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Fundamentación Por Laura Hernández y Karina Alejandra Sarro

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En el marco global, atravesando una de las enfermedades epidémicas que más se han hecho sentir, extendiéndose a todos los sectores sin distinción de raza, color, estatus, etc., se llevó a cabo la iniciación del CEA 2020 con el propósito de acompañar, fortalecer y articular las prácticas que se están desarrollando no solo en las aulas, sino en la vida de todas las personas. Es una preocupación permanente y continua de construir de manera positiva actitudes y prácticas que favorezcan una relación armónica entre los componentes que conforman el ambiente a fin de contribuir a un cambio cultural, es decir, pasar de una cultura economicista a una cultura de pertenencia, de compromisos, de solidaridad.

La Educación Ambiental como campo de conocimiento transdisciplinar (Nicolescu, 1999) intenta superar las barreras de las disciplinas, ya que supone trabajar con un enfoque sistémico a partir de una mirada holística e integradora que permita considerar al ambiente en su globalidad y complejidad. Por ello, se hace necesario avanzar hacia propuestas de enseñanza que contemplen aspectos ecológicos, sociológicos, culturales, artísticos, tecnológicos, éticos, políticos, económicos, entre otros, para favorecer su comprensión.

En la Antigua Grecia Sócrates basó su método de enseñanza en el diálogo con sus alumnos como forma de adquirir conocimientos. Esta filosofía se llamó Mayéutica. Luego, en la década de los setenta, Timothy Gallwey se dio cuenta de que el peor enemigo de un deportista era su propia mente. Podemos ver entonces que desde hace décadas debe verse al ser humano desde una perspectiva holística, integrando todos los aspectos de la persona humana, de esta manera se puede llegar al éxito.

Hoy, se requieren personas que puedan intervenir como facilitadores del cambio para seguir creciendo en un contexto altamente complejo, con un mayor equilibrio entre la tarea y la relación entre sus partes, como también entre la teoría que se usa y la teoría que dicen aplicar.

Un punto importante para destacar es que no somos piezas de un rompecabezas aislado, vivimos en comunidad, cada vez más conectados por la tecnología, por lo que debemos preocuparnos y ocuparnos por todo lo que nos rodea, por los cambios que surgen en la naturaleza. Pensar que todo lo que nos rodea nos pertenece, cuidarlo, aprovecharlo de manera consciente y responsable es nuestro gran desafío.

Actualmente, no solo la educación está en urgencia, estamos atravesando un cambio cultural, económico, ecológico-ambiental, humano,, entre otros. Resulta fundamental abordar la contribución que hace la cultura que es el motor del desarrollo sostenible. Y si hablamos de cambio debemos replantearnos el concepto de paradigma “Los paradigmas son estructuras que poseemos en nuestra mente, nuestro modelo mental. Actúan como filtros que definen qué es correcto o incorrecto, según nuestro parecer. Es importante identificarlos, ya que, al momento de analizar y resolver un conflicto, estos paradigmas afectarán nuestra visión sobre él”.

Nuestra gran aliada es la educación, en ella encontramos todos los recursos necesarios para generar un cambio de paradigma, educar cada uno desde su lugar con pensamiento crítico y desarrollador de nuevas estructuras mentales para las sociedades actuales y futuras. Es el medio adecuado para desarrollar conciencia en la sociedad sobre la protección del ambiente y la supervivencia de la biodiversidad. Los niños y jóvenes serán entonces constructores de políticas activas en pos del ambiente, la construcción de nuevos escenarios en donde el protagonista es el ambiente.

Si el consenso alcanzado en las escuelas es amplio, y se ha generado un interés positivo hacia esta temática entre los alumnos, e incluso entre los padres, podemos plantearnos metas de mayor altura, que pasarían por intentar transformar el mismo espacio del centro educativo en un espacio ecológico.

Como también la puesta en marcha de actividades y llevarlas a la práctica las convierte en la herramienta necesaria para actuar en el contexto global actual, reafirmando la necesidad de que los vínculos entre los componentes del ambiente sean armónicos. Por lo tanto, considerar estrategias acordes a lo expresado para desarrollar en el aula y en la vida diaria es estimular una cultura de valoración y respeto del ambiente como asimismo incentivar la participación activa e integral de la ciudadanía en su conjunto.

Nos proponemos, por lo tanto, introducir un planteamiento que relacione e integre la Educación Ambiental desarrollada en ámbitos escolares con aquella otra que vienen desarrollando las organizaciones no gubernamentales, ayuntamientos, grupos ecologistas y comunidades autónomas, entre otras.

Creemos que requiere, como premisa previa, un estudio evolutivo que dé cuenta de las raíces de este accionar educativo y de su progresiva configuración como vía formativa de primer orden, atenta a un problema gravemente preocupante como es el deterioro de nuestro medioambiente. Digamos para concluir que, en palabras de un pensador latinoamericano, «la superación de una utopía solo se justifica si da lugar al nacimiento de otra aún más intrépida» (Benedetti).

Congreso Educativo Ambiental-CEA

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