Читать книгу Caperucita Roja y el Profesor Lobo - Luis Bernardo Yepes Osorio - Страница 5
ОглавлениеAsamblea de lobos. Desaparición de Cabeza Gris
Al otro lado del bosque se va a dar inicio a una asamblea de lobos. Están preocupados por la falta
de alimentos, así que el jefe los convocó para buscar una solución.
Poco a poco, se llena el salón y cada uno conversa con el compañero de al lado o con el de atrás o con el de adelante o con todos a la vez; el caso es que impera una algarabía tremenda y es hora de iniciar la asamblea.
El jefe, lobo desgarbado y con ínfulas de presidente de la República, se para al frente y a todo pulmón pide silencio, pero nadie parece escucharlo. Entonces toma un martillo y golpea con tal fuerza la mesa de actos que esta se derrumba y todos los lobos se desternillan de la risa.
–¡SILENCIO!, vamos a dar comienzo a la reunión.
–¿Dónde está Lobo Carpintero? –pregunta, mientras se agacha y recoge del suelo una libreta de apuntes y un lápiz que nunca utilizan ni él ni el secretario.
–Aquí estoy, jefe –contesta Lobo Carpintero.
–Ya tienes trabajo para cuando termine la reunión, ¿entendido?
–Entendido, jefe.
–También necesito a Cabeza Gris, el secretario.
–No ha llegado aún, jefe –contesta Antifaz, conocido así porque tiene una sombra blanca alrededor de los ojos.
–¿Qué le pasaría?, él nunca llega tarde, por lo menos a las reuniones donde sabe que tenemos pasabocas, ¿y hoy los tenemos? o… ¿no?
–No, jefe, la situación actual impide tenerlos, estamos en crisis –aclara Patraña el Artista, carraspeando la garganta.
–Bueno..., bueno, a eso vinimos. A proponer soluciones para la crisis. Entonces, ¿nadie ha visto a Cabeza Gris?
–La última vez estaba haciendo la ronda por el camino largo. Él está encargado de custodiar esa parte del bosque, jefe –recuerda Corneta.
–Sí, pero le gusta quedarse dormido al pie de los árboles roncando como loco. Un día de estos lo encontraremos haciendo la siesta dentro del río.
–No diga eso, jefe, de pronto se hace realidad –dice Cebra, loba con siete rayas blancas en el lomo y fama de prudente.
–El caso es que no aparece y lo necesitamos –refunfuña Jefe Lobo.
–Jefe, podemos esperar una hora más –interviene Molicie, el más tranquilo y perezoso de todos los lobos del bosque.
–Nada de esperar más, venga para acá, Molicie, ya que habló, haga de secretario mientras llega Cabeza Gris, si es que llega.
–Con ese carácter que tiene, a lo último nadie llegará a las asambleas –murmura Antifaz.
–Te he escuchado, Antifaz, ¡todos cállense! ¿Cuál es el orden del día?, Molicie.
–Solo hay un punto, jefe.
–¡Pues dígalo!, so zángano.
–Lluvia de ideas para sobrevivir en el bosque –pronuncia Molicie con tono de lobo interesante.