles 59 . Es muy utilizada la expresión Filius hominis , que pone de relieve al mismo tiempo la humanidad de Cristo y su divinidad 60 .

En cuanto al término Rabbi («maestro»), apóstrofe respetuoso dirigido casi siempre a Jesús 61 , Juvenco lo sustituye normalmente por Sancte 62 , en algunas ocasiones por magister 63 y en otras sencillamente lo omite 64 .

El término Spiritus (que en la Praefatio de la obra lo utiliza Juvenco sustituyendo a las Musas paganas como fuente de inspiración 65 ) lo conserva el poeta en su paráfrasis la mayor parte de las veces que lo encuentra en la fuente evangélica 66 . Pero por el contrario no gusta Juvenco de la expresión evangélica Spiritus sanctus y cuando la encuentra en su fuente sólo conserva Spiritus en tanto que sanctus lo prafrasea de diversos modos, aunque intentando siempre poner de relieve la excelencia del Espíritu divino 67 . A veces sustituye el término Spiritus por flatus 68 , flamen 69 y spiramen 70 ; y estos tres términos sí suelen ser especificados por Juvenco mediante el adjetivo sanctus.

En cuanto a angelus , hay que decir que nuestro poeta ha omitido sistemáticamente este grecismo propio del lenguaje cristiano. Unas veces lo sustituye por la correspondiente palabra latina nuntius 71 ' , otras por minister 72 y en otras ocasiones lo omite por completo y sólo hace referencia al mandato divino transmitido por el ángel 73 .

El término evangélico diabolus lo sustituye a veces Juvenco por el más clásico daemon , aunque convenientemente reforzado 74 ; en otras ocasiones lo que encontramos en lugar de diabolus son verdaderas abstracciones perifrásticas como horrendi sceleris fallacia (I 374), furibunda fallacia (I 398), pestiferi rabies vesana veneni (1404), vis sola nocendi (II 59), etc.

El poeta evita en su obra el empleo de publicani y por ello se ve obligado a recurrir a perífrasis como ésa de amplias dimensiones que encontramos en II 348-349 (publica conductis qui vectigalia lucris / professi rapiunt alieno nomine praedam) 75 y que los describe con precisión, o aquélla otra mucho más genérica de I 571 (gens dedita lucris) 76 .

Continuamente utiliza Juvenco tal cual el vocablo evangélico propheta. Por otra parte, el término compuesto pseudoprophetae (Mt XXIV 11 y 24) se convierte en Juvenco sencillamente en falsi prophetae (IV 113 y 138).

El término synagoga , que aparece en algunas ocasiones en el evangelio de Mateo (IV 23, IX 35, XIII 54, XXIII 6) no lo encontramos nunca en los correspondientes pasajes de Juvenco (I 435, II 422, III 18, IV 59) 77 .

Sí encontramos en la Historia evangélica el vocablo sabbata , aunque el poeta se esfuerza por explicar y aclarar el significado de dicha palabra 78 .

No emplea Juvenco la palabra ecclesia , que se sustituye por concilium 79 , multi 80 y aedes 81 .

El término baptismus , a pesar de tener una gran importancia en el léxico cristiano, tampoco lo encontramos en nuestro poeta, que lo sustituye por paráfrasis 82 . E igualmente se omiten y se desarrollan mediante perífrasis el término Baptista 83 sobrenombre aplicado a Juan, y el verbo baptizo 84 .

Fides , palabra fundamental en el léxico cristiano, es muy utilizada por nuestro poeta en su paráfrasis, pues hay que tener en cuenta que también era un término común en el latín clásico, tanto en prosa como en verso. E incluso en algunos casos Juvenco utiliza fides para sustituir otros términos evangélicos 85 .

En cuanto al término resurgere , palabra fundamental en el cristianismo, Juvenco utiliza a veces el simple surgere 86 , en tanto que otras veces recurre a expresiones elaboradas en las que aparecen verbos o sustantivos que comienzan por re- , tratándose por lo general de términos poéticos muy utilizados 87 . El poeta evita igualmente el término resurrectio 88 .

7. Recursos compositivos y estilísticos

Si bien la poesía de Juvenco se caracteriza esencialmente, en concordancia con su fuente evangélica, por su sobriedad, no es menos cierto sin embargo que también encontramos en nuestro poeta toda una serie de recursos compositivos y estilísticos que, pretendiendo la vinculación del poema con la tradición literaria pagana y el embellecimiento del mismo, hacen que éste se aparte un tanto del escueto y sencillo relato evangélico y muestre elementos característicos de la tradición épica clásica. A algunos de estos recursos ya nos hemos referido en las páginas anteriores 89 . Conviene sin embargo resaltar también éstos otros:

A) Juvenco, en su intento de acomodar el texto evangélico al lenguaje épico, utiliza profusamente las llamadas «fórmulas de transición» 90 . Dentro de estas fórmulas las más importantes sin duda en Juvenco son las de introducción (aquellas que sirven para introducir las palabras de un personaje), en tanto que son muchísimo menos frecuentes las de conclusión (las que recogen las palabras de un personaje) 91 .

Atendiendo a la extensión de las fórmulas, podemos distinguir en la Historia evangélica entre fórmulas breves y fórmulas largas.

Las fórmulas breves contienen el mínimo de los elementos posibles (su extensión no sobrepasa por tanto el medio verso) y suelen aparecer en la inmensa mayoría de los casos en el comienzo mismo del hexámetro. Como es lógico, no encontramos en ellas epítetos referidos al personaje en cuestión, pero no es raro que lleven una marca temporal. Son éstas la fórmulas más estereotipadas y las más frecuentes. Ejemplos: Olli Christus ait 92 , Christus ad haec 93 , Ille sub haec 94 , Talia tum Christus 95 , Et Iudaeus ad haec 96 , etc.

Las fórmulas largas, que normalmente ocupan todo un verso, son mucho menos estereotipadas. Llama la atención de ellas su variedad, debida en gran parte a los elementos modificantes que contienen, entre los que destacan las marcas temporales y los participios 97 . Ejemplos: Olli confusa respondit mente sacerdos (I 27), Ad quem virgo dehinc pavido sic inchoat ore (I 64), Ac sic discipulis gremium cingentibus inftt (I 453), Quem miserans animo verbis compellat Iesus (II 79), Olli respondit mundi regnator Iesus (II 265), Tunc sic prosequitur mentis perspector Iesus (II 274), Christus ad haec contra placido sic ore profatur (II 365), Hoc super ad populum depromit talia Christus (II 527), Olli confidens respondit talia Petrus (III 110), Tum sator aeternae respondit talia vitae (III 161), Crebrius instanti tum talia fatur Iesus (III 185), Sed Christus cernens fallacia pectora fatur (III 223), Ille sed ad Petrum conversus talia fatur (III 384), Tum sic discipulis vitae spes unica fatur (III 521), Tum Petrus fidei munitus moenibus infit (III 534), Post Sadducaei hinc inde latratibus urgent (IV 14), Talia tum Christus depromit pectore verba (IV 459), etc.

Por lo que respecta a las fórmulas de conclusión, suelen contener por lo general anafóricos y se trata normalmente de construcciones participiales o breves frases temporales: Talibus adloquiis comitum dum pectora complet (II 321), Talia discipulis bis sex cum iussa dedisset (II 509), Talibus excussus (I 408), Talia dicentem (I 728), Haec ubi dicta dedit (III 316), Talia dum loquitur (III 330), etc.

Para pasar de un tema a otro, de un milagro a otro o para marcar un cambio de ciudad o viaje se utilizan muy frecuentemente como fórmula inde (que alterna en ocasiones con tum e interea) y ecce , siempre en principio de verso. Hay que resaltar que ecce se utiliza muchísimo en el texto evangélico. Las fórmulas introducidas por esta partícula tienden a presentarse con la estructura ecce + participio en dativo + sujeto, y suelen extenderse hasta la cesura heptemímera: Ecce sed egresso iuvenis (II 44), Ecce revertenti iuvenis (II 76).

En modo alguno podemos decir que Juvenco se limite exclusivamente a tomar de Virgilio sus formas de transición sin cambio alguno. Bien es verdad que encontramos en nuestro poeta una serie de fórmulas calcadas de Virgilio 98 (Christus ad haec; Dixerat; Dixit; Talia dicenti; Talia dicentem·, Haec ubi dicta dedit; Talia fatur, Haec ait et; , etc.), pero un buen número de ellas son el resultado de la fusión o contaminación de dos o más fórmulas virgilianas 99 y otras pueden considerarse verdaderas innovaciones de Juvenco bien porque introduce en ellas nuevos términos como promere, depromere 100 °, cachinnat, inchoat, inclamat, superincrepitans , etc., bien porque se trata de construcciones originales como Respondit dominus 101 , Tum Christus fatur y Talia tum Christus (con inclusión de marcas temporales), Tunc e discipulis unus , etc.

B) En la tradición épica existían una serie de fórmulas estereotipadas para señalar el tiempo en el que transcurrían las acciones, fundamentalmente el momento del amanecer y del anochecer 102 . Característico de estas fórmulas es la personificación mítica del Sol, la Aurora y la Noche así como una gran abundancia de notas cromáticas. Por el contrario el texto evangélico era muy escueto en sus indicaciones temporales. Así pues, Juvenco se hallaba también en este caso entre dos extremos y parece haberse decidido por el término medio. Aunque por lo general este tipo de fórmulas no contienen en nuestro poeta las personificaciones mitológicas que aparecen en la tradición, sin embargo son más extensas e imaginativas que las evangélicas, presentando mayor número de adjetivos y más notas cromáticas que éstas. Como ejemplos de estas fórmulas podemos destacar: Fuderat in terras roseum iubar ignicomus sol (III 1) 103 , Sidera iam luci concedunt et rapidus sol / progreditur radiis terras trepidantibus implens (IV 586-587) 104 , Iamque dies rutilo complebat lumine terras (IV 727) 105 , etc. La más extensa de ellas es la que abre el libro II (w. 1-3: Iamque dies prono decedens lumine pontum / inciderat, furvamque super nox caerula pallam / sidereis pictam flammis per inane trahebat 106 ), donde el poeta nos llega a presentar a la noche personificada.

C) Pero también Juvenco, con el fin de no tergiversar lo más mínimo el mensaje evangélico, prescinde casi totalmente de ciertos procedimientos tradicionales de la épica clásica. Es por ello por lo que no encontramos en la obra juvenciana las comparaciones o símiles tan propias y características del género épico, aunque sin embargo hay que destacar como notable excepción el símil de I 687-689, donde el poeta, intentando ilustrar la manera como serán arrebatados y arrastrados los perversos, recoge tres famosas comparaciones de la épica clásica 107 .

Y por la misma razón tampoco encontramos en su obra écfrasis descriptivas de paisajes, personas y objetos, recurso tradicional en el género épico 108 . Dado que el texto evangélico carecía de estas écfrasis, nuestro poeta prescinde igualmente de ellas, aunque también aquí hay que resaltar como excepción una pequeña écfrasis sobre los Magos en I 224-228 109 : Gens est ulterior surgenti conscia soli , / astrorum sollers ortusque obitusque notare; / huius primores nomen tenuere Magorum. / Tunc hinc delecti Solymos per longa viarum / deveniunt regemque adeunt orantque doceri... 110 °. Con esta écfrasis Juvenco amplía notablemente la escueta afirmación de Mateo (cf. II 1: ecce Magi ab oriente venerunt Ierosolymam). Y vemos cómo la descripción se introduce con la fórmula usual del verbo sum en presente 111 y cómo se concluye con la acostumbrada fórmula que contiene el demostrativo hic o algún adverbio de él derivado 112 .

D) En lo que respecta a los recursos fónicos 113 , tenemos que destacar la aliteración, con la que Juvenco pretende darle relieve y sonoridad a su lenguaje y de cuyo empleo abusa en no pocas ocasiones. Dentro de ella habría que distinguir:

a) Aliteraciones que comprenden dos palabras, aliteraciones muy frecuentes pero poco laboriosas: genitore gemens (I 297), iustus Iohannes (II 510), famuloque fatigans (IV 191), laetitia attonitis (IV 764), etc.

b) Abundan también las aliteraciones que implican a tres palabras, de carácter menos fortuito y que demuestran un mayor esfuerzo por parte del poeta. Ejemplos: talia tractanti torpescunt (I 137), malis mentem maculaverit (II 237), conscendunt culmina cuncti (IV 458), caeco corde sacerdos (IV 561), etc.

c) No faltan ejemplos de aliteraciones yuxtapuestas, es decir, dos o tres palabras en las que se repite un sonido seguidas de otras dos o tres en las que se repite otro diferente: Vitalis vastis stipatur semita saxis (I 683), quondam cooperta canens vox vera (IV 637), etc.

Juvenco hace también uso tanto de la paranomasia como del poliptoton: lumina luna (I 51), dona dabant (I 251), facit faciat (I 577), defunctis defunctos (II 24), etc.

E) Es frecuente en nuestro poeta, como en la poesía latina en general, la disiunctio entre adjetivos y nombres. Mediante este procedimiento Juvenco construye quiasmos simples y quiasmos con enmarcamiento (normalmente del verbo), los denominados «versos áureos». En el primer caso presentan la estructura ABBA: dominus caeli terraeque repertor (I 35), auricolor caeli septemplicis aethra (I 356), Herodem pestis novissima regem (III 40), etc. En lo que respecta a los versos áureos, los encontramos con la estructura ABCBA (I 28: Aemula promissis obsistit talibus aetas ; I 215: femineam sancto complet spiramine mentem; I 670: homines natis panem poscentibus omnes; II 152: perpetuam stabili firmavit robore mentem; II 625: vocibus insana laceretur mente profusis; III 57: compositas cantu iungit modulante choreas; IV 399: qui tanti Mariam fuerant Marthamque secuti ) y con la estructura ABCAB (II 399: ultima supremae celebrabant munera pompae; IV 437: insano tantum cepisset corde venenum).

F) En lo que a la métrica se refiere 114 , los hexámetros de Juvenco, muy influenciados por los virgilianos, tienen por lo general un ritmo pesado y lento debido a la presencia mayoritaria de espondeos. Son extraordinariamente abundantes los hexámetros que contienen sólo dos dáctilos (primer y quinto pie), pero también son muy frecuentes aquellos que sólo presentan un dáctilo (quinto pie): I 15: visus, cum laeti sermonis gratia placat?; II 510: iustus Iohannes caeci de carceris umbris; IV 114: Haec inter si quis protectum a vulnere pectus; IV 204: Stultarum vero non est prudentia talis; etc. La verdad es que el empleo abusivo de estos versos de estructura fundamentalmente espondaica y la utilización de versos holospondaicos (cf. IV 233: certatim duplis auxerunt incrementis) no parecen obedecer en Juvenco a una razón estilística particular, aunque tal vez pueda pensarse bien en un deseo de expresar la gravedad y solemnidad del relato evangélico, bien en una pretensión de arcaísmo.

8. Transmisión del texto

Son numerosos los manuscritos de la obra de Juvenco que han llegado hasta nosotros. De entre ellos los más valiosos sin duda son los más antiguos, pero también otros muchos pueden sernos de utilidad a la hora de restablecer el texto de la Historia evangélica 115 . Estos son, por orden cronológico, los más importantes 116 :

1.°) El Codex Collegii corporis Christi Cantabrigiensis 304 (C). Está en escritura uncial y remonta al siglo VII . Es éste el más antiguo y el mejor de los manuscritos que nos conservan la obra de Juvenco.

2.°) Del siglo VIII:

a) El Codex Musei Britannici 15 A XVI (R )

b) EI Codex lat. Monacensis 6402 (M ). Anteriormente se llamó Codex Frisingensis 202.

c) EI Codex Augiensis —también llamado Karoliruhensis112(A).

3.°) Del siglo IX :

a) Codex Karoliruhensis 217 (K1 , y K2 ) , llamado anteriormente Codex Augiensis. Se trata de un único manuscrito donde se nos ha conservado por dos veces, en distintos lugares, el poema completo de Juvenco.

b) Codex Laudunensis 101 (L).

c) Codex Montepessulanus 362 (Mp).

d) Codex Parisinus 9347 (P) , llamado anteriormente Codex Remensis.

d) Codex Turicensis C 68 (T).

4.°) Conservamos también una serie de manuscritos interesantes que debieron de escribirse en los siglos IX o x:

a) Codex Bernensis 534 (B).

b) Codex Ambrosianus C 74 (Bb ), llamado en otro tiempo Codex Bobiensis.

c) Codex Vaticanus Reginensis 333 (V ,).

d) Codex Vaticanus Ottobianus 35 (V).

e) Codex bibliothecae nationalis Matritensis 10.029 (Matr .).

5.°) Del siglo XI hay que destacar:

a) Codex Helmstadiensis 553 (H).

b) Codex Harleianus 3093 (Hl).

6.°) Del siglo XII habría que resaltar el Codex Neoclaustroburgensis 1243 (N).

7.°) Del siglo XIII proviene el Codex Gedanensis XVIIA 9.66 (G).

9. La presente traducción

Hemos seguido para nuestro trabajo la edición de J. HUEMER , Gai Iuvenci Evangeliorum libri quattuor, CSEL XXIV, Praga-Viena-Leipzig, 1891 (= Nueva York-Londres, 1968). Sólo nos hemos apartado de este texto en dos ocasiones: 1 .a ) En I 418 seguimos la lectura voluptas (K„ T) frente a la lectura voluntas propuesta por Huemer; 2.a ) Del mismo modo, en IV 717, frente al cum (C, M, P ) propuesto por el editor, seguimos la lectura tum de la mayoría de los códices. Hay también en la edición de Huemer un reducido número de versos que el editor considera espurios y que no presenta en el texto propiamente dicho, sino que sólo los va recogiendo en el aparato crítico. En nuestra traducción estos versos los incluimos en el texto, pero los ponemos siempre entre corchetes y los señalamos con un asterisco en la numeración.

Las traducciones de la obra de Juvenco son escasísimas. En realidad sólo conocemos la antiquísima traducción francesa en verso de P. Tamisier, Lyon, 1591, y la versión alemana de A. Knappitsch, Graz, 1910-1913. Es la nuestra, por tanto, la primera traducción de la Historia evangélica que ve la luz en español. En ella hemos procurado mantenernos fieles al texto latino, intentando también al mismo tiempo lograr una versión inteligible en nuestro propio idioma.

Con el fin de hacer la obra más manejable para el lector y facilitarle la consulta de la misma, cada uno de los pasajes va precedido de un encabezamiento que contiene: 1°) Un epígrafe que resume el contenido del mismo; 2.o ) Los versos que comprende dicho pasaje; 3.°) La fuente concreta utilizada por el autor (la primera cita dada es la fuente propiamente dicha, en tanto que las otras señalan los pasajes evangélicos paralelos).

En lo que respecta a las notas, la mayoría trata sobre el contenido mismo del Evangelio, siendo especialmente abundantes aquellas que intentan aclarar aspectos del AT, de las tradiciones y costumbres del pueblo judío, su país, sus grupos sociales, sus fiestas, etc. Para elaborarlas hemos manejado varios diccionarios y enciclopedias, pero nos ha sido especialmente útil el magnífico Diccionario enciclopédico de la Biblia (Barcelona, Herder, 1993).

En cuanto a los textos bíblicos que se encuentran a lo largo de la obra (en la «Introducción» y en las notas), los latinos se citan según la edición ya mencionada de P. Sabathier (Bibliorum sacrorum latinae versiones antiquae, 6 vols., Reims, 1743-1749) y los castellanos según la edición española de la conocida Biblia de Jerusalén (Bilbao, 1975). Los diferentes libros bíblicos aparecen citados de acuerdo con el modo habitual en tal tipo de textos 117 .

Historia evangélica

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