Читать книгу La vuelta al mundo en 80 árboles - Leandro Cabrera - Страница 5
ОглавлениеCURIOSIDADES. El nombre común de esta especie, jacarandá, es una castellanización de un término de la lengua tupí-guaraní, yakara’na, que resulta de la fusión de dos palabras, hakua (‘perfume, aroma’) y renda (‘lugar’). Es decir que allí donde hay un jacarandá el lugar es fragante. En tanto, la lengua mbya-guaraní llama a este árbol ka’i jepopeté, es decir, ‘aplauso de mono’. Esto se debe al fruto del árbol, una vaina leñosa, elíptica, puntiaguda y de bordes ondulados que se abre para liberar sus numerosas semillas aladas. Durante el tiempo que permanece en el árbol, una vez abierta, el entrechocar de las vainas sacudidas por el viento da un indicio para explicar este nombre. El jacarandá forma parte de una de las canciones más populares de la música uruguaya: «Durazno y Convención», de Jaime Roos. En la primera estrofa de la canción aparecen estos versos: «La calle Durazno / muere sin saberlo / cuando se ilumina / toda de lila / en pleno diciembre / a la hora más lenta. / La siesta obligada / del jacarandá». Muchos turistas que llegan a la icónica esquina de Montevideo se asombran cuando no encuentran los jacarandás, pero en realidad no deben buscarlos allí, sino muchas cuadras hacia el este, cuando Durazno se trunca, es decir cuando «muere sin saberlo», al llegar a Bulevar Artigas.