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INTRODUCCIÓN
BITÁCORA DE UNA TRAVESÍA
ОглавлениеLa bitácora, del francés bitacle, por habitacle, es una especie de armario que se utiliza en las embarcaciones. Se ubica en la cubierta, cerca del timón, ya que allí se instala la brújula que facilita la navegación. En la antigüedad, la bitácora solía albergar un cuaderno (el “cuaderno de bitácora”), donde los navegantes registraban el desarrollo de sus viajes. Dicho cuaderno, al guardarse en la bitácora, era protegido de las tormentas y los avatares climáticos.
Con el tiempo, la noción de bitácora pasó a asociarse de manera casi exclusiva con la de cuaderno de bitácora
Una bitácora es, en la actualidad, un cuaderno o publicación que permite llevar un registro escrito de diversas acciones. Su organización es cronológica, lo que facilita la revisión de los contenidos anotados. Los científicos suelen desarrollar bitácoras durante sus investigaciones para explicar el proceso y compartir sus experiencias con otros especialistas.
Suele decirse que, cualquiera que sea el destino, todas las travesías comienzan del mismo modo: con el primer paso. Ese momento generalmente tiene un antes, que muchas de las veces empieza con un sueño, con una ilusión, con un deseo.
EL PUNTO DE PARTIDA
Cada quien podría explicar cómo es el proceso creador; su proceso creador. Hay quienes crean en soledad, quienes pueden hacerlo en medio del ruido cotidiano, en las tardes lluviosas, en las madrugadas trasnochadas. Y cada uno tiene su verdad. El proceso creador es y ocurre de acuerdo con quien lo expresa.
Al terminar un texto siento una enorme satisfacción que, supongo, se asemeja bastante a la experiencia de dar a luz, de haber parido; al mismo tiempo, tengo la sensación de haberme vaciado en la entrega, de haber dado mucho amor. Me sucede, entonces, un período de latencia donde van apareciendo reflexiones internas, hipótesis varias, teorizaciones, en las que voy anotando caótica y desordenadamente ideas sueltas con la esperanza de que algún día se transformen en un texto.
Este vacío es reparado más tarde con el amor de aquellos que me leen o me escuchan, me escriben y comparten conmigo sus gratitudes, sus aprendizajes, sus sensaciones de que en la lectura caminamos juntos compartiendo un diálogo y un encuentro.
Fue a partir de esas conversaciones y de otras que suelo mantener con mis pacientes, alumnos y coacheados de donde surgió la idea de comenzar a concebir otro hijo en forma de texto.
Fueron tus interrogantes, tus dudas, tus temores, tus confesiones, las que actuaron en mí como origen del proceso creador de esta obra. Fueron esos los desafíos que invitándome a la reflexión soplaron mis brasas y me motivaron a iniciar otra travesía.
Con-versar es “dar vueltas juntos”, y en este nuevo trayecto volveremos a entablar un diálogo intentando dar alguna respuesta a esas, tus inquietudes.
Fue en mi adolescencia, mientras cursaba el bachillerato, cuando se despertó mi vocación, en buena medida gracias a una profesora de psicología, quien me sugirió la lectura de algunos textos. Años después, cuando me gradué como psicólogo (en 1973), me encontré con un título en la mano, un corazón entusiasmado y un temor desesperante.
Ahí estaba yo con un sueño realizado, con toda la pasión, pero también con una gran carencia: no tenía experiencia. Durante la carrera en la Facultad de Filosofía y Letras (allí se cursaba Psicología en aquellos tempranos tiempos) no había visto ni mucho menos atendido a un paciente; la “experiencia” había sido el role playing de entrevistas de admisión, lecturas de casos clínicos y mi propia terapia. No había pasantías ni residencias.
Mi interés –además de mi tozudez taurina– había hecho que aún antes de mi graduación, ya avanzado en mis estudios y con la ayuda de mi hermana médica, ingresara en el Hospital Rawson como auxiliar en el área de atención psicológica del Centro de Adolescencia. Fue allí, participando como observador de todo lo que podía, donde comencé a satisfacer mi voracidad de aprendizaje.
Luego vendrían la graduación, la práctica hospitalaria, los cursos de postgrado, las especializaciones, los talleres, jornadas y congresos.
La responsabilidad que sentía era enorme y aun con el miedo del joven profesional inexperto pude hacerlo.
Como te conté en mi segundo libro (Wolk, 2007), siendo un joven recién graduado y preocupado por mi futuro en relación con el ejercicio profesional, consulté el I Ching1 preguntando si tendría éxito. Fue enorme mi sorpresa cuando la respuesta me sugería que emprendiera la búsqueda de un maestro experto. Para ello previamente debería reconocer con modestia mi inexperiencia y ser perseverante en el aprendizaje hasta apropiarme del saber.
Ya entonces el texto me anticipaba el camino del aprendizaje. ¡Buscar al maestro!
¿Dónde?; ¿quién?... Cualquiera, en todo lugar; en las personas y en la naturaleza; también me han enseñado los perros y las plantas. El aprendizaje no dependía del otro sino de mis ganas de aprender, y para ello debía encontrar al aprendiz humilde en mi interior.
Busqué los maestros y entonces aprendí que, sin duda, más allá de todo valioso aprendizaje académico, los más maravillosos y espectaculares espacios de aprendizaje fueron para mí la supervisión, mi propio proceso de análisis y la experiencia.
La supervisión era el espacio de confianza adonde podía llevar mi vergüenza, mis temores y mis dudas, sin miedo y sin pudor. Tuve que enfrentar mi arrogancia para darle a un otro la autoridad de enseñarme para continuar aprendiendo.
Hoy, sigo estando con la mente del aprendiz, aunque otros me honren considerándome su maestro.
Hoy, son otros los “Leonardo” entusiasmados, pero asustados de que, a pesar de haber certificado como coaches, necesitan y desean continuar aprendiendo.
Son ellos los que hoy, con un certificado en las manos, el corazón apasionado y un temor desesperante me preguntan “¿Y ahora qué?”, “No me siento competente, ¿cómo continúo mi aprendizaje?”.
Alguna vez, hace tiempo yo estuve en tus zapatos de recién graduado. Sintiendo lo mismo y preguntándome las mismas cosas.
[...] Un hombre de conocimiento es alguien que ha seguido de verdad las penurias de aprender.
¿Puede cualquiera ser un hombre de conocimiento?
No, no cualquiera.
Entonces, ¿qué debe hacer un hombre para volverse hombre de conocimiento?
Debe desafiar y vencer a sus cuatro enemigos naturales
... Titubeó un rato, pero luego comenzó a hablar.
–Cuando un hombre empieza a aprender, nunca sabe lo que va a encontrar. Su propósito es deficiente; su intención vaga. Espera recompensas que nunca llegarán, pues no sabe nada de los trabajos que cuesta aprender.
“Pero uno aprende así, poquito a poquito al comienzo, luego más y más. Y sus pensamientos se dan de topetazos y se hunden en la nada. Lo que se aprende no es nunca lo que uno creía. Y así se comienza a tener miedo. El conocimiento no es nunca lo que uno se espera. Cada paso del aprendizaje es un atolladero, y el miedo que el hombre experimenta empieza a crecer sin misericordia, sin ceder. Su propósito se convierte en un campo de batalla.
“Y así ha tropezado con el primero de sus enemigos naturales: ¡el miedo! Un enemigo terrible: traicionero y enredado como los cardos. Se queda oculto a cada recodo del camino, acechando, esperando. Y si el hombre, aterrado en su presencia, echa a correr, su enemigo habrá puesto fin a la búsqueda.”
–¿Qué le pasa al hombre si corre por miedo?
–Nada le pasa, solo que jamás aprenderá. Nunca llegará a ser hombre de conocimiento. Llegará a ser un maleante, o un cobarde cualquiera, un hombre inofensivo, asustado; de cualquier modo, será un hombre vencido. Su primer enemigo habrá puesto fin a sus ansias.
–¿Y qué puede hacer para superar el miedo?
–La respuesta es muy sencilla. No debe correr. Debe desafiar su miedo, y pese a él debe dar el siguiente paso en su aprendizaje, y el siguiente, y el siguiente. Debe estar lleno de miedo, pero no debe detenerse. ¡Esa es la regla! Y llega el momento en que su primer enemigo se retira. El hombre empieza a sentirse seguro de sí. Su propósito se fortalece. Aprender no es ya una tarea aterradora.
Carlos Castaneda
Las enseñanzas de Don Juan
Desafía tu miedo… ¡no te detengas! ¡Esa es la regla!
Busca tu maestro. Ejercita y supervisa. Es una travesía sin final.
Mi avidez por el conocimiento sigue en pie a pesar del tiempo y la experiencia transcurridos. Soy discípulo de otros maestros, aunque esencialmente, es la vida la que me enseña.
Siento fascinación por las palabras, tengo una maravillosa biblioteca y, entre otros, muchos libros que hablan acerca de la “muerte del padre” y de la elaboración de los duelos; atendí a muchas personas en procesos de pérdidas de seres amados y a pesar de conocer las evidencias de que no se puede tener padre para siempre, fue la “experiencia” de la muerte de mi propio padre el texto de mi vida con el que más aprendí.
Learning is experience. Everything else is just information.2 Albert Einstein
Vivir es un camino de aprendizajes, y una experiencia no sometida al intercambio con otros pierde su sentido más genuino.
La supervisión, tema del que conversaremos en este libro, es un espacio pertinente para el intercambio y el aprendizaje.
LA HOJA DE RUTA
¿Acerca de qué conversaré contigo en este libro? Será acerca de cómo continuar aprendiendo, cómo buscar la excelencia en el ejercicio del coaching y de cómo la supervisión, tanto para el recién graduado como para aquellos que ya hemos andado un poco más, se constituye en una extraordinaria oportunidad de crecimiento personal y profesional.
Lo que pretendo en este nuevo texto es transferir aprendizajes compartiendo experiencia.
Lo haré desde mi rol de coach, de formador de coaches y de supervisor, basándome en casos y sesiones de coaching con vivencias y experiencias tanto personales como de colegas coaches que me han honrado escogiéndome como su supervisor.
ESTRUCTURA DE LA OBRA
Coaching para coaches. Teoría y práctica de la supervisión consta de dos partes. En la primera –que incluye cinco capítulos– presento desarrollos y nuevos aportes para la teoría y la práctica de la supervisión en coaching.
En el capítulo 1 comienzo haciendo algunas distinciones básicas para que tengamos un lenguaje común a través del cual comunicarnos. En mi práctica cotidiana observo y escucho que no todos los coaches compartimos la misma definición para significar las cosas, lo que provoca frecuentes distorsiones y falta de entendimiento en nuestra comunicación. Lo hago para que puedas entender el marco referencial desde donde me dirijo a ti y cuál es mi manera particular de entender determinados conceptos y no con el ánimo de imponer verdades.
En el capítulo 2 presento un caso de supervisión en coaching. Tiene el objetivo de anticiparte lo que encontrarás en la parte segunda de este libro, pero también deseo compartir contigo una de las supervisiones más conmovedoras de mi existencia profesional y en la que se hace presente el concepto de interculturalidad. Es un claro ejemplo de cómo nuestras creencias, valores y otras expresiones de la cultura se manifiestan en toda comunicación e influyen en nuestra vida.
En el final de este capítulo –así como en otros de la segunda parte del libro– incluyo una apostilla como complemento teórico.
El capítulo 3 refiere a la supervisión como metodología de aprendizaje y de profundización en el rol del coach
En el capítulo 4 resalto la importancia del autoconocimiento para el rol del coach. Nuestras conversaciones entre alumnos y colegas suelen ser acerca del otro, del coacheado y no acostumbramos a hablar de nosotros. Trabajar con nuestra identidad personal y no solo profesional se hace imprescindible desde la responsabilidad del coach.
Incluyo en este capítulo –así como en otras partes del texto- algunos conceptos que, provenientes del campo psicológico, enriquecen nuestro quehacer.
En el capítulo 5, final de esta primera parte, me refiero y profundizo en el arte y propósito de la indagación.
La segunda parte, “Casuística”, consta de seis capítulos. Como su título lo indica, encontrarás allí casos y sesiones de coaching y partes de las respectivas supervisiones que realicé sobre ellas. También encontrarás ejemplos de aplicaciones prácticas, ejercitaciones y nuevas apostillas que complementan los desarrollos teóricos.
Los casos que leerás están basados en historias reales y solo modifiqué algunos datos para preservar el anonimato de los protagonistas.
Estoy en deuda y agradecido con cada uno de ellos por la generosidad con que han compartido sus experiencias y sus vidas.
Ya llegando a destino en la travesía encontrarás algunas reflexiones personales, así como dos anexos: el primero incluye una guía para observar una sesión de coaching y el segundo reproduce algunos testimonios; por último, la bibliografía que podrás consultar para profundizar y expandir tu aprendizaje.
Te doy la bienvenida y te invito, entonces, a caminar juntos las palabras.
Este libro también está dedicado a ti.
1 O libro de las transformaciones o mutaciones. Texto sapiencial milenario de origen chino.
2 Aprendizaje es experiencia. Todo lo demás es solo información.