Читать книгу Versos libres encadenados - Ladislao Feder - Страница 20

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Siempre estás en mí

Cuando corrí y tropecé tú dijiste no es nada y seguí,

cuando no pude llegar tú dijiste vuélvelo a intentar y lo logré,

cuando mucho caminé tu dijiste no mires hacia atrás y al fin llegué,

cuántos puentes que crucé, cuántos días sin dormir.

Tuve mucho que luchar, muchas ganas de llorar

pero tú diste las armas para que pueda ganar,

si lo que he sido y soy te doy las gracias a ti,

si lo que dejé de hacer o es igual mi parecer

de lo que me falta ahora, de eso no hay que temer

porque soy como tú.

El amor y la amistad y esas charlas al caminar

del deporte y la pasión y esas ganas de gritar

de los sueños de los dos de Perón y el corazón

de la radio y la vía, tu más grande compañía.

De los años que se van de las ganas de abrazar

de las ganas de tenerte y que busques a mamá

de los rieles la estación impregnados en fueloil

y pedirte como ayer que me lleves en el vagón,

cuántos paseos en tren, tantos que parecen hoy.

Cuántas ganas de reír, cuántas cosas que vivir

cuántos legados brindados que gentil yo repartí,

hoy tu sangre sigue viva en tus hijos, en los míos

seguirá infinitamente por los siglos de los siglos.

Me enseñaste a caminar, a luchar por los demás

a tener la mente sana y a seguir por la verdad

a intentar no declinar a mirar hacia a un costado

solo para tomar el aire que necesitan mis pasos.

Y aunque hoy también soy papá

mis recuerdos nunca se irán

bien vendrían unos mates con mi viejo

y un abrazo para variar.

Versos libres encadenados

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