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2.8.5Autoestima positiva
ОглавлениеEl interés sobre la autoestima en un texto como éste, que aborda principalmente las condiciones del niño para iniciar los aprendizajes escolares sistemáticos, radica en que se trata de un concepto que se consolida en la primera infancia a partir de las opiniones, actitudes e interacciones del niño con los adultos y solo más tarde a partir de las opiniones de sus pares. El autoconcepto se forma durante la niñez, a partir del interjuego entre lo biológico y lo cultural, básicamente a partir de factores ambientales, e interaccionales (Gorostegui, 2004). Es un hecho conocido que la autoestima es una variable que media entre el potencial intelectual y el desempeño real, cumpliendo una función mediadora que obstaculiza o facilita la realización de una tarea, es decir, condiciona y retroalimenta la conducta. Desde ahí su importancia también, como un factor central en la capacidad del niño para aprender y para enfrentar los desafíos de su ingreso a la enseñanza formal.
En la literatura se utilizan como sinónimos términos tales como autovaloración, autoestima, autoconocimiento y autoimagen, no obstante que el autoconcepto de acuerdo al contexto, tiene connotaciones cognitivas; la autoestima, connotaciones más emocionales; y finalmente, la autovaloración puede ser más adecuada en contextos evaluativos. Por su parte, la autoimagen puede tener un lugar preciso de significado contextual, cuando se alude a aspectos físicos.
Virginia Satir (1980) postula que el valor que se autoasignan las personas, depende en gran medida del reconocimiento que han recibido de los adultos significativos en la infancia. De acuerdo a esta autora, los estándares para medir el propio valor han sido recibidos desde la familia, para luego ser transferidos a contextos relacionales más extensos. La visión de Satir, desde una perspectiva familiar sistémica ortodoxa, deja pocas salidas para quienes han tenido sus primeras experiencias negativas en este sentido. Aún así, el jardín infantil -y de ahí la importancia de ofrecer al niño un contexto escolar positivo- representa un referente compensatorio de las dinámicas relacionales recibidas en el contexto familiar.
El autoconcepto, considerado como una definición del sí mismo, corresponde a un mapa interno con el que las personas orientan su vida. Este modelo o mapa de sí mismo responde también a un modelo subjetivo del mundo. En la medida que nuevas experiencias modifican este modelo, también se modifica la definición del sí mismo. Vale decir, el autoconcepto no es estático, sino que se va construyendo a lo largo de la vida (Simon et al., 1984, en: Gorostegui, 2010).
Otra definición de autoestima es la que ofrece la perspectiva fenomenológica y rogeriana: “configuración organizada de percepciones del sí mismo que puede ser concienciada” (Piers y Herzberg, 2007). Sobre esa base se define el autoconcepto como un set relativamente estable de actitudes descriptivas y también valorativas hacia el sí mismo. Estas autopercepciones dan origen a autovaloraciones (cogniciones) y sentimientos (afectos) que tienen efectos motivacionales sobre la conducta.