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Salud y enfermedad según el ayurveda

Tras haber presentado las nociones indispensables para entender los conceptos de base del ayurveda, podemos abordar una definición de la salud mucho más amplia que la simple ausencia de enfermedades, una salud que incumbe todos los aspectos del ser humano.

LA INMUNIDAD

La noción de inmunidad es un eje importante del ayurveda, que considera que la enfermedad solo puede instalarse en un terreno debilitado. El ayurveda, pues, se aferra prioritariamente a desarrollar la inmunidad, la resistencia del organismo, más que a luchar contra los síntomas o los agentes patógenos, lo que refuerza los puntos positivos para que los aspectos negativos ya no se presenten. Un principio que puede transponerse en otras disciplinas, como la psicología o la pedagogía.

Tener una buena salud

Según los principios de base extremadamente detallados en los vedas y los upanishads (ver p. 11), la verdadera dimensión de la salud se alcanza cuando se reúnen las siguientes condiciones: los tres doshas (vata, pitta, kapha) están en equilibrio, en armonía; los trece agnis, los trece fuegos, funcionan; los siete dhatus están fuertes; los tres malas (heces, orina, sudor) se eliminan bien; los cinco sentidos funcionan bien; lo afectivo, lo emocional, se desarrolla; la mente está calmada y apaciguada; el alma, o ser psíquico interior, se encuentra en estado de bienestar, de alegría y de beatitud, en el camino de la evolución.

Cuando el cuerpo no presenta ningún dolor, nos sentimos entusiastas y vigorosos, la capacidad de resistencia es casi ilimitada, la enfermedad es desconocida y el terreno es sólido. Cuando lo afectivo se desarrolla, los sentimientos son nobles. Cuando emocionalmente se dominan la cólera, los celos y la duda, nos sentimos llenos de energía, creadores de belleza, de armonía y de amor. Cuando la mente está en calma, puede concentrarse más fácilmente; entonces la capacidad intelectual es viva y eficaz. Cuando el alma está en la conciencia de verdad, el ser interior, espiritual, prosigue su evolución en el camino que le es propio. Entonces, y solo entonces, puede realmente decirse que tenemos una buena salud.

La enfermedad como señal de alarma

La enfermedad no es nada más que el trabajo del cuerpo y del espíritu para buscar un mejor equilibrio.

Las causas de desequilibrio son múltiples: polución de la tierra, del aire, del agua, mala higiene de vida, alimentación pobre en nutrientes esenciales, modo de vida en desarmonía con sí mismo, cambio de estación, exceso de estrés y de fatiga, emociones perturbadas, choque afectivo o psicológico, contrariedades y decepciones resultantes de fracasos o de insatisfacciones.

LAS ENFERMEDADES KÁRMICAS

Los indios creen en la noción de karma y en el concepto de vidas anteriores. Las enfermedades incurables están consideradas como enfermedades kármicas por el ayurveda, que recomienda buscar las soluciones más sutiles antes que recurrir a los medicamentos, y aconseja lo que podemos denominar el «management de la enfermedad». Forman parte de ello la meditación, la plegaria, la repetición de mantras, los intercambios con seres excepcionales o la intervención de curadores que conozcan estos aspectos en su profundidad.

El desequilibrio actúa en el plan físico y psicológico, en los planos visibles e invisibles. Cuando está perturbado en los planos sutiles, esa disfunción envía señales al cuerpo y al espíritu. Si, a pesar de esos avisos, no se hace nada por intentar corregir ese desequilibrio, la enfermedad empieza a manifestarse a través de síntomas primarios: falta de entusiasmo, falta de ganas, tristeza, irritabilidad o cólera, etc. Luego aparecen los síntomas físicos como la fiebre, el dolor de cabeza, de garganta o de vientre, etc. Así, según el ayurveda, el dolor y la fiebre son manifestaciones del sistema de alarma del cuerpo que indican que una enfermedad va a declararse y que, si no se hace nada, el cuerpo «se pondrá en huelga» y dejará que se instale la enfermedad.

Las etapas que conducen a la enfermedad

Los textos antiguos describen siete etapas para que la enfermedad se instale. La primera etapa es el desequilibrio de los doshas, pero aún es posible actuar para corregirlo. La segunda etapa es la de la acumulación: la circulación de energía empieza a ser molestada, por exceso de toxinas, lo que provoca la malnutrición de los tejidos periféricos. La tercera etapa es el agravamiento: la acumulación se hace más importante. La circulación queda totalmente bloqueada. Luego viene la propagación: dado que la energía ya no puede circular por su canal habitual, recorre otros circuitos y se lleva con ella las toxinas. La etapa siguiente es la de la localización: el desequilibrio se instala en otras zonas aparte de la zona de origen y aparecen los signos precursores de la enfermedad. En la etapa de la manifestación aparecen los síntomas diversos. En la de la diferenciación o de la complicación, esos síntomas dibujan el cuadro de una patología determinada.

De este modo, la medicina alopática solo reconoce la enfermedad cuando ha llegado al quinto estadio, ¡el de la localización! Se entiende el campo tan inmenso que puede abrir el ayurveda en términos de conocimiento del ser humano, de prevención y de curación. ¡Es obligación nuestra identificar las primeras etapas, bloquearlas y actuar antes de que la enfermedad se instale!

De todos modos, el ayurveda no trata todas las enfermedades. En el caso de enfermedades graves o incurables, su objetivo no es necesariamente curar sino mejorar el bienestar y el espíritu positivo del enfermo.

El bienestar a través del ayurveda

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