Читать книгу Variaciones sobre Hegel - Manuel Alonso Olea - Страница 6

III Los escritos juveniles de Hegel

Оглавление

Volksgeist, no ya como idea, sino incluso como expresión, aparece en Hegel desde sus primeros escritos (I. Muñoz Triguero, El concepto de «espíritu» en los escritos juveniles de Hegel, en «En torno a Hegel», Universidad de Granada, 1974, páginas 219-220; muy insistentemente, A. Plebe, Hegel, trad. J. A. Méndez Borra, Madrid, 1976, págs. 10, 15-16, 18, 74, 152-153), lo que también se ha atribuido a la influencia de Montesquieu (ver el excesivo G. Planty-Bonjour, «L’esprit général d’une nation selon Montesquieu et le 'Volksgeist' hégélien», en J. D’Hondt, Hegel et le siécle des Lumiérs, París, 1974). En Montesquieu, a su vez, resuenan los ecos lejanos de le naturel des peuples de que hablara Bodino en el mismo sentido de pueblo o nación «como entidad histórica con su naturaleza propia» (A. Truyol y Serra, Historia de la Filosofía del Derecho y del Estado, vol. II, Madrid, 1975, págs. 104-105, 225).

Cualesquiera que fueran las influencias concretas es, en efecto lo cierto, insisto, que en los primeros escritos de Hegel —situados entre 1793 y 1794, en la época de Berna, y conocidos precisamente como «fragmentos sobre Volksreligion» («Fragmente über...», en Frühe Schriften, vol. I de los Werke citados)— se habla de esta religión popular y comunitaria, opuesta a la «privada», estrechamente ligada y reflejo del Geist des Volkes (pág. 27 y sigs), y son demostrativos de que «desde un principio comprende Hegel la religión... en conexión con la vida de las naciones», como apreciara Dilthey (Hegel y el Idealismo, en «Obras de...», vol. V, trad. E. Imaz, México, 1978, pág. 13). El que Gadamer en un ensayo de circunstancias llama «balbuceo del alma popular», está en Hegel diríamos desde siempre, sin haber habido de esperar a su reencuentro con él en Heidel-berg (de Gadamer, Hegel y el Romanticismo de Heidelberg, en «La dialéctica...», cit., pág. 111).

A la religión «popular» apelaría de nuevo Hegel, apenas dos años después, hacia 1796, en las adiciones a La positividad de la religión cristiana (Frühe Schriften, en «Werke», vol. I, págs. 197-202; adición incluida en la trad. de S. Szankay y J. M. Ripalda, Escritos de Juventud, México, 1978, páginas 143-148, colocada bajo la rúbrica muy apropiada La fantasía religiosa de los pueblos), lamentando su falta para suscitar «la sensibilidad y la fantasía del pueblo» (págs. 198-199 y 145). Porque en efecto Hegel, aun reconociendo a la religión «privada» su valor formativo de la conciencia moral individual, quiere una religión «que impregne todo el medio humano, político y artístico... [que se identifique]... con el Volksgeist» (M. Regnier, Hegel, en Y. Belaval, La filosofía alemana de Leibnitz en Hegel, vol. VII de «Historia de la Filosofía», trad., Madrid, 1978, págs. 245-246), una especie de Sittlichkeit de inspiración religiosa que trasciende la Móralitat, algo esencial para Hegel en múltiples contextos (el jurídico entre ellos: insistencia sobre el fundamento «ético-social», frente al puro de moral individual, de la eficacia de las normas; ver al respecto R. Zippelius, Rechtsphilosophie, Munich, 1982, págs. 30-32), que sólo socialmente es concebible, porque sólo en «la condición del ciudadano... es la Volksreligion posible y al tiempo legitimada» (D. Henrich, Hegel im Kontext, Francfort, 1981, pág. 67, reflexionando sobre Entwürfe über Religión und Liebe, de la época de Francfort [1797-1798], escritos bajo la profunda influencia de Hölderlin, y mostrando también la influencia profunda de Rousseau, ambos extremos según Henrich [loc. cit., págs. 65-70]; evidente el segundo y no tanto el primero).

Cuatro años más tarde, en 1800, en Francfort todavía, con la misma energía que Herder, se referiría Hegel a cómo la noción ilustrada de «los siglos oscuros» implica «un profundo desdén de los hombres y una notoria superstición» que impide su comprensión (La positividad... Nuevo comienzo, en loc. cit. pág. 424; Die Positivitdt... Neufassung des Anfangs, en loc. cit., pág. 222); «la máscara de la Ilustración... apropiada... por la ignorancia, la superstición y el fanatismo», volviendo así contra el ilustrado las mismas armas de que éste usaba, de las que había hablado Schelling (Carta a Hegel, 21 de julio de 1975; Escritos de juventud, pág. 63); expresiones éstas de Hegel no disonantes de las furibundas que poco tiempo después usaría Fichte; «... la edad de la indiferencia absoluta hacia toda verdad y del completo desenfreno sin guía ni dirección alguna; el estado de la acabada pecaminosidad»; «... una edad... [que]... impulsada por su odio contra lo antiguo, edificará constituciones políticas sobre abstracciones llenas de aire y vacías de contenido... y gobernará con frases retumbantes... a unas generaciones degeneradas»; con una moralidad que «reconocerá por única virtud fomentar el propio provecho... y por único vicio errar contra el propio interés»; «una mezquina altanería y vanidad... un regodearse en la propia cazurrería... mirando altaneramente... regocijándose de sí misma... como siglo de las luces o de la Ilustración» (Los caracteres de la Edad Contemporánea, lees. 2. y 3.; trad. J. Gaos, Madrid, 1976, págs. 33, 41 y 49; para el original alemán de Die Grundzüge des gegenwártigen Zeitalters, el vol. VII de Fichtes Werke, ed. I. M. Fichte, Berlín, 1845-46, reprod. Berlín 1971, págs. 18, 30 y 40), un buen ejemplo, por cierto, del «Fichte frenético emergido del seno de Kant», del que hablaba Ortega, Kant, Hegel, Dilthey, 4. ed., Madrid, 1972, pág. 48).

* * *

El ataque mismo de Hegel contra la «religión privada» es en el fondo un ataque «contra el individualismo y el cosmopolitismo de la Aufklárung» (Regnier, loc. cit., pág. 245), de ahí que se reproduzca en sus Lecciones sobre Filosofía de la Religión («el así llamado pensamiento, bajo el nombre de Ilustración»; «esta corriente negativa... el entendimiento abstracto que ha usurpado el nombre de razón»; que «quiere permanecer en la noche a la que da el nombre de Ilustración» [intr., sec. 4., a) y b) ]; trad. A. Guinzo, con el título El concepto de religión, México, 1981, págs. 92, 94-95 y 97; las cursivas son de Hegel); del mismo modo que su defensa de la religiosidad popular reacciona contra la tendencia dominante de la Ilustración de ver en las religiones históricas «la herencia de tiempos pasados y oscuros» (comentando a Deschamps —para quien también la crítica ilustrada de la religión era «superficial y limitada»—, A. Soboul, Aufklarung, Gesellschaftskritik und Utopie in Frankreich des 18. Jahrhunderts, en J. Droz, «Geschichte der Sozialimus», Francfort, 1974, vol. I, págs. 201-202; el original de esta historia es francés, París, 1972), no percatándose de que aquellas religiones «expresan lo divino a través de instituciones históricas... la inquietud de la conciencia ante el objeto de su aspiración infinita» (J. Moreau, Approche de Hegel, 1.ª parte, en «Rev. Phil. de Lovaine», t. 80, febrero 1982, pág. 16).

Variaciones sobre Hegel

Подняться наверх