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EL SILENCIO

Acá estamos, un día más en el Universo... y la humanidad sigue destrozada por las mismas garras de la humanidad.

El mundo sigue girando, los despertadores siguen sonando, los runners siguen corriendo, los escribanos siguen dando fe de cosas y yo... sigo diciendo “UT”.

—¿Qué significa UT, Migue?

Nada, señooorrr... Ya lo expliqué una y mil veces. No significa nada, señooor. Es mi manera de decir cosas sin decir NADA, señooor. Es mi manera de contestar preguntas que no quiero contestar, señooor. Es mi manera de terminar conversaciones que no quiero tener, señooor.

En este mundo de hoy parece que es imprescindible decir algo. Lo que sea. Opinar algo, acotar algo... Ya no importa qué. Uno no se puede quedar callado. Hay que twittear, hay que hacer una story, hay que tener una opinión formada del tema del día, hay que bajar línea, hay que opinar sobre la película del momento, sobre la serie del momento, sobre Messi, sobre Cristina, sobre Macri... HAY QUE.

Es como si toda esta vorágine que nos envuelve nos hiciera tenerle miedo al silencio.

Como Atahualpa, que en el cielo, en una reunión llena de artistas, pensadores y filósofos, cuando todos estaban callados, se paró y gritó a los 4 vientos: “¡Le tengo rabia al silencio por todo lo que perdí. Que no se quede callado quien quiera vivir feliz!”

Y ahí nomás, Confucio, un filósofo chino que estaba meditando, abrió los ojos y dijo: “Atahualpa, el silencio es el único amigo que jamás te traiciona”.

Francis Bacon se sacó la pipa de la boca y exclamó: “El silencio es la virtud de los locos”. Y Beethoven, para apoyar la causa, sacó las manos del piano y dijo: “Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo”.

Una reunión caótica, porque Miles Davis (que parece que en el cielo es bastante amigote de Beethoven porque plantan flores juntos) apoyó la causa, y dijo: “El silencio es el ruido más fuerte, quizás el más fuerte de todos los ruidos”.

Y Shakespeare no podía faltar, obvio: “Estimados, tienen razón en todo lo que dicen. Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras”.

Ahí se armó el revuelo porque ya hablaba cualquiera. Un literato inglés gritó “¡El silencio es un gran arte para la conversación!”, (*) y un filósofo alemán gritó más fuerte para decir “¡Es verdad, hay personas silenciosas que son mucho más interesantes que los mejores oradores!” (**).

Y, cuando reinaba el caos en esa reunión, todos gritaban, todos decían cosas y parecía que estaban de acuerdo en linchar a Atahualpa por su frase sobre el silencio, apareció una religiosa italiana, una monja, de baja estatura, que se paró arriba de una mesa, levantó las manos y esperó a que todos hicieran silencio.

Cuando todos se callaron y volvió el orden a la sala, dijo en voz bien baja: “Basta de silencios. Gritad con cien mil lenguas. Porque, por haber callado, el mundo está podrido. Por haber callado los despertadores siguen sonando, los runners siguen corriendo, los escribanos siguen dando fe de cosas... y parece que ahora en los medios hay un colorado al que le pagan por sacarse cosas del ano y decir UT”.

Bueno... con qué quedarnos, ¿no? Estamos de nuevo frente a frases que se contradicen y son todas ciertas. Pensamientos sobre el silencio que son opuestos e igual nos convencen.

Porque con el silencio pasa lo mismo que con las palabras. Hay que saber qué palabras decir, y cuándo. Hay que saber qué palabras escuchar, y cuándo.

Vivimos en un mundo donde todos dicen de todo... y por eso hoy es un artista el que sabe cuándo hablar y cuándo no; el que sabe cuándo escuchar y cuándo no.

Recién ahí, cuando aprendamos eso, quizás podamos salvar a la humanidad de las garras de la humanidad... Mientras tanto, acá estoy yo, sacándome cosas del ano y diciendo “UT”.

Bienvenidos a Últimos Cartuchos.

¡Aia, Lucas, me duele...!

*- La frase es del periodista estadounidense Henry Hazlitt.

**- En realidad, lo dijo el político inglés Benjamin Disraeli. Pero meter un filósofo alemán siempre garpa.

Un día más en el Universo

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