Читать книгу Descubre todo el poder que hay en ti - Lucien Liroy - Страница 10

Primera parte
La accióndel espíritu
Las claves de la acción psíquica
Segunda clave: la visualización

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La imagen mental es una condensación del pensamiento, por lo que está todavía más cerca de la materia. Cuando el pensamiento se traduce en imagen, gana en precisión y en significado. En efecto, podemos concebir una palabra con un sentido preciso, pero puede tener, para nosotros mismos y para la persona a la que está destinada, otras acepciones totalmente diferentes. Utilizada de forma metódica, la imagen mental se convierte realmente en un doble viviente de lo que representa: emite y recibe las mismas ondas. Yo he tenido la posibilidad de realizar algunas experiencias con el doctor Francis Lefébure, creador del fosfenismo, que ha demostrado en los laboratorios que los fosfenos – esas manchas de colores que persisten después de la fijación de una fuente luminosa— no eran sólo ilusiones generadas por el nervio óptico, sino que existían realmente y eran autónomas. Ofrecen importantes posibilidades, sobre todo en la transmisión de pensamientos o en la influencia a distancia.

Cuando se ve algo o a alguien con los ojos del espíritu – es decir con la imaginación—, cuando se piensa en ello, esto activa de forma automática un vínculo etéreo que existe entre todos los seres humanos. Se establece entre nosotros y la persona que se ve un vínculo cinético interactivo. Incluso un breve contacto tiene un efecto considerable.

La visualización no es muy complicada, tal como comprobaremos gracias a esta pequeña experiencia.

Se tiene que pensar en alguien que se conozca. Puede tratarse de una persona cercana o de un personaje conocido. También se puede pensar en algo: una moto, un coche, una casa, un sofá o cualquier otro objeto. Es posible ayudarse repitiendo mentalmente el nombre varias veces. Automáticamente tendremos delante de los ojos la imagen de esta persona o del objeto que se haya escogido.

A continuación tenemos que intentar guardar esta imagen ante nosotros durante un minuto. ¡Obsérvela!

Acabamos de hacer un ejercicio de visualización. Va mucho más allá de lo que deja suponer su brevedad. Las largas sesiones sólo sirven para superar las propias dudas y los propios bloqueos. De hecho, cuando en una primera experiencia se demuestra la realidad de la acción psíquica, ya no se hacen necesarias las largas y molestas sesiones.

La visualización es tan automática que si se dice por ejemplo a alguien que no piense en la torre Eiffel la verá inmediatamente delante de sus ojos.

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