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2. Los orígenes antiimperialistas de los derechos internacionales de la mujer
ОглавлениеEn junio de 1926, en el Congreso Interamericano de Mujeres, la panameña Clara González, de 26 años, llamó a las mujeres de América a fundar un nuevo feminismo marcado por el orgullo y la unidad hispanoamericanos. En la majestuosa aula magna del Instituto Nacional de Panamá, frente a varios cientos de mujeres y unos cuantos hombres, urgió a las mujeres americanas a organizarse “en una sola agrupación, armonizadora de los ideales femeninos y que las capacite para llegar, mediante una acción conjunta y única, a la anhelada meta de su liberación económica, social y política”.1 En ese momento, González propuso una innovación sorprendente: invocó un acuerdo internacional que trascendiera las leyes nacionales, en un solo gesto que garantizara derechos civiles y políticos igualitarios para la mujer en todo el hemisferio occidental.
González había decidido presentar esta exigencia gracias a la amistad forjada con la joven feminista cubana Ofelia Domínguez Navarro, quien sería la principal defensora de la propuesta. Clara había conocido a Ofelia, de 31 años, sólo unos días antes, pero sus conversaciones habían hecho que ambas albergaran grandes esperanzas. Las dos eran en sus países unas jóvenes abogadas excepcionales, modernas y rebeldes. Habían llegado a la conferencia con planes para lanzar un nuevo movimiento por los derechos de la mujer y la soberanía nacional, y en contra del imperio estadounidense.
En su búsqueda explícita de una alternativa feminista interamericana al grupo encabezado por Carrie Chapman Catt y Bertha Lutz, González y Domínguez rechazaban toda insinuación sobre la inmadurez de las mujeres latinoamericanas para votar. Mantenían viva la llama de Paulina Luisi, quien años atrás había propuesto el sufragio femenino como un reclamo panamericano impulsado por mujeres hispanohablantes. Las dos abrazaban también un feminismo hemisférico que, a diferencia de sus predecesoras, rechazaba ensalzar el liderazgo de las naciones “mejor constituidas” —los países del Pacto ABC (Argentina, Brasil y Chile), Uruguay o Estados Unidos—. Clara y Ofelia provenían de protectorados de Estados Unidos (Panamá y Cuba) y participaban en movimientos antiimperialistas. Consideraban los derechos de la mujer ligados de manera explícita a las exigencias nacionales por la soberanía. Ambas creían que organizarse de manera colectiva por los derechos internacionales de la mujer cimentaría un feminismo panamericano que enfrentaría al imperio estadounidense en América, con lo que se conseguiría que los derechos igualitarios nacionales y los de la mujer fueran metas complementarias entre sí.
En un periodo en que las intervenciones de Estados Unidos en el resto de América y los movimientos antiimperialistas estaban en auge, esta rama del feminismo panamericano llegaría a ejercer una profunda influencia, lo que le dio forma a un nuevo activismo por los derechos internacionales de la mujer en la Conferencia Panamericana de 1928 de La Habana. Allí, Ofelia Domínguez Navarro y cientos de feministas cubanas colaboraron con feministas estadounidenses que no estaban en la LWV de Catt (que por ese entonces tenía mala reputación en muchos lugares de La Habana), sino en el Women’s Party. En la conferencia, Doris Stevens, líder de este partido, clamó por un feminismo panamericano muy similar al de González y Domínguez (uno que prometía la soberanía de las mujeres y la del continente) e insistió en un tratado sobre igualdad de derechos. Interacciones posteriores con Stevens revelarían que su antiimperialismo era más estratégico que genuino. Sin embargo, en 1928 los esfuerzos combinados de las mujeres por un feminismo panamericano antiimperialista movieron a la acción a cientos de cubanas, lo que culminó en la primera organización intergubernamental de mujeres del mundo: la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM). Los cambios en la legislación internacional que González y Domínguez habían planteado dos años antes en Panamá definirían al feminismo panamericano de los siguientes 20 años.