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LA DISCIPLINA DE LA PUREZA

UNO NO NECESITA para sentir la presión de la agobiante sexualidad de nuestros días. Y la mayor parte de la opresión es brutal. Un aburrido recorrido por los canales de televisión al mediodía muestra invariablemente a una pareja envuelta bajo las sábanas de la cama y mucha monotonía sensualista. Pero la presión se ha vuelto cada vez más ingeniosa, especialmente si su propósito es vender. La cámara toma un primer plano, en blanco y negro, de un rostro masculino, apasionado y anhelante, sobre el cual se superpone un destello ambarino, que luego se convierte en un encendido frasco de perfume Obsessión, de Calvin Klein, mientras el rostro pronuncia su deseo. Cuñas comerciales más recientes presentan imágenes cinematográficas con prosa de D.H. Lawrence y de Madame Bovary, de Flaubert, mientras ésta se pasea frente al dormitorio de su ilegítimo amante.1 ¡El vaho viscoso de la sensualidad lo ha penetrado todo en nuestro mundo!

Sin embargo, aun con todo eso, muchos sensualistas quieren más. El profesor David A. J. Richard, de la Escuela de Derecho de la Universidad de Nueva York, que recomienda la libre circulación de pornografía cruda, sostiene que “la pornografía puede verse como el medio especial de la sexualidad, como una pornotopia; una concepción del deleite sensual en la celebración erótica del cuerpo, un concepto de la libertad fácil, sin consecuencias, una fantasía del desenfreno reiterativo permanente”.2 ¿Pornotopia? ¡Ya inventaron la palabra! Suena como una nueva atracción de Disney World. Autotopia .. .Pornotopia .. .Tierra de la Fantasía. “¡Absurdo!” pensamos -y lo es-,pero dolorosamente a los argumentos de Richard se les está dando hoy consideración seria. ¡No es de extrañar que vivamos en una cultura que exuda sensualidad por todos sus poros!

Y la Iglesia no ha escapado tampoco, pues muchos en la iglesia de hoy se han marchitado bajo el calor de la sensualidad. Hace poco tiempo Leadership magazine [Revista Liderazgo] realizó una encuesta entre un millar de pastores. Los pastores respondieron que doce por ciento de ellos habían cometido adulterio estando en el ministerio ¡uno de cada ocho pastores! - y veintitrés por ciento había hecho algo que ellos consideraban sexualmente impropio.3 Por otra parte, la revista Christianity Today [Cristianismo hoy] hizo una encuesta entre un millar de sus suscriptores que no eran pastores y descubrió que la cifra entre éstos era casi el doble: el veintitrés por ciento dijo que había tenido relaciones sexuales extramaritales y el cuarenta y cinco por ciento indicó que habían hecho algo que ellos consideraban sexualmente impropio.4 ¡Uno de cada cuatro hombres cristianos son infieles y casi la mitad de ellos se han comportado indecorosamente! Esto es muy grave si recordamos que los lectores de Christianity Today tienden a ser líderes laicos que han recibido una educación universitaria, ancianos de iglesias, diáconos, y superintendentes y maestros de escuelas dominicales. Y si esto está ocurriendo entre el liderazgo de la Iglesia, ¿cuánto más no estará pasando entre los miembros comunes de la congregación? ¡Sólo Dios sabe!

Esto nos lleva a una conclusión ineludible: la iglesia evangélica contemporánea es, en términos generales, “corintia” en esencia. Es una iglesia cocida a fuego lento en los jugos derretidos de su propia sensualidad, y por eso:

• No es extraño que la Iglesia haya perdido su interés por la santidad.

• No es extraño que sea tan remisa para disciplinar a sus miembros.

• No es extraño que el mundo le reste importancia como algo que está fuera de lugar.

• No es extraño que muchos de sus hijos la rechacen.

• No es extraño que haya perdido su poder en muchos lugares, y que el Islam y otras falsas religiones estén logrando tantos convertidos.

La sensualidad es sobradamente el mayor obstáculo a la santidad entre los hombres hoy, y está haciendo estragos en la Iglesia. La santidad y la sensualidad se excluyen mutuamente y los que han caído en las garras de la sensualidad no podrán jamás elevarse a la santidad mientras se encuentren bajo su agotador dominio. Si vamos a “ejercitarnos para la piedad” (cf. 1 Timoteo 4:7) debemos comenzar con la disciplina de la pureza. ¡Tiene que haber algún celo santo, algún esfuerzo santo!

LAS LECCIONES SACADAS DE UN REY CAÍDO

¿A dónde debemos mirar en busca de ayuda? El ejemplo más aleccionador que encontramos en toda la Palabra de Dios es la experiencia del rey David, tal como aparece narrado en 2 Samuel 11.

Una vida en la cúspide

El relato comienza hablando de David en la cúspide de su brillante carrera, tan brillantemente encumbrado como el que más entre los grandes hombres de la historia bíblica. Desde su niñez, había sido un amante apasionado de Dios y poseía una enorme integridad de alma, como lo atestiguaron las palabras del profeta Samuel cuando lo ungió como rey: “El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7). A Dios le agradó lo que vio. ¡A Dios le agradó el corazón de David!

Su corazón era valeroso, como quedó evidenciado al enfrentarse a Goliat y responder a la temible retórica del gigante con unas cuantas palabras atrevidas, de su propia cosecha, y luego arremeter a fondo contra Goliat, dándole en medio de la cabeza.

David tenía una perfecta personalidad sanguínea, desbordante de alegría, entusiasmo y confianza, y rebosaba de un carisma irresistible. Era el poeta, el dulce salmista de Israel, tan en comunicación con Dios y consigo mismo que sus salmos siguen tocando hoy las fibras del corazón del hombre. Bajo su liderazgo todo Israel estaba unido. David difícilmente parecía ser un candidato para el fracaso moral. Pero el rey era vulnerable, ya que había debilidades definitivas en su conducta que lo dejaron a merced del fracaso.

Su insensibilización

En 2 Samuel 5, que recoge por primera vez la toma del poder por parte de David en Jerusalén, se menciona casi como una digresión que David tomó más concubinas y mujeres de Jerusalén, después que vino de Hebrón (v. 13). ¡Debemos notar, y notar bien, que el que David tomara más mujeres era pecado! Deuteronomio 17, que estableció las normas para los reyes hebreos, les ordenaba abstenerse de tres cosas: 1) tener muchos caballos, 2) tomar muchas mujeres, y 3) acumular mucha plata y oro (cf. vv. 14-17). David cumplió bien con lo primero y lo último, pero fracasó totalmente en cuanto a lo segundo por hacerse deliberadamente de un numeroso harén.

Debemos entender que en la vida de David se había enraizado una progresiva insensibilización al pecado, con el consiguiente descenso de santidad. La colección de esposas de David, aunque era “legal” y no se consideraba adulterio en la cultura de su época, sin embargo, era pecado. Los excesos concupiscentes del rey David lo insensibilizaron al llamamiento santo de Dios en su vida, como también al peligro y a las consecuencias de la caída. En resumen, la aceptación por parte de David de la sensualidad socialmente permitida, lo insensibilizó al llamado de Dios y lo convirtió en presa fácil del pecado funesto de su vida.

Es la sensualidad “legal” y la condescendencia con lo culturalmente aceptable lo que nos llevará a la ruina. Las prolongadas horas de mirar indiscriminadamente la televisión, es uno de los grandes culpables de esta insensibilización. La supuesta conversación masculina, de doble sentido, con chistes soeces y risa por las cosas que debieran sonrojarnos, es otro de los instrumentos perniciosos. La mundanalidad común ha reblandecido astutamente a los hombres cristianos, como lo corroboran las estadísticas. El hombre cristiano que sucumbe a la insensibilización de la mundanalidad aceptada, se prepara para una caída.

Su relajación en cuanto la disciplina

El segundo error en la conducta de David que lo llevó al desastre, fue la relajación de los rigores y de la disciplina que siempre había sido parte de su vida activa. David se encontraba en la mitad de su vida, con aproximadamente cincuenta años de edad, y sus campañas militares habían tenido tanto éxito que no era necesario que él personalmente saliera a combatir. Por tanto, con toda razón le dio el trabajo de acabar con el enemigo a su competente general, Joab, y luego se fue a descansar. El problema era que la relajación se extendió a su vida moral. Es difícil mantener la disciplina interior cuando uno se relaja así. David se volvió inmediatamente vulnerable.

David no sospechaba que algo insólito iba a ocurrir ese aciago día primaveral. Él no se levantó y dijo: “¡Madre mía, que día tan hermoso; creo que voy a cometer un adulterio hoy!” Aprendamos la lección que hay aquí. Precisamente cuando pensamos estar totalmente a salvo, cuando sentimos que no hay ninguna necesidad de mantenernos alertas para continuar ocupándonos de nuestra integridad interior y para disciplinarnos en la santidad, ¡es cuando se presenta la tentación!

Su obsesión

Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén. Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa. Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo. (2 Samuel 11:1-3)

Había sido un día caluroso y caía la tarde. El rey se paseaba por el terrado del palacio para tomar un poco de aire fresco y para mirar a su ciudad al final de la tarde. Mientras miraba, sus ojos vieron la figura de una mujer extraordinariamente hermosa que se bañaba sin ningún pudor. En cuanto a lo hermoso que era, el hebreo es explícito: la mujer era “muy hermosa” (v. 2). Era joven, estaba en la flor de la vida, y las sombras del crepúsculo la hacían aun más seductora. El rey la miró .. .y continuó mirándola. Después de la primera mirada David debió haber dirigido la vista en la otra dirección y debió haberse retirado a sus habitaciones, pero no lo hizo. Su mirada se convirtió en una mirada fija pecaminosa y después en una mirada ardiente y libidinosa. En ese momento, David se convirtió en un viejo verde y lujurioso, apoderándose de él una obsesión lasciva que tenía que satisfacer.

Dietrich Bonhoeffer observó de que, cuando la lujuria toma control de la persona, “en ese momento Dios .deja de ser real .Satanás no nos llena de odio contra Dios, sino que nos hace olvidar a Dios”.5 ¡Qué gran sabiduría hay en esta afirmación! Cuando estamos dominados por la lujuria, la realidad de Dios se desvanece. Cuanto más lascivo se volvió, tanto menos real se hizo Dios para él. No sólo disminuyó su conciencia de Dios, sino que también perdió conciencia de quién era él mismo, de su santo llamamiento, de su fragilidad y de las consecuencias inevitables del pecado. ¡Esto es lo que ocasiona la lujuria! Lo ha hecho millones de veces. Dios desaparece de la vista de los que han sido embotados por la lujuria.

La verdad exige que usted se haga unas cuantas preguntas muy serias: ¿Ha desaparecido Dios del panorama? ¿Lo vio alguna vez con colores brillantes, pero ahora su recuerdo se ha opacado como una vieja fotografía? ¿Tiene usted una obsesión inmoral que se ha convertido en lo único que usted puede ver? ¿Es su deseo sexual lo más auténtico que hay en su vida? Si es así, entonces usted está en un gran problema. Por tanto, necesita dar algunos pasos decisivos, como veremos más adelante.

Su racionalización

De su obsesión fatal, el rey David descendió al escalón siguiente: la racionalización. Cuando sus intenciones se hicieron evidentes a sus subalternos, uno de ellos trató de disuadirlo, diciéndole: “Es Betsabé, hija de Eliam, mujer de Urías heteo.” Pero David no iba a permitir quedar desairado, de modo que una fuerte racionalización se produjo en su mente, quizás tanta como la sugerida por J. Alian Peterson en su libro The Myth of the Greener Grass [El mito de que el césped más verde está en el patio ajeno]:

Urías es un gran soldado, pero probablemente no es tan buen amante o esposo; es mucho mayor que ella, y estará fuera durante mucho tiempo. La joven necesita un poco de consuelo en su soledad. En esto puedo ayudarla. Nadie resultará perjudicado. No busco nada malo con eso. No es lujuria; sé lo que es eso. Es amor. Eso no es lo mismo que encontrar una prostituta en la calle. Dios sabe que es así. “Tráiganmela.”6

Una mente controlada por la lujuria tiene una capacidad infinita para la racionalización.

• “¿Cómo puede ser malo algo que produce tanto placer?”

• “Dios quiere que sea feliz; estoy seguro de que Él jamás me negaría algo que sea indispensable para mi felicidad, ¡y esto lo es!”

• “El asunto aquí es de amor. Estoy obrando con amor, con el máximo amor.”

• “En primer lugar, Dios jamás estuvo de acuerdo con mi matrimonio.”

• “Los cristianos y sus estrechas actitudes condenatorias me tienen harto. Me están condenando. ¡Ustedes son mucho más pecadores que yo!”

Su degradación (adulterio, engaño, asesinato)

La progresiva insensibilización, relajación, obsesión y racionalización de David lo llevaron a uno de los fracasos más grandes de la historia, y a su degradación. “Y envió David mensajeros y la tomó; y vino a él, y durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa. Y concibió la mujer, y envió a hacerlo saber a David, diciendo: Estoy encinta (2 Samuel 11:4,5). David no se percató que había dado un paso en falso en el precipicio y que se estaba viniendo abajo; que la realidad vendría pronto, que llegaría rápidamente al fondo.

Todos estamos familiarizados con la ruin conducta de David, que lo convirtió en un asesino y en un taimado calculador, decidiendo la muerte de Urías para ocultar su pecado con Betsabé. Baste con decir que en esos momentos de la vida del rey ¡Urías, con todo y estar borracho, era mejor persona que David estando éste sobrio! (v. 13).

Un año después, David se arrepentiría tras la incisiva acusación del profeta Natán. Pero las tristes consecuencias no podría deshacerse. Como se ha señalado con frecuencia:

• Fue la violación del décimo mandamiento (codiciar la mujer de su prójimo) lo que llevó a David a cometer adulterio, violando así el séptimo mandamiento.

• Luego, a fin de robarle la mujer a su prójimo (violando, por tanto, el octavo mandamiento) cometió un asesinato y violó el sexto mandamiento.

• Violó el noveno mandamiento hablando falso testimonio contra su hermano.

• Todo esto trajo deshonra a sus padres, violando así el quinto mandamiento.

De esta manera, David violó todos los mandamientos que se refieren a amar al prójimo como a uno mismo (los mandamientos cinco al diez). Y al hacerlo, deshonró también a Dios, violando, en realidad, los primeros cuatro mandamientos.7

El reinado de David se fue en picada a partir de ese momento, a pesar de su encomiable arrepentimiento.

• Se le murió el bebé.

• Su bella hija, Tamar, fue violada por su medio hermano Amnón.

• Amnón fue asesinado por Absalón, hermano de padre y madre de Tamar.

• Absalón llegó a odiar tanto a su padre David por su bajeza moral que encabezó una rebelión contra él con el apoyo de Ahitofel, el ofendido abuelo de Betsabé.

• El reinado de David perdió la aprobación de Dios. Su trono jamás recobró su estabilidad pasada.

Debemos aceptar que David jamás habría dado más que una mirada fugaz a Betsabé si hubiera podido vislumbrar los desastrosos resultados de su pecado. Creo de todo corazón que serían muy pocos los hombres - si es que hubiera alguno que se apartarían de la Palabra de Dios si pudieran ver lo que eso les acarrearía.

La historia de la catastrófica caída del rey David ha sido dada por Dios y debe tomarse seriamente por la Iglesia en esta “época corintia” como una advertencia a la patología de los factores humanos que conducen al derrumbamiento moral:

• La insensibilización que se produce por la mundanalidad tradicional de la cultura.

• El síndrome fatal que se produce por la relajación moral de la disciplina.

• Los efectos ofuscantes de la obsesión sensualista.

• Y la racionalización con la que tratan de justificarse los que están dominados por la lujuria.

En el caso de David, el ciclo incluyó además adulterio, engaño, degradación familiar y decadencia nacional. La patología es evidente, como también lo son los terribles efectos de la sensualidad; y ambos tienen el propósito no sólo de enseñarnos, sino además de amedrentarnos ¡para que ahuyentemos de una buena vez la sensualidad de nosotros!

LA VOLUNTAD DE DIOS: LA PUREZA SEXUAL

A veces hay personas, que se consideran cristianas, que sencillamente no creen lo que estoy diciendo en cuanto a la pureza sexual. Consideran que tal enseñanza es victoriana y puritana. Victoriana no es. Pero enormemente puritana sí lo es, porque es sumamente bíblica. Para responderle a estas personas las dirijo al llamado más explícito en cuanto a la pureza sexual que conozco, que se encuentra en 1 Tesalonicenses 4:3-8:

Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo.

Si la lectura de este pasaje no es lo bastante convincente en cuanto a la ética bíblica, debemos comprender que se basa en Levítico 19:2, donde Dios dice: “Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios”, un mandamiento dado dentro de un contexto de advertencias en contra de los extravíos sexuales. También deseo señalar que en 1 Tesalonicenses se nos llama a evitar la inmoralidad sexual y tres veces se nos pide ser “santos”. Desechar esto es pecar contra el Espíritu Santo - la presencia viva de Dios - como claramente lo dice el pasaje citado.

Como dice el erudito en Nuevo Testamento, Leon Morris:

El hombre que lleva a cabo un acto de impureza sexual no está únicamente violando un código moral humano, ni siquiera pecando sólo contra el Dios que en algún momento del pasado le dio el don del Espíritu Santo. Está pecando contra el Dios que está presente en ese momento; contra Aquel que continuamente da el Espíritu. Todo acto de impureza es un acto de aborrecimiento contra el don del Espíritu Santo dado por Dios desde el mismo momento que ese don es brindado .. .Este pecado sólo es visto como lo que realmente es, cuando se ve como una preferencia por la impureza antes que por el Espíritu que es santo.8

Por consiguiente, para un cristiano rechazar esta enseñanza en cuanto a la pureza sexual es rechazar a Dios, ¡y esto puede indicar una fe falsa!

LA DISCIPLINA DE LA PUREZA

Si en realidad somos cristianos, es un imperativo que vivamos con pureza y santidad en medio de nuestra cultura corintia y “pornotópica”. Debemos vivir más allá de las horripilantes estadísticas o la Iglesia se tornará cada vez más fuera de lugar e impotente, y nuestros hijos la abandonarán. La Iglesia no puede tener ningún tipo de poder si no es una iglesia pura.

Eso exige que vivamos la afirmación de Pablo: “Ejercítate para la piedad.” Es decir, ¡debemos esforzarnos por la santidad!

Responsabilidad moral ante los demás

Nuestro entrenamiento comienza con algo tan importante como la disciplina de ser responsable moralmente ante los demás. Esto se hará con cualquiera que regularmente le pedirá a usted cuenta de su vida moral, haciéndole preguntas directas y francas. Si usted es casado, debe idealmente utilizar a su esposa para esto, pero también le sugiero que se busque a otro hombre, uno que no le dé cuartel en cuanto a asuntos sexuales. Usted necesita a alguien de su mismo sexo que comprenda su interioridad sexual, alguien con el cual usted pueda ser absolutamente sincero, a quien pueda confesarle lo que lo tienta y atrae. Usted necesita a alguien que lo ayude a vencer y a mantener su alma fiel a Dios. La responsabilidad moral recíproca es lo ideal. A este respecto pienso en cierto vendedor que mantiene regularmente responsabilidad moral a través del teléfono con otro vendedor cristiano, y aun busca la forma de hacer coincidir sus itinerarios para estar juntos en las ciudades a las que van al mismo tiempo.

La oración

Junto con esto, está la disciplina de la oración (hay más de esto en el capítulo 8). Ore diaria y concretamente por su pureza sexual personal. Me asombra que sean tan pocos los hombres que, teniendo interés por su vida, se ocupen de orar por esto. Pídales a su esposa y a sus amigos que oren por usted con respecto a esto y ore usted por los demás en este sentido. No espere que se lo pidan. Ore por la pureza sexual de sus amigos también. ¡Ellos lo necesitan, tanto como usted!

La memorización

Luego, llénese de la Palabra de Dios mediante la disciplina de la memorización. Nuestro Señor dio el ejemplo por excelencia al rechazar las tentaciones de Satanás, utilizando cuatro citas precisas de pasajes del Antiguo Testamento (Cf Mateo 4:1-11). El salmista, por su parte, dijo: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra” (Salmo 119:9). “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (119:11). Se estaba refiriendo, naturalmente, a toda la Palabra de Dios, no sólo a los pasajes que tienen que ver con la sexualidad. No obstante, he visto que la memorización disciplinada de 1 Tesalonicenses 4:3-8 cambia la vida de un hombre. (Otros pasajes provechosos son Job 31:1; Proverbios 6:27; Marcos 9:42ss; Efesios 5:3-7; 2 Timoteo 2:22; algunos de los cuales comentaré más tarde.)

La mente

La disciplina de la mente es, por supuesto, uno de los retos más formidables (tema que analizaremos más detalladamente en el capítulo 6). Las Escrituras presentan, por lo general, a la disciplina de la mente como la disciplina de los ojos. Es imposible que usted mantenga una mente pura si todo el tiempo no discrimina lo que ve en televisión. En una semana usted verá más asesinatos, adulterios y perversiones que todo lo leído por nuestros abuelos a largo de toda su existencia.

Aquí es donde se hace necesaria la acción más radical. Jesús dijo: “Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno” (Marcos 9:47). ¡Ningún hombre que permita que la podredumbre de ciertos canales de televisión, de videos para adultos y de las diversas revistas de pornografía inunde su hogar y su mente, escapará de la concupiscencia!

Job nos ha dejado orientación para los días que vivimos: “Este compromiso establecí con mis ojos: No mirar lujuriosamente a ninguna mujer” (Job 31:1, La Biblia al Día). ¿Cómo cree usted que viviría Job en nuestra cultura actual? Él entendió la sabiduría de Proverbios 6:27: “¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan?” El compromiso de Job prohibía una segunda mirada. Eso significa tratar a las mujeres con dignidad, mirándolas con respeto. Si la forma de vestir o el comportamiento de una mujer es perturbador, mírela a los ojos, no en ningún otro lugar; ¡y aléjese lo más rápidamente que pueda!

La mente abarca también la lengua (véase el capítulo 11 de este libro) porque, como Jesús dijo, “de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34). Pablo es más específico: “Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias” (Efesios 5:3,4). Significa que no debe haber humor sexual, ni chistes de mal gusto, ni vulgaridades, a los cuales están tan propensos muchos cristianos para probar que no están “fuera de onda”.

Los límites9

Ponga límite alrededor de su vida, sobre todo si trabaja con mujeres. Evite la intimidad verbal con las mujeres, a no ser con su esposa. No le revele intimidades a otra mujer, ni la inunde con sus problemas personales. La intimidad es una gran necesidad en la vida de la mayoría de las personas, y hablar de asuntos personales, especialmente de los problemas propios, puede llenar la necesidad de intimidad que tiene la otra persona, despertando su deseo de más intimidad. Muchas relaciones extramaritales comenzaron de esa manera.

Hablando ahora a nivel práctico, no toque a las mujeres. No las trate con el afecto informal con que trata a las mujeres de su familia. Son muchos los desastres que comenzaron con un toque fraternal o paternal, que se convirtió después en un hombro comprensivo. Usted puede aun tener que correr el riesgo de ser erróneamente considerado como “distante” o “frío” por algunas mujeres.

Siempre que usted coma o viaje con alguna mujer, hágase acompañar por una tercera persona. Esto puede ser incómodo, pero brindará la oportunidad de explicar sus razones, lo cual, en la mayoría de los casos le ganará respeto en vez de censura. Muchas de sus colegas de trabajo se sentirán así más cómodas en su trato profesional con usted.

Nunca coquetee, ni siquiera en broma. El flirteo es intrínsecamente halagador. Usted puede pensar que resulta simpático, pero eso a menudo despierta en la mujer deseos no correspondidos.

La realidad

Sea realista en cuanto a su sexualidad. ¡No sucumba a la vana prédica gnóstica de que usted es un cristiano lleno del Espíritu Santo que “nunca haría cosa semejante”. Recuerdo muy bien a un hombre que con suma indignación tronaba que él estaba a salvo del pecado sexual. ¡Pero cayó pocos meses después! Enfrente la verdad. ¡Así como cayó el rey David usted también puede caer!

El temor a Dios

Por último, está la disciplina del temor a Dios. Esto fue lo que ayudó a José a rechazar las tentaciones de la esposa de Potifar. “¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?” (Génesis 39:9). También le ayudó a huir. “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Timoteo 2:22).

La presión de nuestra cultura nos oprime con sus obsesiones y sus racionalizaciones sexuales, y muchos en la iglesia de Cristo han cedido bajo su peso, tal y como lo demuestran las estadísticas. Para no ser parte de esas estadísticas hay que esforzarse disciplinadamente. ¿Somos hombres de verdad? ¿Somos hombres de Dios? ¡Quiera Dios que así sea!

Alimento para pensar

“A la Iglesia evangélica contemporánea, se le considerada ampliamente, ‘Corintia’ hasta la médula. Está guisándose en los jugos derretidos de su propia sensualidad.” ¿Está de acuerdo o no? ¿Qué con respecto a su propia iglesia? ¿Qué con respecto a su propia vida personal?

“En este tiempo [de la lujuria] Dios.. .Pierde toda realidad.... Satanás no nos llena con odio contra Dios, sino con un olvido de Dios” (Dietrich Bonhoeffer). ¿Haa encontrado que esto sea cierto en sus propias batallas con la tentación?

¿Cuál es la manera más efectiva para prevenir los deslices morales?

¿Será 1 Tesalonicenses 4:3-8 muy cerrada para considerarla como una atadura para los hombres cristianos de hoy? ¿Por qué sí o por qué no? Si no, ¿cómo podemos hacer para que este pasaje nos sirva para obtener la victoria en nuestra lucha por la pureza? ¿Qué tiene la santidad de Dios que ver con nuestra santidad? (ver Levítico19:2)

Acerca de la inmoralidad predominante de nuestra cultura, ¿cómo es posible que esperemos mantener nuestros pensamientos y conducta puros? ¿Es realmente necesaria la amonestación de mantener “límitesen nuestras relaciones con las mujeres en nuestra vida? ¿No es esto poner a las mujeres muy baja estima? ¿Y a nosotros mismos?

La aplicación/respuesta

¿De qué le habló Dios más específicamente, más poderosamente en este capítulo? ¡Háblale a Él acerca de eso en este momento!

¡Piensa en esto!

Haga una lista de por lo menos media docena de aplicaciones específicas y prácticas con respecto a la moral sexual de la experiencia de David en 2 Samuel 11.

Las disciplinas de un hombre piadoso

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