Читать книгу El amor es vacío - Luis Darío Salamone - Страница 10

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Presentación

Mis amigos de entonces, cuando nos reunimos, suelen recordar la cara que puse cuando conocí el mar. Al pisarlo, como una forma de recibirme, me trajo una botella con un mensaje. Cuando la abrí entusiasmado y saqué el papel, éste resultó ilegible. El agua había borrado un solitario intento de comunicación. Solo algunas letras permitían adivinar la palabra amor. Nadie podría leer ese mensaje. Durante más de veinte años he leído mucho, hablado algo y escrito aún menos sobre la cuestión del amor. Entre los cientos de archivos encontrados se me ocurrió que este puñado de textos desparejos podrían configurar una trama para hablar sobre el que, casi sin proponérmelo, emergió como uno de los ejes de mi trabajo.

Las coordenadas del psicoanálisis nos permiten captar una dimensión inédita del amor, desde el principio del trabajo analítico hasta el final.

Al comienzo se tropieza necesariamente con lo que Freud denominó amor de transferencia; al final emerge aquello que Lacan llamó un amor sin límites. En el medio, el amor a la pareja, a los hijos, a los otros; pero también el odio, los celos, las envidias, las infidelidades, tanto como las soledades, le permiten al sujeto poner en juego aquello que Lacan denominó la comedia de los sexos, y que en oportunidades deviene en tragedia.

El trabajo analítico permitirá cavar un vacío, dándole la ocasión al sujeto de que transmita algo de su imposibilidad de completar al Otro y otorgándole lugar a la posibilidad de una invención.

Estos temas, entre otros, serán puntos de partida para explorar cómo un sujeto puede amar, desear y gozar.

Si algo se aprende con el psicoanálisis es a preservar el lugar del vacío. Un vacío que busca ser tapado, a veces, con la cuestión del amor.

Plantear, como lo ha hecho Lacan, que el amor es vacío, es una forma de denunciar los espejismos, a la vez que de captar una dimensión del amor que suele permanecer aplastada.

Los psicoanalistas estamos, entre algunas otras cuestiones que pueden llegar a valer la pena, para devolverle esa posibilidad al sujeto.

De aquellas lecturas, del hecho de hablar sobre este tema con otros, quedaron estos restos que, como un mensaje en una botella arrojado por un náufrago al mar, esperan del amable lector que algún día los encuentre. Tendrá en sus manos un texto por momentos ilegible. Y entonces quizás juzgue que valga la pena encontrarnos en algún momento, en algún lugar, para seguir hablando de amor.

El amor es vacío

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