Читать книгу Descubre todo el poder que hay en ti - Lucien Liroy - Страница 9
Primera parte
La accióndel espíritu
Las claves de la acción psíquica
Primera clave: el pensamiento
ОглавлениеEl pensamiento es el acto fundamental del hombre puesto que suscita lo que expresa. No sólo en el propio individuo, sino también fuera de él. Esto puede referirse a una cosa concreta (objeto, planta, animal o persona) o a nociones abstractas (conocimiento, ley de la naturaleza, sentimiento humano).
Cada pensamiento, desde el momento en que se emite, esté representado por palabras o por imágenes mentales, se convierte en una entidad autónoma, en una cosa que actúa conforme a su naturaleza o a su mensaje.
Para comprender bien esto, es suficiente con saber que existen en lo invisible – en el plano espiritual y en el abstracto— estructuras comparables a los aparatos digestivo, cardiaco, etc., del cuerpo físico.
Pongamos el ejemplo de la digestión: una persona siente hambre. Tanto si se come una manzana, como un bistec o una comida completa, sólo le ocupa algunos minutos, después de los cuales no piensa más en ello; sin embargo, esos alimentos pasarán veinticuatro horas de media en el tubo digestivo, desde la boca hasta el colon, pasando por el estómago, y el intestino delgado, sobre todo en su parte inicial, el duodeno. Pasan por un número increíble de tratamientos mecánicos (masticación y mezcla estomacal) cuyo objetivo es fragmentarlos para facilitar su transformación química (hidrólisis gracias a las enzimas, a la bilis, al jugo del páncreas). Las moléculas orgánicas complejas se convierten en moléculas más sencillas que podrán ser absorbidas por la sangre y la linfa para ser distribuidas a continuación a los diversos órganos, a las células, etc. Este considerable trabajo que provoca cada comida dura una media de veinticuatro horas y, menos las personas enfermas, nadie tiene conciencia de ello.
Existe una estructura análoga en el ámbito de lo invisible. Cada uno de nuestros pensamientos, las tres funciones psíquicas definidas por Carl Jung – el sentimiento, la sensación y la intuición— determinan acciones y reacciones en nuestro cuerpo, en nuestro espíritu, pero también en todo el universo. De esta forma, cuando pensamos en el sueño, en una enfermedad, en una facultad, en una capacidad cualquiera, esto evoca en nuestro espíritu las características de lo que nosotros pensamos y provoca, según el caso, una reacción cinética que empieza a establecer en nosotros el sueño, la enfermedad o la facultad correspondiente. De la misma forma, si pensamos en una persona, se establece inmediatamente una relación telepsíquica con esta persona. Transmitimos directamente a su psiquismo los pensamientos, los sentimientos, las emociones, de donde nosotros extraemos informaciones que le conciernen. La persona no tiene conciencia de esto y nosotros tampoco, a menos que ella sea sensitiva o que nosotros actuemos de forma voluntaria.
Esto es de una importancia capital, puesto que si nuestros pensamientos son negativos, pueden determinar los acontecimientos, ponernos enfermos, atraer a nosotros la desgracia, pero también perjudicar a los demás, aunque no sea nuestra intención. Pensar mal de alguien o de forma crítica, aunque justificada, equivale a lanzarle un hechizo, en particular cuando estos pensamientos están amplificados por un resentimiento tenaz, por la envidia, por el odio, etc.
También es necesario saber que todos los pensamientos que emitimos nos retornan amplificados. Para los que son positivos es algo bueno, pero para los que son negativos puede ser catastrófico. Por lo tanto, es necesario aprender a dominar nuestros pensamientos y a utilizarlos para nuestro beneficio y para el beneficio de todos.
El pensamiento tiene el poder de crear, de cumplir o de atraer lo que decreta o expresa. Puede obtener del medio ambiente no sólo todas las energías y la sustancia que necesita para conseguir su objetivo, sino también movilizar todas las colaboraciones, humanas o no, necesarias para su realización. Si la acción de un especialista puede ser de una potencia y de una eficacia enorme y a veces instantánea, ningún pensamiento es totalmente estéril o anodino, ni siquiera inofensivo. Si el hombre piensa durante largo tiempo o de forma repetitiva en lo mismo, consigue siempre su objetivo, siempre que evidentemente se trate de un objetivo realista. En la vida de cada día, esto es visible más a menudo en situaciones negativas relacionadas con las emociones o con los sentimientos negativos potentes que desembocan entonces en el sufrimiento, en enfermedades físicas o morales, en el fracaso… Evidentemente, si el pensamiento se invierte, el mal puede anularse o corregirse.