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ОглавлениеPRÓLOGO DE STRIDER CLARK
Tengo de nuevo el honor de presentar una vez más otro maravilloso libro sobre las teorías y las técnicas del sistema de Kungfu Yin Cheng Gong Fa. Esta forma, y el maestro que la desarrolló, ocupan un lugar muy especial en mi corazón. Tuve la fortuna de estudiar con Lu Shengli y de ser testigo del despliegue de este acercamiento innovador de utilizar las técnicas de las artes marciales internas en combate real. Lu Shengli ha ejercido una fuerte influencia en mi vida y me ha ayudado a comprender no sólo las técnicas de las artes marciales, sino también a mirar hacia dentro y a crecer para ser una persona mejor. El recuerdo de aquellos días de entrenamiento con el poderoso Lu Shengli rememora en mí momentos de felicidad, de risas y sesiones brutales que incluían lágrimas.
Era la primavera de 1993 y había estado entrenando con mi maestro Zhang Yun durante cuatro años. El maestro Zhang me envió a Pekín para estudiar con su familia de kungfu. Su hermano mayor de kungfu, Lu Shengli, tomó la responsabilidad principal de cuidar de mí y de mi entrenamiento mientras estuviera allí. Recuerdo con mucha claridad el primer día que encontré a Lu Shengli cuando vino a buscarme al aeropuerto de Pekín. Tenía un comportamiento muy educado y humilde. Sonreía cada vez que nos mirábamos y eso me hacía sentir cómodo en mi nuevo entorno. Se movía transmitiendo mucha energía y nobleza. Iba acompañado de otro hombre que hacía de intérprete. Me llevó a su casa y me presentó a su esposa y a su hija. Me ofrecieron una comida china fantástica, al estilo pequinés. Luego, con la ayuda del intérprete, hablamos del horario de entrenamiento y los detalles sobre el alojamiento.
Aquella noche me alojé en un dormitorio de la universidad donde Lu Shengli trabajaba. Las seis de la mañana llegaron rápido y me desperté con un fuerte golpe en la puerta. Lu Shengli era el director de seguridad de la universidad y había enviado a uno de sus oficiales a despertarme. Me dirigí a casa de Lu Shengli, él había preparado el desayuno para mí. Mientras comíamos, me explicó con detalle la comida especial que preparaba y su importancia en mi entrenamiento. Después del desayuno nos dirigimos a la sala de entrenamiento para empezar la práctica diaria de seis horas. El intérprete ya estaba en la sala esperándonos. Lu Shengli empezó preguntándome qué era lo que había aprendido con Zhang Yun en Estados Unidos. Observó atentamente mientras yo hacía una demostración de Tongbei, Bagua y Taiji de estilo Cheng. A continuación, me preguntó si había entendido los movimientos y sus aplicaciones. Contesté que sólo tenía una comprensión básica y que muchos movimientos no podría utilizarlos.
Se giró hacia el intérprete y le dijo algo en chino. La expresión del intérprete de repente cambió y parecía muy nervioso e incómodo. Le pregunté qué es lo que había dicho Lu Shengli. Dijo que Lu Shengli quería que yo le atacara con el golpe que yo quisiera. Al principio tenía dudas, como las tendría cualquiera al que le dicen que golpee a su nuevo maestro. Sin embargo, después de lanzar mi primer golpe y ver desaparecer de forma virtual a Lu, girando a mi alrededor y apareciendo detrás de mi espalda, empecé a darme cuenta de su gran habilidad. Intenté golpearle repetidamente, y simplemente se movía hacia un lado para luego, de repente, cambiar de dirección y aparecer en el otro lado.
Después de todos estos impresionantes movimientos evasivos, decidió demostrar su habilidad golpeadora. Después de esquivarme, rodearme, y casi deslizarse alrededor de mi golpe con una velocidad impensable, de repente cambiaba de dirección y dejaba ir un golpe como un látigo que parecía más un cuchillo que una mano. Antes de que yo hubiera reaccionado, ya había cambiado de dirección y ya estaba golpeando la otra parte de mi cuerpo. El primer golpe fue en mi cuello, y el segundo dio perfectamente en un punto de presión en la parte posterior de mi pierna. En ese momento su posición era tan baja que su rabadilla tocaba el suelo; no obstante, podía moverse con gran rapidez. El brillo que irradiaban sus ojos era tan intenso que parecía un rojo ardiente; me daba la impresión de que podría morir en un abrir y cerrar de ojos. A continuación, con la misma rapidez que surgió la intensidad de la furia del tigre también desapareció, y la sonrisa agradable y el destello habitual de sus ojos volvieron de nuevo. Era como si tuviera un interruptor que podía encender y apagar.
Ese atributo, el de cambiar de estado de ánimo con tanta rapidez, hizo que conocer y vivir con Lu Shengli fuera muy interesante. Con frecuencia pensaba que él era la persona más amable e inofensiva. Debido a su total caballerosidad y encanto, verle relacionarse con sus vecinos e incluso con extraños era agradable. Sin embargo, después de muchas sesiones de entrenamiento y de ser testigo de algunas situaciones de combate en la vida real, llegué a conocer un aspecto de él que muy poca gente podía ver. Era un aspecto que, cuando la situación lo requería, lo haría poderoso, feroz y terrorífico. En chino este aspecto se denomina “li hai”, una de las primeras palabras que aprendí allí. Irónicamente, la palabra que aprendí para describir uno de sus atributos personales era la misma que él utilizaba para describir sus técnicas de combate.
Después de vivir y viajar con él por los alrededores, empecé a darme cuenta de que Lu Shengli era muy conocido. También vi que la gente tenía un gran respeto y afecto por él. Pronto descubrí por qué. En muchas ocasiones fui con él para presenciar luchas y disputas entre algunos individuos. No se le requería únicamente en el ámbito profesional por las disputas que pudieran surgir en la facultad donde trabajaba, sino también para los ciudadanos de la calle. Muchos restaurantes cerca de la facultad tenían problemas con personas que entraban en ellos, comían, destrozaban el lugar y no pagaban. La mayoría de las veces la policía tardaba tanto en llegar que eso daba tiempo a que los asaltantes destrozaran el lugar, no pagasen y se fueran sin que les detuvieran. Los propietarios de esos establecimientos y muchas otras personas llamaban a Lu Shengli y éste llegaba a tiempo para ayudarles.
De la misma manera que sus técnicas de lucha eran extraordinarios también lo eran sus habilidades para hablarle a la gente y disipar disputas inútiles. A veces su sola presencia hacía que cambiara el comportamiento de los que estaban peleándose o discutiendo de forma intensa. No hay ejemplo más dramático que el de cuando me desperté a las 3 de la mañana con un golpe en la puerta de mi dormitorio. Era uno de los guardias de seguridad de Lu Shengli. Mediante un intercambio dudoso de palabras entendí que quería que le siguiera. Mientras cruzábamos el campus podíamos escuchar los gritos de unas discusiones que venían de un pasaje peatonal enfrente de nosotros. Al aproximarnos más, pudimos ver a una docena de estudiantes de la facultad peleándose entre ellos justo delante del edificio de seguridad del campus. La pelea era salvaje; se golpeaban con palos y piedras. Los tres guardias de turno eran jóvenes, parecían aterrorizados y simplemente se mantenían mirando al margen de la pelea.
Una niebla espesa caía en la fría madrugada. Cuando miré a lo lejos de aquel pasaje, con las farolas alumbrando débilmente, pude ver una silueta que se acercaba desde la distancia. Mientras se aproximaba pude saber, por la confianza y el movimiento de los pasos, que era Lu Shengli. Mientras se acercaba pude ver que algunos de los que se peleaban se dieron cuenta de quién era el que venía. Muchos de ellos simplemente pararon de pelearse y empezaron a marcharse rápidamente. Los palos se soltaron y los gritos se redujeron a suspiros. Pronto sólo quedaban algunos individuos empujándose entre sí. Cuando Lu Shengli pasó por debajo de las luces de las farolas su identidad se hizo inconfundible. Aquellos que se quedaron se calmaron e inclinaron sus cabezas ante él. No sé lo que dijo, pero su voz era calmada y tranquila. Todo el mundo hablaba en voz baja y la sangre y el odio que habían llenado el aire instantes antes desaparecieron. En ese momento me di cuenta de cuánto impactaba, de maneras diferentes, aquel único hombre a todo y a todos los que estaban a su alrededor. Para mí era un placer ser su sobrino de kungfu y su estudiante.
Los días siguientes estuvieron repletos de largas y brutales horas de duro entrenamiento básico. Muchas mañanas me las pasaba haciendo estiramientos y posturas básicas de poste. Luego ensayaba durante algunas horas más los cinco elementos de Xingyi, el desplazamiento en círculo básico de Cheng Bagua, la forma de Taiji y hacía qigong. Fui muy afortunado de estudiar el estilo Liu de Bagua con Lu Shengli. En nuestra familia de kungfu, Lu está considerado como el mejor representante de ese estilo. Durante muchos años lo aprendió directamente y de forma privada del gran maestro Wang Peisheng. Ese arte mortal sólo se utilizaba en combate para la aniquilación rápida del oponente. Con Lu Shengli entrenaba de lunes a sábados y tenía fiesta uno de cada dos domingos. Los domingos que no tenía fiesta me pasaba el día entrenando con Wang Peisheng. Lu Shengli había organizado cuidadosamente todas las horas de mi jornada con rutinas y entrenamientos donde miraba con atención cada movimiento que yo hacía. Su persistencia y atención a los detalles eran constantes, y me pedía sin descanso que repitiera y me concentrara. Muchas noches volvía a mi dormitorio con lágrimas en los ojos, exhausto y con mis límites completamente desafiados.
Lu Shengli se ha pasado toda la vida cultivando sus técnicas de kungfu bajo la tutela de algunos de los maestros más famosos de Pekín. Mucho más impresionante es su habilidad para comprender cada uno de los estilos y sus características y espíritu. Puede fluir de una técnica a otra en medio de un ataque, como si hubiera ensayado esa secuencia mil veces. A veces un movimiento parece Taiji y luego, de repente, se mezcla con una técnica de Bagua. Docenas de técnicas de muchas disciplinas distintas parecen estar a sus órdenes cuando él lo desea. Al principio simplemente estaba sorprendido y no podía comprender su habilidad.
Al pasar más tiempo con él, empezó a explicarme sus técnicas y por qué funcionan. Una de las habilidades verdaderamente remarcables de Lu Shengli es la del “ting jin” o fuerza de la escucha. Su sensibilidad está muy refinada. Puede tocarte inmediatamente y saber cuál es tu intención y a dónde diriges tu fuerza. Esto le permite saber tu próximo movimiento y responder sin esfuerzo, o incluso tomarse el tiempo para escoger su respuesta. Todas las veces, sus movimientos se realizaban con un tiempo, una velocidad y una precisión perfectos. Una vez iniciaba mi ataque, me sentía inmediatamente desequilibrado y aturdido. Observar mientras hace eso con otra persona es simplemente maravilloso, ya que todo parece no costarle ningún esfuerzo.
Mi primera visita a Pekín fue solamente el principio de mi entrenamiento con Lu Shengli. En ese momento dijo que estaba desarrollando una forma de muchos movimientos útiles surgidos de su propia experiencia en la lucha. Practiqué muchos de aquellos movimientos e intenté utilizarlos de forma intercambiada, tal y como había visto que él lo hacía. Los movimientos que él había escogido eran hábiles y brutales. Todos ellos parecían ser representaciones destacadas de los estilos que había seleccionado. Son técnicas que con frecuencia se presentan para la lucha y son sencillas de aplicar. Siempre me decía que yo todavía tenía que desarrollar mi kungfu básico y mi fuerza interior, y que sin ello estas técnicas eran técnicas externas desconectadas y rígidas. Utilicé aquellas técnicas para continuar mi entrenamiento y me las llevé a Estados Unidos.
Mi segundo viaje a Pekín fue dos años después. Por entonces Lu Shengli ya había finalizado el desarrollo de su forma y las ideas subyacentes en sus técnicas de entrenamiento. De todos sus años de experiencia y entrenamiento, había escogido dieciséis posturas específicas, las cuales incluían unas treinta técnicas que para él eran las más efectivas para la lucha. También escogió aquellas técnicas porque creía que al practicarse todas juntas ayudarían al individuo a mejorar su fuerza interior y su espíritu de lucha. Estas técnicas, cuando se unen entre sí, tienen un fluido muy suave y poderoso. Lu Shengli comprende la dificultad que muchos tienen para desarrollar estas técnicas y convertirlas en aplicaciones útiles y efectivas. Muchas veces un maestro puede tener unas habilidades básicas tremendas y unas raíces muy fuertes. Intentar moverle puede requerir la actuación de dos o tres hombres, e incluso así no se hace con facilidad. Sin embargo, ante la rapidez y el poder de un ataque violento, cae en la ráfaga de una mano pesada y veloz.
Después de años de investigación y experiencia personal, Lu Shengli empezó a preguntarse qué técnicas podrían mejorar el tránsito para pasar de tener una fuerza interior a ser capaz de aplicarla de forma efectiva en situaciones de combate. Para ello, Lu Shengli también pediría consejo a su gran maestro y mentor Wang Peisheng. Tenía una relación muy cercana y personal con el gran maestro y cuestionaba y analizaba sus ideas con el maestro Wang, quien poseía una extensa pericia en el combate. Ésta fue la manera como Lu Shengli creó una técnica extraordinaria de la que ahora muchos pueden beneficiarse. Proporciona un puente a muchos conceptos tradicionales con unas técnicas de entrenamiento fáciles de entender. Estas técnicas son ricas en detalles provenientes de Wang Peisheng, con la claridad añadida de la experiencia e investigación personal de Lu Shengli.
Lu Shengli evalúa su forma constantemente. Continuamente intenta mejorar y refinar cada técnica. La última vez que fui a Pekín, me sorprendí al ver que cada forma estaba aún más detallada y mejorada. Por ejemplo, cuando enseñaba “Ba Wang Dou Jia” (Ba Wang sacude su armadura), explicaba la aplicación de cada técnica con gran detalle. Hablaba de cómo mirar y sentir al oponente, cómo hacer el primer contacto interceptando y agarrando la mano, cómo hacer el ángulo entre el cuerpo y el giro, y cómo liberar la fuerza en el momento adecuado y en la dirección correcta. Todos estos detalles hacen que su técnica sea todavía más fácil de aplicar y comprender.
Un refrán común en las artes marciales internas dice que el movimiento sólo se utiliza para lograr el concepto de no tener una técnica en particular, que cualquier movimiento es la técnica. El practicante utiliza la forma como una herramienta para entrenar la mente y el cuerpo para que se den cuenta de ese concepto. Sin embargo, hay muchos que no han alcanzado todavía este nivel, especialmente cuando se ponen a prueba en situaciones reales de combate. Los conceptos y la forma de Lu Shengli guían al practicante en esa dirección de forma efectiva. Cuando practicas esta forma, puedes sentir el movimiento cómodo y fluido de tu fuerza. Resulta familiar a muchos prac-ticantes de artes marciales internas debido a que contiene muchos componentes de Taiji, Bagua y Xingyi. Cuando estas técnicas se practican según las ideas de Lu Shengli, parecen ejecutarse de manera muy fácil y efectiva, y comprendemos los principios de relajación, seguimiento y liberación de la fuerza en el momento y la dirección correctos.
Hay muchas otras personas que admiran la forma de Lu Shengli y su enfoque innovador. Con el aliento del gran maestro Wang Peisheng, Lu Shengli empezó a escribir sus ideas y experiencias personales. Y posteriormente el maestro Zhang Yun tradujo estas notas al inglés. En mi viaje reciente a Pekín he ayudado a Lu Shengli a hacer algunas fotos para que acompañaran al texto. Creo verdaderamente que este libro ayudará a muchos practicantes a mejorar su comprensión de las artes marciales internas y los conceptos de combate.
Tengo la confianza de que los practicantes comprometidos apreciarán con el tiempo los conceptos detallados y el conocimiento que aquí se presenta: el resultado de las experiencias acumuladas, recopiladas concienzudamente por un maestro con semejante talento. Lu Shengli es definitivamente un ejemplo raro en el mundo actual. Es un guerrero entrenado en unas maneras ya olvidadas y muy mal comprendidas por la sociedad moderna. Al encontrar a ese hombre humilde y tranquilo, uno no puede hacer otra cosa que compararle con un caballero o un samurái. Sin embargo, es muy moderno en su enfoque riguroso del entrenamiento, ya que combina lo mejor de lo antiguo y lo moderno. Sostiene una técnica transmitida a través de un impresionante linaje de algunos de los maestros más grandes de China. Para aquellos que no han tenido la fortuna de conocer a Wang Peisheng, puede reconfortarles saber que una parte esencial de él sobrevive hoy en este extraordinario practicante del verdadero kungfu chino.
Strider Clark
Pittsburg, Pennsylvania