Читать книгу Huenun Ñamku - M. Inez Hilger - Страница 10

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Introducción

Este libro no es una biografía. No es un estudio en metodología etnográfica, aunque investigadores principiantes en etnografía pudiesen encontrar orientaciones útiles en él.

Es un registro de costumbres mapuche como fueran relatadas por Huenun Ñamku, un viejo hombre mapuche en Chile. Conocimos a Huenun mientras estábamos haciendo un estudio etnográfico sobre la vida infantil de su pueblo. Él vivía en uno de los valles bajos de los Andes cerca de Panguipulli, una aldea predominantemente chilena en el lago Panguipulli.

Durante nuestro estudio etnográfico, de los cincuenta y tres entrevistados en sus hogares principalmente, Huenun Ñamku fue un informante voluntario. Él, como muchos otros, era una persona interesada: quería un estudio verídico de su pueblo. Encontramos que él era un hombre que ejemplificaba los ideales de los mapuche; altamente inteligente, de integridad incuestionable, diligente, orgulloso, independiente, cortés, simpático y afectuoso.

Mi asistente de campo, Margaret Mondloch, y yo veníamos de la zona costera chilena donde habíamos ocupado nuestro tiempo asignado entrevistando y observando. Ahora estábamos camino a Coñaripe, un valle en lo alto de los Andes, donde se nos había dicho que vivía uno de los grupos de mapuche menos aculturados. El camino a Coñaripe fue un viaje de ida y vuelta por los lagos Calafquén y Panguipulli, en uno de los barcos de transporte de madera que baja a Panguipulli desde campamentos madereros de los Andes. La navegación de regreso de estos barcos era de lo más impredecible. Esperamos en Panguipulli por tres semanas antes de que tuviésemos la oportunidad de viajar en uno de ellos.

Fue durante estas tres semanas que Huenun Ñamku nos visitó en la Escuela Misional en Panguipulli para contarnos de las costumbres de su pueblo. Una de las profesoras de la Escuela Misional, Francisca Fraundorfner (nacida en Alemania), no fue solo nuestra anfitriona durante nuestra estadía, sino también nuestra intérprete. Huenun hablaba castellano mezclado con mapuche, un idioma comprendido muy bien por Francisca. Ella había enseñado a niños mapuche por muchos años, entre ellos a los hijos de Huenun.

Como un estudio etnográfico, este informe es algo inusual porque Huenun fue un informante voluntario. Comúnmente, la información etnográfica se obtiene por medio de entrevistas, participación personal y observaciones que se hacen mientras se está viviendo con un pueblo. La conversación con Huenun consignada en este libro no se encuentra en el informe más largo y completo sobre nuestro trabajo de campo.5

Nuestro método de investigación etnográfico es descrito en la introducción de mi Guía de campo para el estudio etnológico de la vida infantil.6 También se encuentra una descripción detallada de este en mi ensayo titulado “Un método de campo etnográfico” en Método y Perspectiva en Antropología.7

Los mapuche son descendientes de un pueblo aborigen no conquistado. Ellos se opusieron a cada invasión de los incas (probablemente 1448-82) y resistieron exitosamente por siglos los intentos de conquista de los españoles y más tarde de los chilenos (1536-1883).

Hoy, los mapuche en Chile viven principalmente en la zona costera y en los valles más elevados de los Andes, en las provincias de Cautín y Valdivia. La región se extiende entre los treinta y seis y cuarenta y dos grados latitud sur —el mayor número de familias vive entre los treinta y nueve y cuarenta grados. Este territorio se extiende desde Temuco al norte hasta Osorno por el sur; desde el océano Pacífico al oeste hasta la cuenca hidrográfica de los Andes por el este. Es una porción del hábitat precolombino de sus ancestros.

El área ocupada por los mapuche en Argentina hoy no está bien definida. Los mapuche argentinos fueron perseguidos de una localidad a otra por los militares, como lo fueron los indios norteamericanos, y fueron finalmente subyugados por acción del gobierno. Hoy son un pueblo conquistado y dominado. Han perdido valores característicos de los mapuche chilenos y son mucho más aculturados que ellos.

En los primeros años, había bastante comunicación entre los mapuche de ambos lados de la cordillera. Hoy en día se pueden recorrer las huellas utilizadas en ese entonces. Hoy esos senderos sirven también como caminos de herradura; uno de ellos tenía casi un metro de profundidad. Caminos más anchos han servido, por años, para el paso del ganado y aún cumplen esa función. En verano, estos también son usados para el transporte de buses y automóviles. Tres de estos caminos son el Paso Tromen entre Pucón, Chile, y Junín de los Andes, en Argentina. Otro entre El Arco, Chile, y Zapata, Argentina, y un tercero es El Paso de Vuriloche entre el sur de Chile y Bariloche, Argentina. Estos pasos están a menos de 1.500 8 metros sobre el nivel del mar; la cordillera de los Andes en esta región alcanza una altura por sobre los 6.700 metros.

El territorio mapuche es verde; su clima es temperado por la corriente de Humboldt. La belleza de sus montañas, lagos y cordillera de los Andes, con volcanes tanto activos como dormidos, deja corta cualquier descripción. La altura del volcán Villarrica alcanza los 2.840 metros; Choshuenco y Quetropillán 2.360 metros cada uno; Lanín justo más allá de la vertiente, en el lado argentino, 3.740 metros. El invierno (entre marzo y octubre) es una estación lluviosa. Valdivia, una ciudad costera en el área, registra una cantidad de lluvia caída de 100 a 107 milímetros de agua.

Con toda probabilidad, los primeros contactos de los mapuche con los europeos ocurrieron alrededor de mediados del siglo XVI. Fue en esos tiempos que las fuerzas españolas, guiadas por Diego de Almagro, entraron al territorio chileno. Las fuerzas de Almagro fueron seguidas por otras bajo el mando de Pedro de Valdivia, el conquistador de Chile. Valdivia estableció fuertes y ciudades dentro del territorio mapuche. Los mapuche se volvieron aprensivos y en breve hostiles. No era un pueblo conocido por su agresividad, pero se convirtieron en guerreros feroces. A sus mazos y puntas de mazos, arpones y lanzas hechas crudamente, les añadieron el caballo y la caballería organizada. Las lanzas eran simplemente cepos de bambú nativo cubiertos con flechas, pero eran armas efectivas. Alonso de Ercilla y Zúñiga, en su poema histórico La Araucana (1569), elogia la valentía del poderoso jefe de guerra mapuche, Caupolicán, y el heroísmo del joven Lautaro. Los españoles tenían una gran admiración por los guerreros mapuche. En 1553, las fuerzas de Valdivia fueron aniquiladas y él mismo fue asesinado.

Durante los siglos siguientes estallaron esporádicamente peleas feroces. A veces se alcanzaban acuerdos, pero siempre después de estos los mapuche eran tratados como una nación conquistada. En desagravio, ellos quemaron ciudades establecidas en su territorio por los españoles y más adelante por chilenos, e hicieron ataques sorpresa en instalaciones dispersas. Se sucedieron las represalias. Finalmente, en 1883, convencidos de que lo más sabio era hacer un tratado con el gobierno chileno, los mapuche voluntariamente llegaron a un acuerdo. En este ellos nuevamente demuestran ser un pueblo aborigen único. Hombres viejos nos hablaron de esos días en 1946. Cito a uno de ellos:

En 1860, cuando Joaquín Pérez era Presidente de Chile, los mapuches aún estaban peleando con los Chilenos. Este tipo de pelea fue llamado malón —malón es una palabra castellana [un ataque sorpresivo al estilo de los indios americanos]. Los mapuches le hicieron mucho daño a los chilenos: ellos les robaron animales, incluso bueyes; capturaron niñas y mujeres que ellos especialmente admiraban, y luego las forzaban a casarse con ellos; robaron tierras; destrozaron pueblos pequeños —entre ellos le prendieron fuego al pueblo de Imperial dos veces y destrozaron Cañete completamente además de otros pueblos similares. Para poner fin a estos malones, el Presidente Pérez mandó al Coronel Bochef 9 a nuestro territorio. Cuando Andrés Lienlaf, el jefe de los lonkos 10 en nuestra área, supo de esto se marchó a Valdivia [cuarteles militares chilenos] para hablar con el Coronel. Se llevó a José Martín como intérprete […] El Coronel los trató como traidores. José Martín defendió a Andrés y dijo que habían venido a negociar la paz y no la guerra. El Coronel, por su parte, había recibido órdenes de exterminar a todos los mapuches desde Valdivia al norte hasta la provincia de Arauco. Para convencer al Coronel de sus buenas intenciones, Andrés se arrodilló e hizo un juramento de que él les diría a todos los mapuches bajo su mando que debían poner fin a estos malones. El Coronel, entonces, les dio tres meses de gracia. Andrés debía regresar y decirle a los mapuches que pusieran fin a sus ataques. Andrés regresó. Habló con los lonkos. Algunos no estuvieron de acuerdo con él, dijeron que se había vuelto un traidor a su pueblo y tierra […] Más tarde, el Coronel vino acá a firmar la paz con el lonko Andrés. Desembarcó en Chan Chan con 1.500 soldados. Cuando lo vimos guiar a estos soldados a nuestra tierra, la gente huyó y se escondió; ellos pensaron que ahora sus hogares serían quemados y ellos mismos exterminados. Las mujeres se lamentaban. Pero esto terminó las guerras. Así fue como los mapuches de esta área se salvaron ellos mismos de ser aniquilados.11

Sería más preciso decir que desde 1883 ha habido infiltración y penetración de los chilenos en el territorio de la Araucanía, más que decir que los mapuche están siendo forzados a la aculturación debido a la subyugación o sumisión al gobierno chileno.

Registros escritos llaman a esta gente araucanos,12 una palabra probablemente derivada del nombre de la araucaria [Araucaria araucana o Dombeya chilensis], un árbol que crece en el área —los mapuche llaman a este árbol pewen [o pehuén]. Los araucanos se llaman a sí mismos mapuche [personas de la tierra]. Sin embargo, la historia consigna a los mapuche como solo una división de los araucanos. Otras divisiones son los pehuenche [o pewenche] de las tierras montañosas de los Andes [gente que vive donde el pewen o pehuén crece]; picunche [gente del norte], y huilliche [gente del sur]. Con respecto a los mapuche hoy en día, los términos pehuenche, picunche y huilliche son usados por ellos solo cuando se refieren a mapuche que viven en un área en particular, de lo contrario, ellos hablan de sí mismos y de todos los otros como mapuche. Pudimos comprobar esto mientras estábamos viviendo entre ellos.

También, los mapuche son únicos en el idioma que hablan. Su idioma es clasificado como una familia lingüística independiente y es llamado araucano.13, 14

Culturalmente, los mapuche de Chile son un pueblo sedentario y agricultor; ellos ya lo eran cuando los españoles los conocieron por primera vez. Hoy, en todas las regiones, ellos crían ganado y ovejas. En el caso de aquellos que viven en la zona costera, la pesca y los mariscos que recolectan del Pacífico han sido siempre su medio de subsistencia. Los lagos proveen peces para aquellos que viven en los valles andinos. Para los mapuche chilenos, la caza mediante trampas jugó un rol, pero no así la cacería. En tiempos prehispánicos, los mapuche argentinos eran cazadores, principalmente de guanacos [Lama guanicoe], aves parecidas al avestruz [Rhea americana albescens], pumas [Felis concolor] y armadillos [Chaetophractus villosus]. Hoy son principalmente pequeños criadores de ganado, caballos y ovejas, y a una menor escala, son horticultores y agricultores.

La población total de mapuche es desconocida. Dependiendo de la fuente consultada, aquellos en Chile suman de 97.000 a 150.000 personas. Estimaciones hechas por los primeros españoles varían entre 500.000 y tres veces ese número.

Los mapuche de Chile esperan que los miembros de sus familias tengan fuerza vital, autorrespeto, coraje y que acaten las leyes. Anteriormente, las familias eran polígamas, hoy en día la mayoría son monógamas. A pesar de que la asistencia a colegios estatales o privados es obligatoria en Chile, la mayoría de los padres cuidan que sus hijos asistan al colegio, pero no dudan en hacer ver su convicción de que la responsabilidad en la educación de sus hijos es de ellos. Ellos insisten en que educar a los niños en las tradiciones y costumbres de su pueblo es parte de la educación total del niño. Los padres, consecuentemente, lo hacen su deber entrenándolos en esto, así como también en su idioma nativo. La oratoria es conservada en alta estima, por lo que los niños hombres son formados en esta. Los abuelos no ejercen la función de profesores a no ser que estén criando a un niño huérfano. No hay iniciación en la tribu ni tampoco ritos de reproducción para niños o niñas.

Los mapuche tienen un ritual de sacrificios religiosos bien desarrollado. Todos asisten a su realización. Sin embargo, los mapuche cristianos, en general, son principalmente observadores. El gobierno inicial de los mapuche fue rudimentario pero efectivo. Todos los padres de familia tenían opinión en él. Los lonko tenían jurisdicción limitada, pero sus poderes estaban bien definidos y eran respetados. En tiempos de guerra, ellos elegían como jefe al lonko más agresivo; su poder mientras duraba la guerra era casi ilimitado. Ahora se están llevando a cabo cambios en la manera de gobernar. En todas partes se hacen notar las usurpaciones del gobierno chileno. Los lonko han sido marginados de la mayoría de sus derechos y responsabilidades. Sus deberes anteriores como jueces están ahora, mayoritariamente, en manos de las cortes chilenas, y policías residentes en el área rural ejecutan las leyes chilenas. Mientras vivimos con ellos en 1946-47 y 1951-52, los mapuche expresaron su preocupación acerca de estos cambios. Ellos parecían indefensos hacia la acción ejercida por el gobierno central de Chile que intenta anular las peticiones de tierras que han sido, por siglos, de ellos. Peticiones basadas en costumbres y decisiones de las tribus; pensaban que sus peticiones eran derechos asegurados para ellos al momento de la pacificación final por el gobierno chileno. “Aquí estamos, nuevamente de vuelta en los tiempos de 1883: ¡Promesas rotas! Nuestros líderes ya no tienen más los derechos que fueron garantizados por acuerdo”, dijo Huenun Ñamku. Solo hay sumisión por parte de los mapuche en asuntos donde la resistencia es inútil. Ha sido en vano la resistencia frente al pago de impuestos por la tierra, la educación obligatoria, la restricción de las actividades de las machis, y la aplicación de las leyes por parte de la policía chilena que reside en el área rural, en vez de los lonko.

Los mapuche son hospitalarios entre ellos y hacia los extranjeros. Se puede confiar en su disposición para ayudar. Tanto hombres como mujeres se preocupan por su apariencia personal. Existen amistades especiales y encuentran su expresión en los ceremoniales. Elogiar su inteligencia personal es el cumplido más refinado que se le pueda dar a un mapuche. Por el contrario, él se siente profundamente herido por expresiones de desprecio a su inteligencia. La paciencia es un logro, especialmente por parte de las mujeres. En general, las mujeres tanto jóvenes como casadas, viven vidas castas y los hombres muestran respeto por ellas. El tiempo libre lo pasan jugando una forma de hockey y otros juegos competitivos. La lucha libre y el nado también son pasatiempos.

El padre de familia demanda obediencia por parte de los niños y esposa —o esposas, en caso de poligamia. De vez en cuando, peleas entre esposo y esposa ocurren; cuando estas son prolongadas, no infrecuentemente, la esposa se libra de la situación colgándose ella misma. De acuerdo a policías que trabajan en el área mapuche, los mapuche son respetuosos de la ley. Generalmente, los arrestos resultan de robos o heridas infligidas a no-mapuche durante peleas de borrachos.

Chicha, la sidra de manzana fermentada, es hoy la bebida de intoxicación. Los mapuche admiten que su introducción ha resultado en un deterioro de su pueblo, y que beber en exceso se ha convertido en un vicio. En tiempos prehispánicos, el muday era el brebaje alcohólico. Tomaba tiempo y mucho esfuerzo humano producirlo: las mujeres pasaban días moliendo trigo o granos y arrojándolos a una olla donde tomaba más días en fermentar. Había solo suficiente para que los hombres tomaran hasta intoxicarse en ocasiones especiales. Dos de tales ocasiones eran al finalizar el tiempo de cosecha y después de la construcción de una vivienda. A estas costumbres de épocas antiguas en que los hombres tomaban en exceso en ocasiones específicas, se han sumado hoy los días de fiestas de los chilenos. En tiempos prehispánicos, el muday fue el brebaje en las comidas, hoy solo se toma en los ceremoniales religiosas de las tribus, pero nunca en exceso.

En caso de enfermedades, se llama a los herbolarios y machi. La causa de todas las enfermedades es un mal deseado por otro, lo cual es causado por brujos. Esta animadversión también puede acabar en embrujos contra los seres queridos de alguien o sobre sus campos, cosechas y ganado. Por lo tanto, es conveniente tener el buen deseo de todos.

En su cultura aborigen, los mapuche eran un pueblo autosustentable con un estilo de vida bien integrado.

Mientras vivimos entre ellos en Chile, encontramos que gran parte de su cultura aborigen está aún intacta, especialmente en la zona costera y en los valles más altos de los Andes. Pero incluso en estas áreas se aprecia la transición hacia una cultura chilena-mapuche. La cultura de los valles más bajos y de la gran planicie central ha tenido un avance decidido en esta dirección. Sin duda, la transculturación se debe, en parte, a las leyes de educación obligatoria en Chile que demandan que todos los niños, incluyendo a los mapuche, asistan a la escuela; a la usurpación de los derechos y peticiones por posesión legítima de la tierra por parte del gobierno chileno; y a ventajas económicas, buscadas por los mapuche, que los comerciantes de ganado chileno y compañías madereras chileno-argentinas les han proporcionado.

Huenun Ñamku

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