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DIAGNÓSTICO PRENATAL DE
LA HOMOSEXUALIDAD

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La homosexualidad podría ser diagnosticada ya en el feto entre el cuarto y el séptimo mes de embarazo, según un estudio del Instituto de Endocrinología Experimental de la Universidad Humboldt de Berlín Oriental. Los seres homosexuales mostrarían una concentración hormonal distinta a los demás, informa el citado estudio. Sus autores, los doctores Ronde, Stahl y Douerner, creen que la homosexualidad es provocada por una deficiencia de hormonas andrógenas en el momento de la diferenciación cerebral. La alteración resultante en el cuadro de concentración hormonal puede ser detectada ya en el cuarto mes de embarazo, facilitando el diagnóstico precoz de una futura homosexualidad.

La Vanguardia. Domingo 7 de mayo de 1978. Pág. 53.

El recorte de prensa anterior está claramente en relación con la teoría hormonal, la cual alcanzó su momento álgido a finales de los años sesenta, siendo su máximo representante el científico alemán G. Dörner, quien consideraba que la cantidad de hormonas masculinas o femeninas durante una etapa crítica de la fase prenatal era decisiva en la futura orientación sexual. La aparición de una noticia de tal calado en la prensa nos permite hacernos una idea de la preocupación existente sobre la homosexualidad y de qué forma se podía prevenir su aparición. Quizás esta concepción hormonal de la homosexualidad abrió las puertas de la esperanza de aquellos que, obcecados consigo mismos, no deseaban “transmitir” la homosexualidad a sus hijos.


¿Qué he hecho yo para merecer esto? P. Almodóvar, 1984.

En relación a la consideración de que homosexualidad es igual a pederastia o abusos sexuales, podemos apreciar en la obra de Pedro Almodóvar ¿Qué he hecho yo para merecer esto?****2, donde la protagonista, madre de dos hijos, uno de ellos adolescente y traficante de heroína y el más pequeño habilidoso con las artes e interesado en los tebeos de chicas, ejerce de madre en un hogar corrompido por la miseria personal de sus habitantes, que tratan de sobrellevar el día a día en una ciudad en efervescencia, como era Madrid a comienzos de los años ochenta del siglo pasado. Encontramos a un personaje homosexual interpretado por el actor Javier Gurruchaga, que representa a un dentista con buena posición económica que se encapricha del hijo menor de Gloria, la protagonista. De esa relación médico-paciente surge una relación amorosa lujuriosa de interés para ambas partes. Se nos presenta al personaje homosexual como un ser sin escrúpulos interesado en jovencitos imberbes, es decir, un pederasta que compra al menor con objetos que no puede conseguir en su casa. De hecho, esta es una de las consideraciones que se tenían sobre la homosexualidad a finales de la década de los setenta del siglo XX. Como se puede leer en el apartado dedicado a la terminología, la homosexualidad se vincula estrechamente con la pederastia. Es justo lo que nos muestra esta maravillosa obra del director manchego: un joven homosexual interesado por la imagen que proyectaba hacia el exterior y en cubrir sus necesidades materiales de la mano de un señor mayor, que le compra con elementos ostentosos que le permitan dar rienda suelta a su creatividad. De hecho, en el film se da por sentada la normalidad de dicha relación.

Vemos a un joven homosexual, interesado únicamente en los placeres de la vida, el ocio y en disfrutar de su sexualidad. Lo mismo ocurre con el dentista, personaje encarnado por el genial actor Javier Gurruchaga, un señor que compra el amor del joven homosexual a base de caprichos. Las miradas entre ambos personajes son de complicidad y aceptación por parte de ambos. La imagen que se transmite de la homosexualidad es la que buena parte de la sociedad del momento concibe. Por un lado, se nos muestra como una alteración de la conducta, una desviación, una deficiencia en el menor que es aprovechada por el adulto que, con ingenio y dinero, manipula al joven, para obtener favores sexuales a cambio de cubrir sus necesidades materiales, como se ha dicho anteriormente.

Esto no es nada más que un fiel reflejo de la concepción de la homosexualidad por parte de la sociedad del momento y, en buena medida, sigue estando vigente en la mentalidad de algunas personas.

En 1968, llegó a las librerías un estudio****3 del británico Michel Schofield, auspiciado por el Ministerio del Interior de Gran Bretaña junto al Birkbeck College, en el cual se distinguen tres tipos de homosexuales. En un primer grupo, comprende los homosexuales que se encuentran en prisión, en un segundo apartado, los homosexuales que permanecen en clínicas, y, en un tercer grupo, los que nunca han sido arrestados.

A pesar de esas tres categorías de homosexuales, encontramos dentro de los considerados homosexuales dos subtipos: por un lado están los que “molestan” a los niños y por otro los que tienen tendencia a los adultos. Nuevamente encontramos a finales de los sesenta la consideración de que homosexualidad y pederastia van de la mano. Sin embargo, un artículo****4 publicado por La Vanguardia en 1968 señala que la pederastia es un fenómeno separable de la homosexualidad y no debe de ser confundido con esta. Quizás aquí encontremos un punto de inflexión con el resto de consideraciones y teorías al respecto de la homosexualidad.

En la siguiente imagen, procedente de un expediente penitenciario de los años setenta del siglo XX, se puede apreciar cómo aparece camuflado, mediante la denominación de “abusos deshonestos”, lo que realmente es un acto de pederastia.


Nuevamente, en otro artículo de prensa, que más adelante se reproduce, se hace alusión a la homosexualidad en un contexto que difiere del actual. Ya hemos visto cómo se la cataloga como perversión, apareciendo junto a la pederastia, la pornografía o la prostitución. A continuación, reproduzco un fragmento del citado texto (la noticia es relativa a Italia):

La Vanguardia, 6 de septiembre de 1968.

La Fiscalía de más alto Tribunal del país expresa su inquietud respecto al tráfico de drogas, el comercio del cuerpo humano, la corrupción de menores, el alcoholismo, la homosexualidad, la venta y distribución de publicaciones pornográficas extranjeras, etcétera.

En otro artículo****5 del mismo periódico, la homosexualidad es considerada como una conducta antisocial, equiparada al gamberrismo, a la prostitución y al tráfico de drogas. Vemos pues como una vez más aquello que difiere de la norma, de lo común, es considerado hecho delictivo. Ello aparece en relación a la resocialización de los entonces denominados “vagos y maleantes”.

El siguiente artículo****6 se enmarca dentro de un apartado denominado “Las Tareas de la VII Semana de la Salud Mental”. Obviamente, la homosexualidad en la época, e incluso hoy en día por parte de algunas personas, sigue estando considerada como una enfermedad mental. A continuación, reproduzco un fragmento del texto:

Por la noche, en el local parroquial de las Viviendas del Congreso, se celebró con gran asistencia de público un animado coloquio, dirigido por los doctores Corominas, Cireras, Hernández Peña y Serrat y doña M. Torrents, pedagoga, acerca de los problemas con que se enfrenta el joven de hoy en su adaptación al mundo de los adultos, problemas que en muchos casos pueden ser fuente de tensiones y trastornos, y se señalaron caminos para solucionar en lo posible estos probables peligros para la salud mental. También por la noche tuvo lugar en la Travesera de Gracia, 47, una sesión científica, a cargo de los doctores Coderch, Font Roción y Masaoa, sobre aspectos sociales, factores causales y directrices terapéuticas en la homosexualidad, tema de gran interés en toda campaña de Higiene Mental.

No olvidemos que, al ser considerada una enfermedad, se intentó buscar cura a la homosexualidad. Valga como ejemplo el siguiente anuncio de prensa del 22 de febrero de 1970. El texto en cuestión dice lo siguiente: “¿Cómo se explica la homosexualidad? ¿Cómo se cura?”

Siguiendo esta línea, en 1974 aparece publicado en el periódico La Vanguardia un artículo acerca de la criminalidad y su vinculación con la homosexualidad, siendo las siguientes líneas la opinión de un doctor al respecto:

(Dr. Sales.) —Yo también creo que puede haber homosexualidad, al menos como tendencia, aunque otros factores personales pueden poner freno a la misma. He conocido casos de pacientes que luchaban de una forma desesperada contra dicha tendencia. Por otra parte, tengamos en cuenta que los crímenes de los homosexuales son siempre muy complicados.


El siguiente titular apareció en la portada de La Vanguardia el 24 de junio de 1970, momentos en los que aún se discrepaba sobre la reforma que cambiaría el estatus social de los homosexuales, los cuales pasarían a engrosar la lista de los considerados como peligrosos. Vemos como una vez más aquello que escapa a la norma, a los valores establecidos, es percibido por el Estado como una amenaza, actualizándose la vieja Ley de Vagos y Maleantes por una más acorde a los nuevos tiempos que, por otra parte, seguían denigrando a los homosexuales.


Actualmente, la consideración hacia los homosexuales es muy diversa. Hay quienes no nos consideran “hombres” en el sentido estricto de la palabra, sino como “menos hombres”. Es como si la virilidad fuera medida por la condición sexual. Y, no se equivoquen, puedo ser tan hombre o más que aquellos que presumen de su virilidad entre amigotes en el bar un viernes por la tarde. Considero que la virilidad no depende exclusivamente de la tendencia sexual.

****2 ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Dirigida por Pedro Almodóvar, 1984.

****3 SCHOFIEL, Michel: Aspectos sociológicos de la homosexualidad. Trad. de José Luis Lana. Barcelona: Fontanella B, 1969.

****4 La Vanguardia, 4 de abril de 1968.

****5 La Vanguardia, 21 de enero de 1969.

****6 La Vanguardia, 11 de junio de 1969.

Identidad. Represión hacia los homosexuales en el franquismo

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