Читать книгу Autismo - Lia Pistiner de Cortiñas - Страница 32

La actividad lúdica es una continuación en la vida despierta de la vida onírica

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Desintoxica las crudas emociones metabolizándolas y es una vía para devenirse sí mismo. Es un medio transformacional apto para tratar con lo nuevo, lo inesperado y con las experiencias dolorosas. El juego es una acción de ensayo que arroja su sombra sobre el futuro, posibilitando el aprendizaje por la experiencia emocional. Una niña que juega con sus muñecos se está ejercitando en el arte de “ser mamá”. En los niños autistas, que no juegan, el aprendizaje no es por digestión de experiencias emocionales sino por copia e imitación. Tienen el “arte” del aprendizaje mecánico. El niño autista no juega y los pacientes adultos con enclaves autistas tampoco. Si el paciente autista vive en un mundo de no-relación y transita en un espacio que es un no-lugar donde no son posibles las transformaciones, es necesario generar un espacio transformacional. En mi opinión este es el espacio lúdico, que el analista tiene que ir creando en la relación con su paciente, espacio que posibilita el contacto con el dolor mental y también con el placer. Este espacio, modulado por un marco de juego, al mismo tiempo atenúa lo terrorífico de la ansiedad y posibilita que la misma evolucione hacia formas menos atávicas.

Propongo considerar al juego como actividad estética y como condición para el desarrollo de la dimensión estética de la mente, que es la que posibilita una formulación de las experiencias emocionales no sensoriales a través de cualidades sensoriales manteniendo la diferencia. La función del juego en el crecimiento mental es uno de los fundamentos de la idea de construir un espacio lúdico. En el jugar se desarrolla el lenguaje analógico que es especialmente apto para mostrar una relación y para los vínculos emocionales.

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