Читать книгу ¿Cómo ves? Ecología urbana - Luis Zambrabo - Страница 9

La historia del crecimiento de las ciudades

Оглавление

Desde hace unos 5 000 años al ser humano se le ocurrió construir ciudades para vivir en ellas. Mesopotamia fue el sitio donde surgieron las primeras aglomeraciones de pobladores, aproximadamente 2 000 años después de que los humanos dejaran de ser nómadas y comenzaran a practicar la agricultura y ganadería sedentaria. Alrededor de las ciudades se fundaron y desarrollaron las grandes civilizaciones como las asiáticas, las europeas y las precolombinas. Todas ellas tuvieron diferentes tiempos de desarrollo urbano y con distintas etapas de crecimiento, debido a circunstancias particulares como guerras, religiones, arquitectura y el propio ecosistema donde se establecieron; pero todas tienen un patrón similar en su relación con la agricultura y la naturaleza.

La agricultura y ganadería sedentaria tuvo muchas ventajas. En primer lugar, las familias que la practicaban lograron producir más de lo que necesitaban para vivir. Una familia que tiene asegurado su futuro inmediato de alimentación tiene dos grandes ventajas: la primera, es que pueden sentarse a pensar después de la faena, sabiendo que comerán al día siguiente; de este modo, la mente humana puede meditar sobre cualquier tema. Los tiempos de reflexión cotidiana promovieron la cultura, la posibilidad de razonar (la filosofía) para explicarse cómo funciona el mundo (la ciencia) y mejorar la producción agrícola con menos esfuerzo (la tecnología). En segundo lugar, las familias que producían más alimento de lo que consumían intercambiaban sus excedentes, lo que llevó a una mayor capacidad de reproducción. Esto les permitió aumentar la variabilidad en la dieta y obtener otro tipo de bienes.

Así es como surgen las ciudades, pues es más práctico vivir aglomerados cuando se cuenta con bienes acumulados para protegerse de ataques externos, tanto de otros grupos de personas como de animales depredadores. También la alta densidad de personas da mayor facilidad para comerciar los productos excedentes. Rápidamente esta primera organización llevó a la especialización de producción dentro de las ciudades, ya que mientras unos cultivaban otros hacían telas para vestir o jarrones para conservar agua. El humano se dio cuenta de que no era práctico llevar a cabo muchas actividades: una persona no puede ser experta en el cultivo, la costura, la alfarería y al mismo tiempo traer agua y reparar el techo de la casa después de una tormenta. Aun cuando una persona pueda hacer todas esas tareas, requiere de más tiempo que aquellas que se especializan en una sola de ellas. De este modo, el territorio de la mayoría de las ciudades que se establecieron eran un mosaico de personas que cultivaban en sus parcelas y otras que se dedicaban a distintas labores.


Plano de México Tenochtitlan, impreso en 1524. Ubicado en las Cartas de relación, escritas por Hernán Cortés al emperador Carlos I de España.

El contacto con la naturaleza se mantuvo en estas ciudades nacientes, pues caminando rumbo a su casa un citadino podía ver al vecino cosechar sus productos y ayudarle, si se llevaban bien. También sufriría si la helada destruyó toda la cosecha en una noche, pues sabía que esto ocasionaría hambruna en la ciudad en las siguientes semanas. Observando, las personas estaban conscientes de que lo que sucedía en sus ecosistemas les afectaba incluso en lo que comerían en el futuro cercano.


Área rural. Sembradío en el campo.

Sin embargo, poco a poco las personas que se dedicaban al cultivo fueron relegadas hacia la periferia de las ciudades, pues el comercio requiere poco espacio y la agricultura de mucho terreno. Aun fuera de la zona céntrica, los productores de alimentos mantenían una relación relativamente cercana con la ciudad. La producción era, en ese entonces, lo que ahora consideramos “orgánica y local”, pues los fertilizantes eran naturales (fondo de los lagos, guano de aves, estiércol de ganado y desechos vegetales) y la energía requerida para el transporte era baja, pues incluso llevaban las mercancías cargándolas sobre sus espaldas.

Suena trivial, pero el hecho de que el alimento se generara cerca de las ciudades tuvo muchas implicaciones en el comportamiento de las personas. Los productores de alimentos y los citadinos compartían el mismo clima, y éste afectaba a ambos: una sequía o una inundación era un problema que tenían que afrontar ambos grupos al mismo tiempo.

La evolución de las ciudades fue complicada por las guerras, la economía, las alianzas entre Estados y los virajes radicales de los gobernantes, lo que modificó profundamente las raíces de cada ciudad. Con el tiempo, las ciudades se volvieron centros para comerciar debido a la facilidad para intercambiar productos por la apertura de caminos y la fortaleza de los gobiernos que proveían de seguridad a los viajeros entre cada región urbana. Así, la especialización cambió de escala. Antes se encontraba en los barrios, y posteriormente la ciudad completa se especializó en la producción de algún bien en específico. Con esto, algunos artículos agrícolas perecederos, pero de vida más larga, podían transportarse entre ciudades y la agricultura se desplazó todavía más hacia las afueras de las zonas urbanas. Ya no eran los vecinos cercanos, ni los que vivían a la orilla de la ciudad; los agricultores pasaron a otra categoría de región: la zona rural.

Así, mientras que la densificación urbana permitía mayor comodidad a sus habitantes con servicios como abastecimiento de agua, drenaje, centralización de alimentos y electricidad, la poca densidad de las zonas rurales hacía incosteable la provisión de estos servicios y se fueron volviendo menos atractivas. Las personas de las zonas rurales comenzaron a ser extraños, con costumbres y preferencias diferentes, que vivían en zonas inhóspitas alejadas del bullicio de la ciudad.

¿Cómo ves? Ecología urbana

Подняться наверх