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A MODO DE INTRODUCCIÓN Este no es otro libro de nutrición para deportistas más

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Si cuando hablas nadie se molesta, eso es que no has dicho absolutamente nada.

MICHAEL CRICHTON

Si usted va a la sección de nutrición y deporte de cualquier librería, podrá encontrar más de cien títulos que tratan sobre este tema. Si introducimos en Google los términos «libros de nutrición deportiva», la búsqueda nos dará más de dos millones de resultados.

Entonces, ¿por qué hemos decidido escribir otro libro sobre este tema?

A nuestro entender, casi todos los libros de alimentación para deportistas hablan poco de lo que deben comer los que hacen ejercicio físico. Y nos preocupa especialmente que en casi todos estos libros se repitan las mismas pautas, actualmente obsoletas y sin respaldo científico. A la luz de las últimas demostraciones científicas, se ha visto que muchas de las ideas en las que se insiste en cada uno de los libros —«El deportista debe basar su alimentación en los hidratos de carbono» o «Los músculos y el cerebro se alimentan de azúcar» o «No se pueden hacer ejercicios de gran intensidad si no se lleva una dieta rica en carbohidratos y baja en grasas» o «Tomar hidratos de carbono después de hacer ejercicio facilita la recuperación muscular»— son erróneas y deben ser revisadas.

Como se verá a lo largo del libro, algunas de estas afirmaciones son falsas y otras, además, empeoran el resultado deportivo y aumentan el riesgo de lesiones si se siguen.

Lo que queremos decir con esto es que casi todo lo que le han enseñado hasta ahora no es cierto.

Las ideas sobre nutrición y sobre cómo debemos alimentarnos provienen de la década de 1980, periodo en el que el doctor Ancel Keys, el Departamento de Agricultura de EE.UU. y el senador McGovern elaboraron la famosa «pirámide nutricional» para la población general, ocultando datos y basándose en algunas mentiras (si quiere conocer la historia completa, un relato bastante curioso que nos confirma la idea de que debemos ser siempre mucho más críticos con la información que recibimos, puede consultar, por ejemplo, mi libro Toda la verdad sobre la dieta Dukan, RBA, 2012). A partir de esa pirámide, se pensó, sin ninguna base científica, que este tipo de alimentación también sería la mejor para los deportistas. De hecho, cuando se realizaron estudios sobre el tipo de alimentación que seguían los atletas en los juegos olímpicos, se observó que, en las Olimpiadas celebradas entre 1932 y 1968, se consideraba que las proteínas eran el nutriente esencial para el deportista; no fue hasta finales de la década de 1970 y principios de la de 1980 cuando se introdujo la alimentación basada en carbohidratos como fuente de energía principal del deporte.1

Pero no crea que estamos obsesionados por teorías conspiratorias. Por desgracia, este tipo de cosas ocurre a menudo en la ciencia; por un lado, el conocimiento científico tarda años en llegar a los propios científicos y, por el otro, los investigadores que se dedican a estudiar y publicar trabajos serios y novedosos y que intentan cambiar las ideas basándose en el conocimiento científico más actual suelen molestar al resto, que acostumbra a verlos con mala cara y como personajes peligrosos que conviene hacer callar y desprestigiar. La historia nos ha dejado algunos ejemplos de esto:

• El doctor Miguel Servet descubrió la circulación pulmonar, pero fue quemado en la hoguera porque dicho descubrimiento contradecía la anatomía que había establecido Galeno.

• El doctor Ignaz Semmelweis descubrió que la fiebre posparto, que causó tantas muertes en el siglo XIX, se debía a bacterias, de modo que, si los médicos se lavaban las manos antes de atender a las parturientas, podían evitar dicha enfermedad. ¡Fue apartado de su puesto de trabajo, expulsado de la profesión médica y terminó suicidándose! Hoy día, en el Hospital General de Viena hay una estatua de él con una inscripción que reza: «EL SALVADOR DE LAS MADRES».4

• Los doctores Warren y Marshall descubrieron que las úlceras digestivas las produce una bacteria y que podían curarse con antibióticos. ¡Fueron humillados y desprestigiados por toda la comunidad médica durante más de diez años!3

• A finales de la década de 1980, el prestigioso jefe de Endocrinología de Stanford, Gerald Reaven, descubrió el mecanismo por el que se produce la diabetes tipo 2 y también que la mejor dieta para un diabético era aquella que fuera baja en hidratos de carbono. Incomprensiblemente, todavía hoy, las principales sociedades científicas para el tratamiento de la diabetes recomiendan justo lo contrario, sin base científica alguna: ¡muchos carbohidratos para los diabéticos! ¿Sabe qué han conseguido con esos consejos? ¡Que cada 30 segundos se ampute una pierna a un paciente diabético en el mundo y que cada siete muera otro!5

Cuando todos estos conocimientos, que no son fácilmente accesibles para el público lego en medicina, llegan a la población general, empiezan a cambiar las cosas.

EL CURIOSO SÍNDROME DEL GORDIFUERTE O DE M. A. BARACUS

Gracias a los resultados proporcionados por la base de datos del Scripss Howard News Service,6 donde se recoge la muerte de casi cuatro mil jugadores profesionales de fútbol americano en los últimos cien años, sabemos que:

• Los deportistas con sobrepeso (obesidad) tienen más del doble de posibilidades de morir antes de los cincuenta años que sus compañeros con normopeso.

• De cada diez jugadores fallecidos víctimas de cardiopatías ocho eran obesos, incluso en la época en la que eran jugadores profesionales.

• En la actualidad, más de la mitad de los jugadores profesionales de fútbol americano son obesos, mientras que, a principios del siglo XX, solo un 10 % estaba por encima de su peso recomendado.

Estos datos nos indican que la manida frase «Estoy gordo, pero fuerte y en forma» no es cierta. Como veremos más adelante, el tejido graso actúa como un órgano metabólicamente activo que produce sustancias inflamatorias y hormonas que tienden a reducir la cantidad de masa muscular. Estudios recientes demuestran que, por mucho que se acompañe de 30 minutos de ejercicio físico diario, la dieta basada en un consumo abundante de carbohidratos que hoy en día recomiendan las principales sociedades científicas no previene la obesidad, ni permite adelgazar, ni a las personas adultas de mediana edad, ni tampoco a los niños y a los adolescentes.7-9

El tipo de dieta para deportistas basado en el consumo continuo y abundante de hidratos de carbono puede que aumente el tamaño de los bíceps, pero también contribuye a acumular grasa alrededor del abdomen, debido a la hormona insulina y a cómo actúa, fisiológicamente, sobre el tejido graso (localizado fundamentalmente en el abdomen) y los músculos.

Ahora ya sabe por qué Laurence Tureaud, más conocido como Míster T o sargento M. A. de la serie El Equipo A, lucía espectaculares bíceps junto con una hermosa barriga.

Pero volvamos al tema de este libro. Si lo lee, descubrirá que a sus músculos les gustan las grasas y que no conseguirá que se regeneren comiendo grandes cantidades de hidratos de carbono, sino gracias a las proteínas. De tal manera que si sigue usted los consejos del tipo: «Consuma este gel compuesto por carbohidratos de alta calidad: le aportará energía inmediata y ayudará a la regeneración muscular», basados en la publicidad y los intereses económicos y no en la ciencia, no solo no mejorará su rendimiento deportivo y el de sus músculos, sino que conseguirá todo lo contrario. Además, aumentará espectacularmente la probabilidad de que le suban los índices del colesterol, la inflamación crónica y el riesgo cardiovascular. Es lo que se conoce como «la paradoja del maratoniano». También puede que se sorprenda cuando le hablemos de:

Las pautas alimentarias específicas que debe seguir en función de los objetivos que quiere conseguir. No es lo mismo que desee usted perder grasa rápidamente y mejorar su capacidad aeróbica, o que pretenda aumentar el volumen de sus músculos para realizar entrenamientos de fuerza.

Los tres pilares fundamentales que deben regir la nutrición para deportistas:

1. Dosis correcta de ejercicio: El ejercicio físico se comporta como un medicamento. Por tanto, por muy bien que nos alimentemos, si no llegamos a las dosis adecuadas, no obtendremos los beneficios que buscamos; si las sobrepasamos, los efectos secundarios serán mayores que las virtudes.

2. Qué comer y cómo hacerlo: Enseguida descubrirá que todo lo que había oído hasta ahora sobre cómo debe alimentarse un deportista es falso y que lo único que consigue ese tipo de alimentación es que su rendimiento deportivo y su salud empeoren y que sea la compañía de turno quien mejore su salud (ingresos).

3. La hora sí importa: Del mismo modo que el organismo funciona mejor si dormimos por la noche y trabajamos durante el día, si quiere conseguir el mejor rendimiento posible en su práctica deportiva, debe realizarla en las horas más adecuadas, que variarán en función del tipo de deporte (de precisión, de fuerza o de resistencia).

Además, a pesar de las preocupaciones de algunos entrenadores, médicos y deportistas sobre los posibles efectos nocivos de las dietas bajas en carbohidratos sobre el rendimiento deportivo y de los mitos infundados sobre los que se basan, las evidencias científicas más sólidas demuestran que este tipo de dieta (baja en hidratos o cetogénica) no solo no afecta al rendimiento deportivo y a la fuerza de los atletas de alto nivel, sino que, gracias a su eficacia a la hora de perder grasa rápidamente, puede ser muy útil para aquellos atletas que compiten en los deportes basados en «categorías de peso» (boxeadores, gimnastas, luchadores, etc.).13

Por desgracia, las falacias en nutrición deportiva están cada vez más extendidas; por un lado, están los intereses económicos (los deportistas son un sector de la población que se cuida, dispuesto a invertir grandes cantidades de dinero en proteger y mejorar su salud) y, por el otro, el pensamiento predominante entre los supuestos entendidos, que se basa en ideas «mágicas» y equivocadas («una caloría es una caloría» o «somos lo que comemos», por ejemplo) que solo contribuyen a extender la epidemia de enfermedad crónica (cuatro de cada diez personas delgadas tienen factores de riesgo cardiovascular o indicadores sanguíneos de inflamación crónica, aunque sean deportistas).

Después de todo lo que le acabamos de contar, esperamos que se sienta usted molesto por haber sido engañado durante tanto tiempo, pero también que esté deseoso de empezar a leer el libro y disfrutarlo.

Murcia, 20 de enero de 2013

Alimentación para deportistas

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