Читать книгу La guerra cristera - Lourdes Celina Vázquez Parada - Страница 21

Toda comprensión es una interpretación

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Nuestra conciencia histórica tiene por objeto explorar los campos a través de los que se ha ido conformando nuestra identidad colectiva. Parte fundamental en la reelaboración de la historia de la Cristiada, ha sido la recuperación de los testimonios de protagonistas y testigos; de los olvidados por la historia oficial, pero cuyas experiencias hechas relatos impregnan nuestras visiones del mundo, nuestros sistemas de creencias y valores, así como nuestras maneras de actuar y afrontar la realidad cotidiana.

A través de la transmisión, casi siempre oral, de sus historias vividas, esta generación que fue silenciada durante décadas nos ofrece en sus testimonios sus explicaciones de la guerra cristera; las circunstancias que la originaron, el contexto en que se desarrolló, sus angustias, temores y esperanzas. En muchos casos, se desmitifica la historia oficial, sus héroes y mártires, y se destaca el papel de los propios héroes y mártires, a quienes la religiosidad popular canonizó espontáneamente, y quienes, en respuesta, les conceden milagros.

La interpretación de la conciencia histórica se realiza necesariamente mediante un proceso de comunicación, a través del cual los interlocutores abordan el problema y establecen un consenso. Para Gadamer, el medio no sólo más adecuado sino universal de la experiencia hermenéutica es el lenguaje: “El lenguaje es el medio universal en el que se realiza la comprensión misma. La forma de realización de la comprensión es la interpretación”.u La hermenéutica, entendida como el intento de dominar la comprensión por el arte, se realiza a través de un proceso lingüístico. Es en la comprensión donde se realiza la experiencia de sentido a través del lenguaje:

Todo comprender es interpretar, y toda interpretación se desarrolla en el medio de un lenguaje que pretende dejar hablar al objeto y es al mismo tiempo el lenguaje propio de su intérprete. Con esto el fenómeno hermenéutico se muestra como un caso especial de la relación general entre pensar y hablar, cuya enigmática intimidad motiva la ocultación del lenguaje en el pensamiento. Igual que la conversación, la interpretación es un círculo encerrado en la dialéctica de la pregunta y respuesta. Es una verdadera relación vital histórica, que se realiza en el medio del lenguaje y que también en el caso de la interpretación de textos podemos llamar conversación. La lingüisticidad de la comprensión es la concreción de la conciencia de la historia efectual.i

Para Gadamer, el lenguaje mantiene su universalidad, ya que todos nuestros sentimientos, impresiones y experiencias se expresan a través de él; además, como toda crítica —que nos lleva más allá del esquematismo de nuestras frases—, adquiere la forma lingüística; el lenguaje se mantiene a la altura de la razón: “La conciencia hermenéutica se limita aquí a participar en lo que hace la relación general de lenguaje y razón […] El lenguaje es el lenguaje de la razón misma”.o

Al partir de la idea de Gadamer, de que toda comprensión es una interpretación, en la nuestra seguramente está presente la propia carga intelectual, afectiva y valorativa:

La conciencia histórica se malentiende a sí misma cuando para comprender pretende desconectar lo único que hace posible la comprensión. Pensar históricamente quiere decir en realidad realizar la transformación que les acontece a los conceptos del pasado cuando intentamos pensar en ellos. Pensar históricamente entraña en consecuencia siempre una mediación entre dichos conceptos y el propio pensar. Querer evitar los propios conceptos en la interpretación no sólo es imposible sino que es un absurdo evidente. Interpretar significa justamente aportar los propios conceptos con el fin de que la comprensión del texto se haga realmente lenguaje para nosotros.p

La conciencia histórica está presente también en la selección misma de los textos escritos y la recuperación de los testimonios, donde, además de mi propia carga afectiva e intelectual, se suma la de los entrevistados. Esto es inevitable porque, desde la perspectiva hermenéutica (de acuerdo con Husserl), somos “ser en el mundo”, sujetos con intuición frente a un complejo campo de significados.

Pero, ¿cómo penetrar en la conciencia histórica de la Cristiada si mi propia interpretación parte de sentidos interpretados? Esa es precisamente la tarea hermenéutica, en la medida en que pretende constituirse en una filosofía sobre el sentido del sentido: leo e interpreto los elementos que permanecen en la conciencia histórica de testigos y protagonistas, narradores y la jerarquía católica, acerca del hecho cristero, para integrarlos y analizarlos como elementos constitutivos de la conciencia histórica del occidente mexicano en el tercer milenio; luego, entonces, mi interpretación es una lectura de hechos previamente interpretados.

Esta multiplicidad de interpretaciones posibles, y su relatividad, sólo complejizan el problema de la objetividad de la interpretación de los textos. ¿Qué se puede decir al respecto? A la lectura de la guerra cristera que hicieron los testigos y protagonistas, los autores de cuentos y novelas y el Episcopado mexicano y su Comisión para las causas de beatificación de los mártires de la guerra cristera, se sumaría mi propia lectura de los hechos a través de los textos seleccionados, testimonios recogidos y documentos emitidos. Una interpretación de otras interpretaciones. ¿Cuál es, entonces, la especificidad de mi lectura? Interpretar significa para mí —parodiando a Gadamer— aportar mis propios conceptos con el fin de que la conciencia histórica de la guerra cristera se haga discutible y cada vez más comprensible.

Esto nos lleva a reconocer que no hay una única interpretación “objetiva” de los textos literarios o históricos. La situación se complejiza en el caso de los testimonios —textos mediatizados— que se analizan en los capítulos v y vi. Desde la perspectiva hermenéutica, tanto en Gadamer como en Ricoeur, se reconocen dos limitantes: en primer lugar, la renuncia al saber absoluto, a la identificación del fundamento trascendental y a la justificación última de toda ciencia; en segundo, que en la hermenéutica la subjetividad no tiene la pretensión de ser el fundamento último, ya que la comprensión de sí coincide con la interpretación que se haga de los elementos mediadores (signos, símbolos y texto). En resumen, en la propuesta de Ricoeur, la interpretación está sujeta a una triple contingencia: la de los símbolos y los textos escogidos —que son parte de una cultura, no tienen significado unívoco, y la individualidad del intérprete.

Si cada lector puede dar a los textos la interpretación que quiera, ¿cuáles son entonces los límites de la interpretación? Desde una visión pesimista, en cuanto a las posibilidades de objetivar la interpretación, Jensen parece asumir la postura extrema de la relatividad cuando señala que la interpretación “normalmente no puede ser objeto de (des)acuerdo en una comunidad científica o en un foro público. Más bien, la validez de tal interpretación se hace depender de la confianza en la experiencia y sensibilidad del intérprete, en su legitimidad y autoridad, o también de la percepción de que la interpretación es original y estimulante”.a Además de esta postura basada en la confianza y autoridad moral del intérprete, otros autores abordan el problema y aportan elementos desde sus respectivas disciplinas.

Umberto Eco, quien distingue entre “interpretación” y “uso” de los textos, señala que “El texto es un artificio cuya finalidad es la construcción de su propio lector modelo”; además, un texto debe tomarse como parámetro de las propias interpretaciones (aunque cada nueva interpretación enriquezca nuestra comprensión de ese texto, o sea, aunque cada texto sea siempre la suma de la propia manifestación lineal y de las interpretaciones que de él se han dado). Pero, para tomar un texto como parámetro de las propias interpretaciones, debemos admitir —al menos por un instante— que existe un lenguaje crítico que actúa como metalenguaje y permite la comparación entre el texto, con toda su historia, y la nueva interpretación.s La objetividad de la interpretación, para Eco, está en la semiosis; en la comprensión del texto dentro de su contexto y su recepción histórica, y la comparación que se establezca desde una nueva interpretación basada en el uso de un lenguaje crítico o metalenguaje.

En ello parece coincidir Gilberto Giménez, cuando establece la prioridad del método para la objetivación de la interpretación; así, la interpretación se vuelve objeto de discusión. Para Giménez, la cientificidad consiste en hacer al objeto esencialmente discutible, y esto se logra sólo si la interpretación está basada en la utilización adecuada de un método.d

Como propuesta epistemológica, la hermenéutica pretende ir más allá: recuperar y describir las diferentes posibles interpretaciones; apropiarse de las diversas metodologías para el análisis interpretativo, y hacer uso de ellas para obtener un conocimiento profundo del texto; comparar las diversas interpretaciones y llegar al momento hermenéutico, planteando una interpretación creadora. La hermenéutica se propone como perspectiva epistemológica y no como metodología particular para el análisis de textos históricos y literarios; perspectiva desde la cual puede accederse al conocimiento científico a través de las diferentes disciplinas, con el hombre como centro de su atención —no como explicación última.

La guerra cristera

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