Читать книгу La venganza de las olas - Álvaro Ibañez - Страница 4

Оглавление

Isla de Tabarca,

15 de agosto de 2016

El velero ha levantado anclas y abandona la playa de Tabarca. Tras pasar gran parte del día atracado junto a otras embarcaciones, se dispone a rodear la isla con destino al puerto de Alicante. Una pareja de jóvenes disfruta de las vistas desde la cubierta. La noche va venciendo al día y en el horizonte se divisan las construcciones de todo el litoral mientras las luces comienzan a encenderse. La brisa marina se desliza entre sus cabellos y el armonioso vaivén que propinan las olas a su transporte les produce un estado de relajación absoluto.

Están de vacaciones, y durante el viaje dialogan plácidamente sobre su descanso, la organización de las excursiones que van a hacer y los planes de futuro a la vuelta a casa. Por primera vez en mucho tiempo se sienten dueños de su existencia, de sus días, y pueden paladear los instantes de vida que el ajetreo de la rutina les roba el resto del año.

La chica fija la atención sobre una gaviota que se alza majestuosa sobre el mar y que emprende un acuciado descenso para pescar algo que llevarse a la boca. Pega un pequeño tirón en la mano a su chico y señala al ave, que pronto se aleja mientras la pareja se funde en un abrazo.

La claridad del día es cada vez menos intensa y las luces de Tabarca empiezan a brillar, como emergidas de repente. Observan la isla y perciben un destello.

—¡Mira, el faro! —exclama el chico.

Ambos contemplan encantados ese guía de barcos en la noche, de almas errantes con destino a ninguna parte… cuando ella advierte algo.

—Qué raro que tenga tan poca luz. Parece medio fundido.

—¿Cómo va a estar fundido?

—¿No notas como que el foco no ilumina lo suficiente?

Efectivamente, parece que la luz que emite el faro es escasa para avisar de su presencia desde la distancia, por lo que el joven trata de concretar su visión en lo alto de la torre, forzando el enfoque de sus ojos como si pudiera sacarlos de sus órbitas.

—Hay algo… No sé… —dice dudoso.

—¿Cómo que hay algo?

—Creo que algo tapa el foco.

—¿Para qué van a tapar la luz de un faro?

—Yo qué sé, pero allí hay algo. No me alcanza la vista —se lamenta.

La chica, provista de una cámara fotográfica para inmortalizar sus vacaciones, saca su Nikon y destapa su potente objetivo, vislumbrando el faro desde el visor. Acerca la imagen con el zoom y, cuando llega al máximo alcance, lanza un grito aterrorizada.

—¿Qué pasa? —pregunta el chico sobresaltado.

La joven irrumpe en un llanto histérico dejando la cámara a su novio y señalando con el dedo hacia el faro. La imagen es clara y él comprueba el motivo de su dramática reacción. Un cadáver está atado en forma de aspa en el foco del faro de la isla de Tabarca.

La venganza de las olas

Подняться наверх