Читать книгу Los curanderos andinos de la pequeña Bolivia - Luis Alberto Cárdenas - Страница 10
CAPÍTULO 1
Los curanderos andinos: del Ande a Liniers Los curanderos de la Pequeña Bolivia
ОглавлениеSi un observador se detiene un día cualquiera en la semana en Liniers, observa gente que pasea de compras por el shopping (el exmercado de frutas y verduras) donde emergen los duendes del pasado, los inmigrantes europeos, los trabajadores bolivianos que llegaron después para quedarse. Allí cerca, los comercios de la Pequeña Bolivia exhiben una amplia oferta de mercaderías, despiden aromas de especias y alimentos cocidos; la música andina suena en las galerías comerciales, los televisores emiten recitales de conjuntos musicales y lucha de mujeres en el campo boliviano; una marea de gente se desplaza, se ven cholas con sus atuendos típicos y en las veredas los manteros trashumantes exponen sus mercancías como en el Mercado del Alto, La Paz (Bolivia).
En las esquinas los pentecostales y los testigos de Jehová luchan por las almas de futuros conversos. Enfrente de ellos se ve a los yatiris, quienes con sus augurios y mediaciones dan una imagen colorida especial en una versión porteña del altiplano.
La Pequeña Bolivia es un reconocido mercado de bienes de sanación, tal como se publicita en medios periodísticos. Por ejemplo, el domingo 15 de diciembre de 2013 el diario digital boliviano Opinión (http://opinión.com.bo) publicó el artículo “Yatiris”:
Una de las actividades que llama la atención en Liniers es la que se dedican Antonia y Teodora, dos mujeres que leen la suerte en la milenaria hoja de coca y la curación de personas que son “víctimas de hechizos o brujerías”. Con un aguayo en una pequeña mesa, ambas mujeres, de origen paceño, se sientan frente a frente en una de las calles de Liniers. Ofertan sus servicios de la lectura de la hoja de coca para el trabajo, la familia, salud y amor. Asimismo, preparan mesas rituales para la Pachamama y las personas que lo necesiten. Sus clientes son por lo general residentes bolivianos, pero aseguran que no faltan los argentinos que también creen en este tipo de rituales y se hacen la lectura y compran q’oa’.
Nels Anderson (1981) caracteriza el fenómeno urbano según la agrupación geográfica por similitudes de actividades. En este sentido, la zona de Liniers se ha convertido en un mercado especializado que aglutina cultos, adivinos y curanderos. Allí se observa una irradiación de lo mágico-religioso. Frente al santuario de San Cayetano se concentran locales de santerías, consultas de tarot y ofertas de videncia. Así también circula la propaganda callejera de los curanderos, que principalmente ofrece soluciones para los problemas del amor.
A continuación, caracterizaremos a los curanderos entrevistados y transcribiremos sus autopresentaciones. Don Teodoro es un hombre de sesenta y cinco años, boliviano, de contextura mediana, que se encuentra al frente de un puesto callejero en la calle José León Suárez, sentado ante una pequeña mesa sobre la cual está extendido el tari (tejido sobre el que se tiran los naipes o las hojas de coca –Erythroxylum coca– para la lectura orientativa), un mazo de naipes españoles, un crucifijo y una botella de alcohol; al costado tiene dos sillas pequeñas destinadas a los consultantes. Don Teodoro relató su procedencia y el motivo del viaje a Buenos Aires:
Soy del Alto, La Paz, Bolivia, estoy hace dos semanas; yo venía constantemente desde 1990 a visitar a mis paisanos, trabajaba en la calle, y ahora también me encuentro trabajando en la calle. La feria 16 de Julio es casi parecida, mucho más grande, cualquier cosa vende, parece la feria de bolivianos de acá. Aquí a la vueltita, hay un señorcito, es paceño, Antonio, llegó después de mí, hace cinco años, yo vengo desde hace veinticinco años. En Santa Cruz, Bolivia, yo tengo un consultorio, yo me he venido, ahora está un poquito medio bajo los pesos argentinos, ya casi no conviene estar aquí. Pero yo me he venido porque tuve un problema allá, me separé de mi señora, como yo conocía siempre, por eso me he venido aquí, para olvidar a mi esposa, estaba sufriendo allá; para cambiar, me voy a quedar un tiempo, hasta que me olvide, después retornaré.
Don Teodoro destaca la similitud del ambiente de la feria de Liniers con la de El Alto. En el relato del entrevistado se reconoce la conexión entre el lugar de origen y el lugar de anclaje, la movilidad de territorio comprende itinerarios y enclaves.
Asimismo, destaca las redes de connacionales que proporcionan la posibilidad de trabajo y albergue en los lugares de tránsito, en tanto se recupera de la separación de su pareja. Esto se relaciona con el análisis del fenómeno transnacional actual de Carlota Solé, Sònia Parella y Leonardo Cavalcanti (2008), quienes destacan la relevancia de los vínculos, las redes y las interconexiones que los migrantes establecen y sostienen, tanto con su lugar de origen como en el sitio de destino.
El hermano Oscar es un hombre de setenta años, peruano, alto, cabello largo con una coleta atada. Su consultorio se encuentra a metros de la estación Liniers. El ambiente está decorado con pósteres alusivos al chamanismo. En un modular se apilan cajas de DVD relativos a la temática, y en una pared se exhiben diplomas de la Asociación de Chamanes de Perú y una foto del grupo de Oscar en un estudio de televisión, todos ataviados con vestimentas tradicionales.
Mi nombre es Oscar, bautizado como chamán. Gracias, hermano, que has venido para esta entrevista, segunda entrevista que me haces, muy contento de este regalo que me has dado (el libro Ayahuasca, medicina del alma de Diego Vegas y Néstor Berlanda). Esta música que estás escuchando es una música especialmente para plantas, porque las plantas necesitan música, para que aviven la planta.
Otro entrevistado es el yatiri Ángel. Su consultorio se halla ubicado en ochava de la esquina Ventura Bosch; en la terraza un cartel anuncia “Yatiri Ángel”. Una escalera conduce a la planta alta de la vieja casa. El ayudante es un muchacho joven, con una renguera, quien se dirige a la cocina donde prepara hierbas que desprenden un fuerte olor e invaden la casa, y luego prepara unos carbones sobre una sartén. Una pared de la sala de espera exhibe cuadros de personalidades como Túpac Amaru, José Carlos Mariátegui, Ernesto “Che” Guevara y Sigmund Freud. En el consultorio donde atiende, se observa un cuadro grande de Freud, ubicado detrás del escritorio.
Ángel es un hombre de cincuenta y siete años, peruano, de talla pequeña, de hablar pausado. Se presentó del siguiente modo:
Mi nombre es Ángel, soy de Puno, Perú; hace años que vine a Buenos Aires y estoy en Liniers. Mi especialidad es sobre el tema de parejas, atiendo en el consultorio, soy counselor y también dicto clases sobre chamanismo y metafísica.
El especialista presenta su perfil profesional alineado en la New Age, destacando su título de counselor y la enseñanza de chamanismo y metafísica.
La sanadora Aura es una mujer de cuarenta y dos años, peruana, delgada, cuentapropista. Atiende en la calle José León Suárez, al frente de un puesto de venta de productos naturales (promociona el remedio unicista Noni, fabricado con extracto de vegetales andinos), remedios, pomadas, ungüentos y libros sobre medicinas herbolarias.
Aura habló así de sí misma:
Hace dieciocho años que estoy en Buenos Aires; cuando llegué estuve viviendo en Once. Después me fui a Brasil a visitar a mi hermana, y decidí volver para la Argentina, y me instalé en Once con el papá de mi nena (que falleció hace tres años). Después vine a radicarme con mi nena a Liniers. Hace catorce años que empecé a trabajar en la feria. Yo soy del norte de Perú, del departamento provincia de Piura, cerca de Ecuador, con un clima cálido llegando a 32 grados todo el año. Es una zona donde están los mejores curanderos, la parte de la sierra de Piura, las Huaringas de Huancabamba, está a un trayecto de diez horas de camino de Piura; en la serranía es propio del lugar que se hable un poquito de quechua. Te puedo decir que se menciona a las Huaringas de Huancabamba como un sitial donde van todas las personas que necesitan la sanación, encuentran ahí la sanación espiritual, la sanación de enfermedades, sanación de todo.
Aura destaca su proveniencia de una zona reconocida, dado que se encuentran curanderos y chamanes, y atrae a un público de peregrinos que buscan la sanación integral. Sobre esta región y sus sanadores Eduardo Nizama (2015) afirma:
Esta práctica hoy se ha extendido en todo el norte del país. Las famosas lagunas de las Huaringas, en la sierra piuriana, son muy concurridas por los visitantes. Más allá de las creencias religiosas y métodos científicos de sanación, existe una tradición curandera muy arraigada en los corazones de los piurianos, y en general en el norte del país. Así lo demuestran los miles de personas que diariamente buscan algún curandero para conocer cuál es el motivo de su mala suerte, curar la enfermedad que los aqueja o para una “limpia” o un baño de florecimiento. Uno de los centros del curanderismo en Perú se ubica en la provincia de Huancambamba, situada en la sierra de Piura, donde se destaca un complejo de catorce lagunas conocidas como las Huaringas, y entre ellas sobresalen la Shimbe y la Negra. Hasta allí llegan aproximadamente tres mil turistas mensualmente para participar de las mesadas, los rituales celebrados desde la medianoche hasta las cinco de la mañana al pie de las lagunas.
La señora Naty es una mujer de sesenta y cinco años, boliviana, que atiende en un local de la calle José León Suárez, donde tiene una estatua del apóstol Santiago, braseros y elementos que utiliza para las misas rituales y las festividades del Ekeko. Lacónicamente dijo sobre sí misma:
Soy boliviana, mujer yatiri, hace tiempo que atiendo acá en este lugar en Liniers; ya me conocen.
El oficio de curandero implica idoneidad y responsabilidad para cumplir con la función específica dentro de la comunidad de pertenencia. Una persona común no puede convertirse en curandero por iniciativa propia, se requiere previamente el llamado o la señal que lo signa para ser iniciado con el propósito de cumplir ese rol específico.