Читать книгу El bienestar a través del ayurveda - Kiran Vyas - Страница 9

Оглавление

Los conceptos de base del ayurveda

El ayurveda describe un determinado número de términos y conceptos que deben explicarse bien con el fin de constituir una plataforma de conocimientos que va a permitir captar todos los matices.

Distinguiremos los elementos como conceptos a través de la letra mayúscula.

Los cinco elementos

El ayurveda está basada en la teoría de las cinco energías, o cinco elementos, los pancha maha bhutas. Son el éter, el aire, el fuego, el agua y la tierra.

Estos cinco grandes elementos, aunque poseen un vínculo con la materia que conocemos en la naturaleza (el agua de los ríos, la tierra del jardín, etc.), son más bien unos conceptos energéticos, que engloban nociones más amplias, situadas muy por encima de la realidad física o fisiológica.

Según Albert Einstein, todo es energía. La masa puede transformarse en energía y viceversa, según la famosa ecuación E = mc2, donde E es la energía, m es la masa y c la velocidad de la luz. El ayurveda postula desde hace siglos que todo es energía, una energía que se manifiesta bajo diferentes formas, de la más sutil a la más concreta.

La energía se manifiesta en primer lugar bajo forma etérica. Es la energía del espacio, del cosmos o Akasha, el éter.

Después, se condensa, permaneciendo invisible, y se convierte en la energía dispersada del alemento aire o Vayu, el estado gaseoso. Vayu contiene 1/5 de Akasha y 4/5 de elemento aire. Condensándose aún más, se convierte en la energía del fuego, Agni o Tejas. Es la energía de la luz, ascendente, visible pero intangible. Agni está formado por 1/5 de Vayu y 4/5 de fuego. En la siguiente etapa, viene el concepto del elemento agua, Apas o Jala. La energía entonces es líquida, fluida; se ve, se toca, pero aún no tiene su propia forma, adopta la forma de lo que la contiene. Se mantiene ligera, se filtra de arriba abajo. Jala contiene 1/5 de Agni y 4/5 de agua. En último lugar, aparece el elemento tierra o Prithivi, que es la materia, lo sólido, lo estable, la estructura y la forma, la rigidez. Es asimismo la inmovilidad, la inercia o la energía potencial. Prithivi contiene 1/5 de Jala y 4/5 de tierra.

El cuerpo, la tierra y el Universo entero funcionan a partir de la misma energía. Para el ayurveda, la energía que hace mover toda una galaxia es la misma que la que ofrece todo su esfuerzo para hacer que se abra una flor en un desierto. Por ello las energías que rigen el macrocosmos son idénticas a las que operan en el microcosmos. El hombre es un microcosmos de la naturaleza. De este modo, los cinco elementos de base rigen el cosmos como el cuerpo humano. Y por último, es la unidad, la armonía entre esos cinco elementos, su interpretación profunda y su comunicación permanente lo que constituye el ayurveda: es la vida en movimiento.


Los elementos pueden ser descritos a través de varios calificativos. Recordarlos de forma permanente nos ayudará de ahora en adelante.

Akasha, el éter

Akasha es como un vacío aparente, como el espacio entre los planetas o entre las células. Es transparente, ligero, libre, en movimiento. Es claro, fresco. Está fuera del tiempo, es impalpable, sutil; no opone resistencia alguna. No tiene límites acabados, es expansivo, es decir, se reparte por todas partes. Es omnipresente. Es el elemento más complicado de describir porque no existe una comparación fácil.

Se observa que el elemento éter, el principio más sutil, está contenido en todos los demás elementos, y que el elemento tierra, el más concreto, contiene un poco de todos los demás elementos.

Vayu, el aire

Vayu es móvil, dinámico, rugoso, seco, en movimiento, erosivo, vibrante, claro, transparente, sutil (pero menos que el éter). Vayu es fresco (en el sentido energético, no en el sentido de la temperatura —el aire, como elemento natural, puede ser glacial o caliente—). Es ligeramente palpable (como el viento) y puede estar contenido en unos límites, como un gas en una botella. Es el aire de nuestro cuerpo (pulmones), pero también el aire que circula en las galaxias. Se parece un poco al viento, aunque esta comparación es algo aproximada.

Agni, el fuego

Agni es una naturaleza caliente. Es cortante, seco, radiante, intenso, penetrante, luminoso, ligero, brillante, fogoso y dinámico, como una llama en una chimenea. Su movimiento va hacia arriba. Posee la capacidad de transformar (estado de la materia, cocción, metabolismo, etc.), pero también de destruir si aparece en exceso.

Jala, el agua

Jala está caracterizado por su fluidez, su liquidez. Su movimiento va hacia abajo. Es huidizo y adaptable (su forma se adapta a su continente). Jala es de naturaleza fresca (independientemente de su temperatura como elemento natural). Es húmedo, pesado. Parece redondo, tierno, suave. Actúa al mismo tiempo como solvente y como agente de cohesión. Tiene una acción en los procesos de capilaridad. Según las circunstancias, está asociado a otros elementos, puede ser también cortante y duro (proyectado a gran velocidad), oscuro o claro (como el agua de un charco o de una cascada). Su velocidad es variable (estancado como en un pantano o vivo como en un arroyo).

Prithivi, la tierra

Prithivi es pesado, sólido, frío, fijo, rígido, estable, duro, estático, lento, grosero, denso. Es resistente, da su forma a las cosas. Es el Elemento que tiene más límites exteriores. Es el lado más tangible y más concreto.

Los tres doshas: vata, pitta, kapha

Doshas y elementos

El ayurveda asocia los cinco elementos —éter, aire, fuego, agua, tierra— de dos en dos para crear tres doshas: vata, pitta y kapha. Así, los doshas son los tres conceptos de energía, los tres conceptos de la naturaleza, o bien los tres conceptos de nuestra propia naturaleza, de nuestra trama de base. Se les llama a veces «humores», lo que nos remite a nuestros conocimientos de los humores según Hipócrates o a la noción de «terreno». Esta referencia puede ayudarnos a aproximar el concepto de dosha, aunque no se trate de lo mismo. Estos términos serán utilizados para describir la constitución del ser humano, pero también para hablar de la alimentación y para describir todo el entorno del hombre.

Cada uno de nosotros posee en sí mismo los cinco elementos, en unas proporciones distintas. Son esas proporciones las que nos dan nuestra tendencia, nuestra naturaleza profunda, vata, pitta o kapha.

Cuando el elemento éter se asocia al aire, se habla de dosha vata (aire mayoritario).

Cuando el elemento fuego se asocia al agua, se habla de dosha pitta (fuego mayoritario).

Cuando la tierra se asocia al agua, se habla de dosha kapha (tierra mayoritaria).

Las características de los doshas

Si se retoman las características de los e lementos que hemos visto antes y se combinan entre sí, se deducen las características compuestas de los doshas.

VATA

Vata se asocia al movimiento. Es la energía que hace moverse, andar, eliminar, hablar. Es el que da la velocidad, el movimiento. Vata se desplaza en el cuerpo. Gobierna el sistema nervioso y «da las órdenes».

Cuando la energía de vata falta, ya nada se mueve, todo se estanca y ya no se producen eliminaciones. En el cuerpo, vata permite al influjo nervioso y a los fluidos circular (sangre, linfa, etc.). Permite la eliminación, la expulsión (de los desechos metabólicos, pero también del bebé en el momento del parto).

En la naturaleza vata, el aire predomina. La persona es aérea, tiene siempre tiene ganas de moverse (la mirada, las manos, etc.), tiene una imaginación desbordante, sueña mucho. Puede ser volátil, irregular en sus ritmos y en sus acciones, tener tendencia a exagerar, a hablar mucho.

En el ámbito físico, una persona vata posee las características asociadas, como la sequedad (piel seca, grietas, estreñimiento), la ligereza (cuerpo generalmente delgado), la rugosidad (articulaciones que crujen).

PITTA

Pitta se asocia a la transformación. Es cálido, corrosivo, ligero pero con un olor fuerte. Es resbaladizo y líquido. En la naturaleza pitta, la inteligencia es aguda, la persona ama la música y las artes, es calurosa, generosa y demuestra comprensión. Es enérgica, entusiasta. Puede ser susceptible, colérica si pitta está en exceso, rencorosa y celosa.

Desde el punto de vista físico, el metabolismo es potente; puede haber sensaciones de calor, incluso inflamaciones. Pitta está asociado a la piel, a la vista.

KAPHA

Kapha se asocia a la estructura. Es viscoso, frío, pesado, lento, muy liso. Es pegadizo al tacto.

La naturaleza kapha posee un cuerpo físico con ángulos redondeados; le gusta la estabilidad, la inmovilidad que tiende a la pereza. Una persona de naturaleza kapha demuestra amor, compasión, estabilidad, fidelidad y respeto por sus promesas. En el campo físico, kapha permite la asimilación y garantiza los flujos.

Localización y acción de los doshas en el cuerpo

Cada dosha tiene una «sede social», una localización prioritaria en el cuerpo.

Vata está localizado esencialmente en el intestino grueso (colon, recto), el bazo y el esqueleto. Actúa en la parte baja del cuerpo (piernas, pelvis, etc.).

Pitta está localizado en el sistema digestivo, la válvula ileocecal, el píloro, el sistema circulatorio, la sangre, la linfa, las células y el sudor. Actúa en la parte media del cuerpo.

Kapha está localizado sobre todo en el aparato respiratorio, en el estómago, el sistema linfático, la cabeza, las articulaciones, el cuello, los tejidos adiposos, las mucosidades y las serosidades. Actúa en la parte alta del cuerpo y en el pecho.

De forma simplificada, en cuanto una disfunción aparece en el organismo, es consecuencia del desequilibrio de un dosha; así, por ejemplo, un dolor está vinculado a un desequilibrio de vata, el calor (fiebre) está en relación con un desequilibrio de pitta, una comezón se debe a un desequilibrio de kapha.

Existen dos métodos simples para reequilibrar los doshas; el primero es calmar, apaciguar (por ejemplo, en caso de un problema digestivo, se absorbe algo para digerir mejor); el segundo es la purificación, que debe ser lo suficientemente eficaz para eliminar el dosha en exceso en el cuerpo (ayuno o purificación a través de los panchakarmas, ver p. 81).

La constitución: prakruti y vikruti

Para vivir mejor, el ayurveda nos invita a entender mejor nuestra naturaleza profunda. Como hemos visto, cada individuo posee una constitución propia, la combinación de diferentes proporciones de vata, pitta y kapha que le caracteriza. Sin poder cuantificarlos exactamente, se trata de localizar en un individuo cuáles son los parámetros dominantes que le definen.

Existen ocho constituciones. En primer legar, aquella en que vata es dominante, aquella en que pitta es dominante y aquella en que kapha es dominante. Así pues, la constitución puede ser: vata-pitta, vatakapha, pitta-vata o pitta-kapha. La constitución más rara es aquella en que vata, pitta y kapha están en proporciones equivalentes.

Vata, pitta y kapha se describen aquí de forma sucinta, para una primera aproximación. En realidad cada dosha posee cinco sub-doshas y los detalles aumentan, así como su complejidad.

Para un ser humano, se consideran dos aspectos. En primer lugar la constitución de base del individuo, la proporción de doshas que posee en el momento de nacer, noción que podría asimilarse al «terreno», a una forma de herencia, un conjunto de características de base. Esta naturaleza no se puede cambiar. Se llama prakruti. La prakruti está determinada en parte por los padres en el momento de la concepción.

Luego viene la influencia de un determinado número de criterios, de parámetros exteriores (clima, modo de vida) e interiores (alimentación, higiene de vida, emociones, etc.) y de variaciones (estaciones, edad, acontecimientos, etc.) en un momento dado de la existencia. En efecto, el ser humano está continuamente en contacto con los cinco elementos del Universo. Cada vez que comemos, introducimos una proporción de esos elementos en nuestro cuerpo; cada vez que escuchamos a alguien, que leemos algo, algunos elementos se captan y se absorben. Así, ese contacto está en constante evolución. De este modo, el intercambio, el contacto y la fusión de nuestro ser con el entorno modifican la relación de los elementos y, por lo tanto, de los doshas en nuestro cuerpo; por ejemplo, la humedad de la Naturaleza aumenta kapha en nosotros, o bien, si nuestro entorno está constituido por personas coléricas (elemento fuego) influirá nuestro pitta. Esa influencia modifica (aumenta o disminuye) vata, pitta, kapha y encontramos un porcentaje de doshas diferente del de nuestro nacimiento. Ese cambio, esa diferencia, se llama vikruti.

El ayurveda nos puede ayudar a adaptarnos a esos parámetros variables; algunos pueden ser modificados (la alimentación), otros nos son impuestos (el clima), pero podemos adaptarnos a ellos a través de medidas correctoras, en cierta medida. Por el contrario, si el desequilibrio es demasiado importante, la vía queda abierta a la enfermedad.

La noción de prakruti es muy utilizada por los terapeutas. A través de los pulsos, los exámenes clínicos, las preguntas, pueden conocer la naturaleza profunda del momento (vikruti). Para conocer la prakruti, los pulsos se toman muy pronto por la mañana, antes del desayuno o incluso al alba. Los pulsos entonces son mucho más significativos de la verdadera naturaleza de origen.

Hay múltiples pulsos vinculados a los doshas. No se trata solo de la pulsación arterial, puramente rítmica.

El médico también observa el entorno del paciente. Le pregunta acerca de su trayectoria, su historia, acerca de sus padres y sus abuelos. También examina los parámetros del entorno, del trabajo, de la vida social, del clima en que evoluciona el paciente. Ello permite dar su justa medida a cada factor y localizar realmente la naturaleza del individuo (que a veces se oculta bajo falsos indicios, proyecciones o incluso adaptaciones indispensables), evitar las interpretaciones precipitadas y aproximadas, pasar por encima de los elementos más evidentes, que a veces son características desarrolladas por la persona para adaptarse a su entorno, a su medio social, pero que no corresponden necesariamente a su naturaleza real.

Los siete dhatus o tejidos

Literalmente, en sánscrito, dhatu significa «sostener» o «alimento». Otra traducción podría ser también «tejer». Los siete dhatus son: rasa, el zumo nutritivo; rakta, la sangre; mamsa, los músculos; meda, la grasa; asthi, los huesos; majja, la médula, y shukra, el semen o los tejidos seminales, reproductores.

Los dhatus son los constituyentes que sostienen la estructura del cuerpo físico. A menudo son identificados como los tejidos, la sangre, los músculos, los huesos, pero la comparación es incompleta, ya que si recordamos el significado de «alimento», debemos precisar que designa no solo el nutriente material, la alimentación, sino también el nutriente emocional, mental, espiritual, lo que vemos, sentimos, escuchamos, etc. Los dhatus construirán el cuerpo físico, sostendrán la mente, lo emocional, y así al ser humano en todas sus dimensiones.

Según el ayurveda, los dhatus deben ser fuertes, armonizados, en proporciones justas para conservar una buena salud. Como para los parámetros de una fórmula sanguínea, pueden variar un poco, pero dentro de unos límites precisos.

La función de cada dhatu

Tras haber digerido la comida, existe la separación entre todo lo que es bueno (asimilable) para el cuerpo y lo que va a transformarse en rasa, lo que de momento no es necesario, los residuos, o mala (ver p. 25-26). Los residuos, a fuerza de acumulación, se transforman en toxinas, o ama.

Es muy importante en ayurveda y en otros enfoques orientales no limitarse al significado primero de las palabras, sino a todas sus equivalencias o evocaciones que pueda contener.

Por ejemplo, rasa, zumo alimenticio, no es ni el plasma, ni la linfa ni el contenido del estómago, es la energía alimenticia en el sentido amplio. Del mismo modo, rakta no es solo la sangre, sino todo lo que es líquido y que alimenta al cuerpo. Ashti no designa simplemente los huesos, sino todo cuanto es sólido en el cuerpo.

Los siete dhatus son interdependientes, de ahí la necesidad de que todos estén equilibrados. Un proceso de transformación del uno al otro permitirá a cada dhatu alimentar al siguiente. Este proceso genera unos productos de eliminación que son específicos de cada dhatu.

Rasa es el producto bruto, el material de base para preparar rakta (la sangre) —que aporta el sentimiento de satisfacción.

Rakta, la sangre, nos mantiene en vida, purifica el color de la piel, prepara la energía de los músculos (mamsa) y los alimenta. La sangre está considerada como fluido vital primordial y como soporte alimenticio.

Mamsa (los músculos) se halla en el origen del crecimiento del cuerpo, da la fuerza, engendra meda (la grasa). Mamsa incluye los músculos lisos, los músculos estriados y el músculo cardíaco.

Meda permite cubrir el esqueleto de lípidos y de músculos para dar la forma y la belleza del cuerpo. Los lípidos aportan su estructura oleosa a la piel y le otorgan su lustre. En el interior, los lípidos aportan la ligereza a las articulaciones. El producto de eliminación de meda es el sudor. Meda alimenta ashti (los huesos).

Ashti permite construir el armazón del cuerpo, es su estructura sólida. Sus productos de eliminación son los cabellos, las uñas y los pelos. Ashti engendra majja (la médula espinal).

Majja se halla en medio de los huesos, da afecto y amor, prepara shukra. Los productos de eliminación de majja son las mucosidades, la piel y las heces.

Shukra es lo que crea el afecto y la atracción. Ayuda a la procreación. Shukra se desarrolla bajo una forma potencial en el feto, pero solo se manifiesta a partir de la adolescencia. Shukra es la propia esencia de rasa, como la jalea real, por analogía, sería la esencia extraída de las flores, del polen y de la miel.

El concepto de ojas

Al final de la cadena de transformación de los dhatus se produce ojas.

La palabra ojas significa «luz». Cuando el proceso de transformación de los siete dhatus llega al final de su ciclo, la esencia residual de shukra —de existir— se transforma en ojas. Es ojas, vinculado a la noción de inmunidad, lo que impide la degeneración del cuerpo y del espíritu.

Ojas circula por todo el cuerpo, como una luz perceptible pero sutil, como un aura. En estado puro, ojas presenta un color blanco o dorado. Ojas es lo que da la personalidad a cada ser humano.

Por lo tanto, se entiende la importancia, para una buena salud global, de velar porque el conjunto del proceso de transformación de los dhatus se desarrolle bien.

Los trece agnis o Fuegos

Agni designa al Fuego y su poder de vida y de transformación. Según el ayurveda, agni es el que mantiene la temperatura corporal. Es el que permite ligeras variaciones, ya sea elevándola, en caso de infección bacteriana o viral (la fiebre es entonces un medio de reacción del cuerpo para eliminar el cuerpo extraño), o bajándola para ciertas partes del cuerpo (partes genitales).

El concepto de fuego, o agni, es una energía sutil notada como un calor, como una fuerza. Ello puede designar tanto el fuego digestivo como el fuego emocional. El fuego digestivo se asimila entonces a la capacidad de digestión, con las encimas y todas las secreciones digestivas que tienen una función importante en el metabolismo, por analogía con el fuego transformador. El fuego emocional da la pasión del amor o la luz del intelecto, que nos aporta la razón, la clarividencia y la inspiración.

Por analogía con lo que vemos del fuego, las llamas vivas que calientan y confortan, agni también produce emocionalmente los estados de entusiasmo o de depresión, según si funciona correctamente o es deficitario. El fuego también es signo de amor.

Del mismo modo, se asocian al fuego los conceptos de fuerza, de poder, de salud, de longevidad. Esta energía es necesaria para el buen funcionamiento de todas las actividades vitales del ser humano. Si se debilita, la enfermedad se instala, e incluso puede suponer la muerte. Agni es lo que da la vida y la alegría de vivir.

El ayurveda define trece agnis. El más importante, el más potente, es jatharagni, el fuego digestivo. Es el que nos permite digerir lo que comemos, y así podría simbolizar el metabolismo digestivo. Esta imagen parece la más fácil de entender, pero desde un punto de vista más emocional, agni permite también «digerir» las informaciones: una palabra desagradable que nos «queda en el estómago», una situación que no habíamos «digerido»… ¡Si nuestro fuego digestivo es potente, podemos transformar mejor las informaciones parásitas y desagradables, los alimentos algo pesados para nuestro estómago y nuestros sentimientos! El fuego digestivo disminuye, entre otros, si la alimentación es inadecuada, de mala calidad, absorbida cuando no se tiene hambre, si se come demasiado o demasiado poco, si las emociones desestabilizan al individuo, etc.

Luego vienen los cinco fuegos asociados a los cinco elementos —agni del éter, agni del aire, agni del fuego, agni del agua y agni de la tierra—, y después los siete fuegos asociados a los siete dhatusagni de rasa, agni de rakta, agni de mamsa, agni de meda, agni de ashti, agni de majja, agni de shukra— que permiten transformar un dhatu en otro.

En ayurveda, en general se habla de una buena salud cuando los doshas están equilibrados. Así, a veces basta con estimular simplemente el fuego digestivo para un retorno rápido a la normalidad. Un buen remedio ayurvédico utiliza mucho el concepto de agni.

Para estimular agni, el ayuno es un posible procedimiento (con toda la prudencia que exige esta técnica, por supuesto). A menudo, el organismo está sobrecargado, como el fuego de la chimenea que se ha llenado de grandes troncos. Las llamas no consiguen quemarlos. El ayuno, eliminando las sobrecargas, permite una recuperación del fuego. Las técnicas de panchakarma (las purgas, ver p. 81) se asemejan a un deshollinamiento de chimenea, y facilitan la circulación y el buen desarrollo de los procesos metabólicos.

Agni, en su dimensión fuego del entusiasmo, de la valentía, de la voluntad, también puede asociarse a los procesos de curación. Actúa como una llama interior que sube hacia arriba y que contrarresta la depresión, la negatividad, etc.

Puede considerarse que un fuego que funciona bien sabe gestionar la información: en los procesos metabólicos, participa en la elección entre lo que es bueno para el organismo y lo que no.

Los tres malas o eliminaciones

Mala significa «residuo» o algo que hay que eliminar. Es todo cuanto no es útil para nuestro cuerpo en un momento dado. Mala tiene un componente muy físico, pero también un aspecto más sutil. Una mala palabra que recordamos y que nos «envenena» es mala. Los tres malas principales son purisha, las heces, mutra, la orina y prasweda, la transpiración.

De todos modos, puede decirse que existen tantas posibilidades de eliminación de los malas como orificios hay en el cuerpo (nariz, orejas, boca, ojos, ano, orificios genitales, orificio urinario).

Una vez digerido el alimento, todo lo que es necesario para el cuerpo en ese momento es absorbido; el resto es eliminado. La mayor parte de esta eliminación es efectuada por purisha. El exceso de agua en el interior del cuerpo es eliminado por la orina. Se lleva los residuos metabólicos, filtrados por el riñón. Respecto a la transpiración, ayuda a equilibrar la temperatura corporal. También influye en la producción de orina. En efecto, en invierno, el cuerpo transpira menos, y la producción de orina es más importante; mientras que en verano, el cuerpo transpira más y la producción de orina es más débil. Praweda ayuda al mantenimiento del sistema piloso del cuerpo.

Los vegas o necesidades físicas

Los vegas físicos son las trece necesidades naturales que hay que evitar reprimir, so pena de acumular toxinas en el cuerpo. Son las ganas de estornudar, de toser, de orinar, de evacuar, de comer, de bostezar, de dormir, de llorar, de respirar, de eliminar los gases intestinales, de eructar, de vomitar y de eyacular.


Los cinco koshas o cuerpos

El ayurveda postula que el ser humano está compuesto de cinco cuerpos, o koshas, y que no es simplemente un ser físico compuesto de piel, de músculos, de grasa, de huesos, de órganos; un tema del que ya hemos hablado a fondo al abordar los diferentes conceptos del ayurveda. Así, el hombre posee un cuerpo físico sutil en el que circulan las energías, las corrientes, un cuerpo afectivo —o cuerpo de energías vitales—, un cuerpo mental (manas, ver p. 29) y un cuerpo físico o espiritual (el alma).

Los cinco envoltorios, o cinco cuerpos energéticos, son: annamaya kosha, el envoltorio físico, el cuerpo físico; pranamaya kosha, el cuerpo vital o cuerpo bioenergético; manomaya kosha, el envoltorio mental; vijnanamaya kosha, el envoltorio del conocimiento intuitivo; anandamaya kosha, el envoltorio de la beatitud, de la alegría eterna e inmensa.

El cuerpo físico

Aparentemente esto no necesitaría comentarios… Se trata de lo que tocamos, de lo que vemos de nuestro cuerpo, su anatomía, sus órganos. De todos modos, observemos que para el ayurveda el cuerpo físico incluye el cuerpo físico sutil (ver p. 26), los circuitos y centros energéticos (los nadis que podríamos asimilar a los meridianos, ver p. 36-37, o los chakras, los plexos energéticos, ver p. 32).

El cuerpo físico (salud, belleza) es en esencia el núcleo de esta obra.

Lo vital o afectivo

El equilibrio de la vida afectiva es indispensable para el hombre y su salud. Lo afectivo, o vital, es la energía del entusiasmo, el dinamismo realizador, el poder, la belleza, la creatividad, el amor, etc. Es una energía que, en relación con nuestro ideal, hace progresar y evolucionar. Es esa energía vital que forma el carácter, la personalidad. Cuando lo afectivo posee una «buena salud», la energía de curación, la energía de la vida, la energía del desarrollo, la energía de la alegría se movilizan y apoyan todo cuanto emprendamos. Al mismo tiempo, esa energía vital y afectiva puede compararse con un tirano despótico, exigente, que no quiere ser dirigido, ni por lo mental o por el intelecto, ni por la razón o por el pensamiento, ni por el cuerpo, que establece su propia ley. En cuanto se siente decepcionado, intenta confundir los puntos de referencia, en todos los ámbitos y a todos los niveles.

Este cuerpo afectivo, o vital, depende del elemento agua. Y como el agua, puede tanto repartirse, extenderse, «fluir» hacia el nivel más bajo, como brotar como una cascada. Así, una persona dominada por un vital poco equilibrado se sentirá débil, carecerá de entusiasmo; pero si lo vital está equilibrado, estará llena de movimiento, de viveza, de frescor y de alegría.

El cuerpo afectivo también está vinculado a los cinco sentidos (vista, oído, gusto, tacto, olfato). Según el ayurveda, el bienestar y la salud de los cinco sentidos solo pueden obtenerse a través de una pedagogía particular, que permite adquirir una disciplina personal, al mismo tiempo rigurosa y flexible. Esta pedagogía puede declinarse según tres ejes principales.

En primer lugar, la pedagogía de lo afectivo debe empezar por una educación general de los sentidos y de su funcionamiento, a la que se añade la cultura del discernimiento y del sentido estético. Este recorrido conducirá a una salud psicológica, en que lo afectivo buscará en sí mismo la belleza, la armonía, la simplicidad y la pureza. Las actividades artísticas, la música y las artes, en general, darán su esencia y su forma a esta energía vital de lo afectivo.

El segundo eje consiste en mantener una relación permanente con los cinco elementos. Así, toda actividad que permita el contacto con la tierra —como cavar, romper piedras, arrancar malas hierbas— calmará, apaciguará los trastornos interiores y afectivos. El agua viva, que fluye, que brota, tiene una buena influencia en nuestro estado de espíritu, regenera el cuerpo y arrastra con ella las preocupaciones y las contrariedades del día a día. Así, podemos calmarnos tomando una ducha o un baño de mar, o, aún mejor, caminando descalzos en el agua que fluye en un arroyo. La presencia del elemento fuego, bajo todas sus formas, influye positivamente en lo afectivo. En invierno, un fuego en la chimenea es una excelente terapia, puesto que las llamas tienen la capacidad de quemar las vibraciones negativas y emitir positrones. También simplemente puede mirarse la llama de una vela, la luz del sol, la belleza de la naturaleza, que introducen en el corazón un sol interior que quema los pensamientos negativos.

LOS SENTIDOS Y LOS ELEMENTOS

Los elementos están asociados a los cinco sentidos. El éter está asociado al oído, el aire está asociado al tacto. El fuego está asociado a la vista. El agua está asociada al gusto y la tierra está asociada al olfato.

Los beneficios del elemento aire se usan sobre todo con el aliento y el dominio de la respiración profunda. Dar grandes paseos al aire puro permite un mejor dominio de lo afectivo. El pensamiento está vinculado al aliento, a la respiración. Por ello, los lugares en que el aire es puro, lejos de cualquier polución, nos recargan poco a poco.

También podemos intentar recrear la armonía a través de la presencia del elemento éter. Las vibraciones del sonido «Om» (ver p. 12) y de los cantos sagrados, el humo del incienso, la presencia de un gran maestro espiritual o cualquier enfoque espiritual pueden crear ese elemento y beneficiar al cuerpo afectivo.

Por último, el tercer eje para pacificar lo afectivo es simplemente dejar que actúe el tiempo. El tiempo sabrá curar las decepciones, los fracasos y los dolores.

De este modo, permanecer en contacto con los elementos y dejar actuar el tiempo esforzándose por mantenerse estable permite reencontrar el equilibrio perdido.

La mente

Nuestra mente es la sede de numerosos pensamientos más o menos útiles, más o menos parásitos, que nos gustaría poder apartar para llegar a la tranquilidad. Para conseguir calmar la mente, para llegar a usarla mejor, es importante conocer su estructura sutil, su psicología interior y oculta.

La mente, manas, que podemos describir con la ayuda de los tres doshas vata, pitta y kapha (ver p. 18), posee, como el cuerpo físico, tres gunas, o cualidades, que determinan la constitución mental: satva, rajas y tamas.

Satvaguna, el principio de movimiento, es la cualidad del ser que busca la pureza, la ligereza, el conocimiento y la armonía.

Rajoguna, el principio de energía, es la cualidad de los seres desbordantes, de entusiasmo, de organización, de fuerza y de vitalidad, más fácilmente guiados por los deseos, las pulsiones y la pasión.

Tamoguna, el principio de estabilidad, es la cualidad de los que tienen tendencia al reposo, a la inercia, la inacción, la pereza y la oscuridad.

Tamas también es la energía en su estado potencial. Esta energía tamásica, de todos modos, es necesaria. Esta forma de inacción permite el sueño, el reposo, no solo por su aspecto beneficioso, sino también por necesidad de regenerarse.

Cada uno de nosotros posee cierta proporción de satva, de rajas y de tamas. La importancia de cada una de estas cualidades varía de un individuo a otro, según los momentos del día, del mismo modo que vata, pitta y kapha a nivel del cuerpo físico. Cada una de las tres cualidades, satva, rajas y tamas, es importante, pero para desarrollar la armonía, la perfección, es preferible vivir cada vez menos en tamas y en rajas, para dar prioridad cada vez más a satva.


LOS VEGAS EMOCIONALES

Además de los vegas, o necesidades físicas (ver p. 26), también existen vegas emocionales que deben controlarse para acceder a la plenitud: son el miedo, la cólera, la tristeza, los celos, la avidez, los deseos y las dudas. Los vegas emocionales, por lo general, están vinculados al desequilibrio de un agni (ver p. 17). Si el ayurveda aconseja dejar que los vegas físicos se expresen naturalmente, sugiere trabajar en los vegas emocionales para transformarlos, canalizarlos a través de métodos apropiados como el yoga, las respiraciones, la meditación, la dietética y el contacto con la naturaleza. Unos métodos que permiten eliminarlos suavemente, en sus proporciones justas, evitando las presiones que pueden ser peligrosas para sí mismo y para los demás.

Además, la mente está formada de cuatro capas: la primera es el reservorio de las impresiones, en la que se almacenan todas las informaciones, sin selección ni clasificación; en la segunda se efectúa una clasificación, una organización de las informaciones brutas, donde —se encuentran los pensamientos y las reflexiones; la tercera incumbe al conocimiento intuitivo, sin reflexión, como una luz directa; la cuarta, la más elevada, contiene conceptos e ideas que pueden hacer evolucionar el mundo —es el espíritu de genio.

Estos cuatro «estadios» existen potencialmente en todos los seres humanos. Pero cada uno de ellos solo usa un pequeño porcentaje, esencialmente en los dos primeros estadios de la mente.

Los grandes filósofos y sabios indios proponen enfoques para educar a nuestra mente, sobre todo a través de la meditación (ver p. 200). Solo trabajando en esta dirección la mente podrá abrirse a la intuición, acoger las influencias más nobles y más constructivas, entender la vida más allá de la conciencia ordinaria y limitada, y ya no dejará llevarse por la ronda incesante de sus pensamientos inútiles.

El alma

El término alma se asocia sistemáticamente a conceptos místicos o religiosos. Para el ayurveda, el alma es nuestra verdadera realidad, nuestra conciencia, nuestra verdadera razón de ser, el verdadero YO o el verdadero SÍ MISMO. En la tradición india, se distingue el alma individual, en constante evolución (jiva atman), y el alma universal o cósmica (parma atman), más relacionada con anandamaya kosha, el quinto kosha, el envoltorio de la beatitud y de la alegría eterna.

Quienes son poco sensibles a la noción de alma tal y como la consideran las religiones pueden, sin embargo, admitir un enfoque más filosófico, próximo al descubrimiento de sí mismo, del descubrimiento esencial de la verdad, una búsqueda del absoluto.

El ayurveda nos dice que cuando el alma, ese ser interior o psíquico, está despierta, su luz irradia hacia el exterior. Entonces ya no hay enfermedades, sufrimientos, simplemente la beatitud, la conciencia amplia, la experiencia indescriptible de una fusión total con algo mayor que nosotros, la perfección, la armonía, más allá de toda imaginación, una experiencia de luz.

El bienestar a través del ayurveda

Подняться наверх