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ОглавлениеPROEMIO
Mateo estableció las normas en el camino de las virtudes y proporcionó en justo orden las reglas de la vida correcta 1 . Marcos gusta de volar entre la tierra y el cielo y lo surca todo en rápido vuelo como un águila impetuosa 2 . Lucas describe [5] con gran profusión las luchas de Cristo; con razón sagrado novillo, porque relata los deberes de los sacerdotes. Juan ruge por su boca como un león; semejante a éste en sus rugidos truena exponiendo los misterios de la vida eterna.
1 En su edición de la Historia evangélica J. HUEMER (cf. Prolegomena XXIV-XXV), siguiendo a C. Marold, considera que estos versos no son de Juvenco. Como prueba de ello aduce toda una serie de razones: 1.a ) Estos versos sólo se encuentran en un número reducido de códices (C, C2 , Mp, P, T, V1 , B, H ), en tanto que faltan en los restantes; 2.a ) En los códices Mp y T los precede un poema sobre los cánones eusebianos compuesto por Laurencio Escoto (s. VII ); 3.a ) En dos códices (codex Musei Britannici [s.X ] y codex Sangallensis 197 [s. IX-X ]) los leemos al final de la Historia evangélica; 4.a ) En el códice C , el más antiguo de los manuscritos juvencianos, este proemio antecede al nombre mismo de nuestro poeta, y en C 2 (codex Cantabrigiensis, [s. IX ]) se le atribuye al papa Dámaso (366-384); 5.a ) Los evangelistas no aparecen enumerados en el orden usual, que sería: Mateo, Juan, Lucas y Marcos; 6.a ) Como ya señaló correctamente C. Marold, el término Mattheus está considerado en este proemio como bisílabo, y el término Iohannes como trisílabo y con «i» consonántica, particularidades ambas en contradicción con el tratamiento métrico dado normalmente a estos nombres en la obra de Juvenco. Así pues Huemer piensa que estos versos son de los que llamamos «versos memoriales» e insinúa que tal vez se compusieran en época carolingia, época en la que fue muy frecuente tal tipo de versos. F. Arévalo por el contrario cree que estos versos son del propio Juvenco, a pesar de que no era costumbre en la época escribir dos proemios. Por su parte A. Knappitsch, dado que el símbolo de Marcos es en este proemio el águila y el de Juan el león, mientras que en S. Jerónimo (entre 340 y 350-420), S. Agustín (354-430), Sedulio (mitad del siglo v), el papa S. Gregorio Magno (590-604), etc. encontramos ya la asignación más habitual —el león como símbolo de Marcos y el águila como símbolo de Juan—, piensa (cf. C. Vetti Aquilini Iuvenci Evangeliorum libri quattuor, 4 vols., Graz, 1910-1913, vol. I, págs. 10-11) que el proemio ciertamente no es de Juvenco, pero que se escribiría en época anterior a la caroIingia, no mucho después de la composición de la Historia evangélica.
2 La representación de los evangelistas mediante el símbolo de los cuatro seres vivientes de Ez 1 5-14 («Había en el centro como una forma de cuatro seres cuyo aspecto era el siguiente: tenían forma humana. Tenían cada uno cuatro caras, y cuatro alas cada uno... En cuanto a la forma de sus caras, era una cara de hombre, y los cuatro tenían cara de león a la derecha, los cuatro tenían cara de toro a la izquierda, y los cuatro tenían cara de águila...») y Ap IV 7 («El primer Viviente, como un león; el segundo Viviente, como un novillo; el tercer Viviente tiene un rostro como de hombre; el cuarto Viviente es como un águila en vuelo») remonta a Ireneo, el obispo de Lyon martirizado en el año 202. Sin embargo la aplicación de cada uno de los seres vivientes (hombre, león, toro, águila) a los respectivos evangelistas no ha sido siempre la misma. En Occidente terminó por generalizarse la llevada a cabo por Jerónimo, que se basó para tal atribución en el modo de comenzar de cada uno de los evangelios: a Mateo le aplicó el hombre, pues su relato comienza con la genealogía humana de Jesús; a Marcos el león, animal de las estepas desérticas, pues su evangelio comienza por la predicación de Juan el Bautista en el desierto; a Lucas el toro, el animal de los sacrificios, dado que su evangelio comienza con la evocación del sacerdote Zacarías oficiando en el templo de Jerusalén; y a Juan el águila, ave admirada por su vuelo majestuoso y raudo y por las alturas vertiginosas en las que anida, pues da comienzo a su obra con un grandioso himno cristológico que anuncia los grandes temas evangélicos. Pero frente a esta asignación jeronimiana de emblemas iconográficos a los cuatro evangelistas, en este proemio, como ya hemos indicado en la nota anterior, el águila y el león son símbolo de Marcos y Juan respectivamente.