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La dolarización no es un tipo de cambio fijo sino un nuevo sistema monetario financiero

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Han transcurrido dos años desde que el gobierno del Ecuador anunció que el dólar de los Estados Unidos reemplazaría el sucre como unidad de cuenta y medio de cambio. Con esta medida, el gobierno del presidente Jamil Mahuad intentó detener la debacle económica que atravesaba el país por efectos del grave deterioro del poder adquisitivo del sucre y la pérdida de confianza de la ciudadanía en la moneda oficial. La decisión de dolarizar se efectuó a pesar de la reticencia del Fondo Monetario Internacional, los bancos multilaterales y muchos “expertos” nacionales y extranjeros, que indicaron que el Ecuador no reunía los requisitos necesarios para adoptar un sistema de cambio fijo. Sin embargo, al cabo de dos años, se muestran resultados positivos en lo que respecta a estabilidad monetaria, reducción de la inflación y las tasas de interés y la recuperación de la confianza del público en una moneda estable.

Al principio no se entendía que al dolarizar cambiarían las perspectivas de los agentes económicos, que la gente al tener dólares iba a tener más confianza en la moneda y que el gobierno había perdido la posibilidad de imprimir su propio dinero. Esto es ya generalmente aceptado, sin embargo, lo que no se ha comprendido plenamente es que la dolarización no es simplemente un régimen de cambio fijo sino que es un sistema monetario-financiero que abre posibilidades al Ecuador no solo de mantener internamente una inflación de un solo dígito, sino de integrarse financieramente al mundo, al mercado de capitales.

Un elemento fundamental e inherente al sistema de dolarización es la integración financiera —ver “Ideas de libertad” n.o 67— que desafortunadamente no se implementó al mismo tiempo que la dolarización. La misma se basa en permitir la entrada de bancos privados internacionales que sirvan de intermediarios entre el mercado local y el mercado internacional de capitales; es decir, que los bancos puedan asignar indistintamente sus fondos financieros al interior o exterior del país. De esta manera, nuestro sistema financiero se podrá integrar al sistema financiero internacional.

No se trata, entonces, de que los bancos internacionales manejen únicamente las operaciones de empresas multinacionales, sino que puedan desempeñar las mismas funciones que cualquier banco local. La dolarización atraerá más capitales al país cuanto más rápido se integre financieramente el sector bancario local con el exterior. La integración financiera hará más competitiva la banca, lo cual redundará en un mejor servicio al cliente y mejorará su eficiencia.

La adopción de la dolarización lleva un ajuste del sistema de precios que está íntimamente relacionado con la tasa de cambio adoptada, que, en el caso del Ecuador, fue de 25.000 sucres por un dólar. Esta decisión se debió al temor de las autoridades del gobierno sobre su capacidad de hacer frente a la demanda de dólares. Se pensaba que se debía cubrir el 100 % de la demanda potencial de dinero del público por parte del Banco Central del Ecuador. Simultáneamente, se sabía que así se protegía más a la banca privada porque había el temor de que pudieran haber retiros de depósitos que agravaran la situación bancaria. La tasa que se adoptó fue muy alta, más de lo recomendable. Esta fue una equivocación muy costosa de las autoridades y de los asesores que intervinieron en la decisión. Por esta razón, se impuso a la dolarización un costo que no debió tener, y que aún lo estamos pagando. Dicho costo se manifiesta en más inflación y, consecuentemente, en un periodo más largo de ajuste de los precios relativos que todavía no ha terminado.

Es difícil precisar en cuánto tiempo el nivel de precios podrá ajustarse al nivel internacional. Como lo indicó Juan Luis Moreno Villaláz, especialista financiero panameño:

Los precios no se ajustan por igual; en una economía hay diferentes tipos de precios. Los productos importados y los productos exportados se ajustan automáticamente, porque sus precios ya están en dólares. Los productos transables, que compiten con las importaciones o las exportaciones se ajustan rápidamente, como las tarifas de hoteles. Sin embargo, hay productos locales, los llamados no transables cuyo ajuste es más lento, como por ejemplo, el valor de una casa, el valor de la tierra o los salarios, dependen de la demanda para que el precio cambie en el mercado.

En nuestro caso, la demanda efectiva ha sido muy baja porque cuando se dolarizó los ecuatorianos estábamos en muy mala situación económica. Según el Dr. Moreno Villaláz, sabremos que el sistema se ha ajustado, cuando la tasa de inflación sea igual o menor que la de los Estados Unidos como sucede en Panamá, que es 0,5 % más baja que los Estados Unidos. En ese momento puede ser que queden algunos precios relativos que aún no se hayan ajustado, pero la mayoría lo harán. Hasta entonces, la inflación en el Ecuador estaría dada por la inflación internacional más el rezago en el ajuste de precios aun no recuperado.

Es un error pensar que mediante decreto se pueden eliminar las fluctuaciones de los precios que se producen de manera normal en una economía y que reflejan la oferta y demanda de los productos. En ciertas épocas del año los precios son bajos debido al aumento de la oferta o de la cosecha, mientras que en otras épocas, la escasez eleva los precios como sucede actualmente con las papas. También aumentan los precios por incremento continuo en los costos de producción debido a la elevación de tarifas de luz, agua, teléfonos, precios de los combustibles y salarios. Estas, en el caso ecuatoriano, son políticas del gobierno que inciden negativamente en las variaciones de los precios.

La política de control de precios implementada por el gobierno no soluciona el problema de fondo, al contrario lo complica debido a que un control general de precios inevitablemente genera escasez y mayor especulación. La solución al problema de fondo debe apuntar más bien a eliminar todas las barreras al comercio exterior e interior y dejar que los precios sean las señales que reflejen la oferta y la demanda y las preferencias de los individuos en el mercado.

Ecuador, un país dolarizado: pasado, presente y futuro

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