Читать книгу Letras viajeras - Manuel Rico - Страница 8

Оглавление

Introducción

Escribió el comediógrafo belga Francis de Croisset: “La lectura es el modo de viajar de aquellos que no pueden tomar el tren”. La literatura de viajes es, en el fondo, otra forma de viajar. Aunque hayamos visitado determinados paisajes o ciudades, aunque los conozcamos a fondo por haber vivido en ellos durante un tiempo, cuando leemos un libro, o una pieza literaria en la que se cuenta el recorrido de un determinado escritor por esos lugares, volvemos a vivir nuestra experiencia. Filtrada por la mirada del escritor, enriquecida por perspectivas nuevas, que se mezclan con nuestros recuerdos, nuestra mirada y nuestra memoria hasta fundirse con la apuesta narrativa o poética del autor.

Intento recordar cuáles fueron mis primeras lecturas viajeras y me viene a la cabeza alguna de las leyendas de Bécquer. Aunque se trataba de un relato, tuvo la virtud de hacerme viajar al monasterio de Veruela, a los paisajes del Moncayo. Después leí al Unamuno de Por tierras de Portugal y de España, al Azorín de Castilla y, sin solución de continuidad, desemboqué en el Viaje a la Alcarria, de Camilo José Cela.

Recuerdo aquellos “viajes” con la imaginación en tardes de verano en mi casa familiar en un barrio periférico de Madrid. Con Unamuno, olía los bosques de la sierra de la Peña de Francia, en Salamanca, o sentía el bochorno del sol implacable de algún pueblo de Castilla al mediodía o el fresco, oloroso a cuero y a madera, de alguna casa solariega con zaguán en sombra de algún capítulo del libro de Azorín, o el frío matinal en la estación de Atocha cuando Camilo José Cela se dirigía, al amanecer, al tren de madera que habría de llevarlo a Guadalajara, primera estación de su viaje inmortal.

Eran letras viajeras, invitaciones a conocer ciudades, cordilleras, caminos, aldeas, con el poderoso instrumento de la imaginación avivada por la palabra. Después vendrían muchos libros más. Muchos viajes sin tomar el tren. A lugares que, con el paso del tiempo, pasarían de la imaginación a la realidad.

Las páginas que siguen recuperan esa experiencia, tienen algo de sedimento de mi relación con todos esos lugares. Su textos, nacidos de mi compromiso con la regularidad que requiere un blog inserto en una revista online de viajes (Eco-Viajes.com), son el fruto de sucesivas lecturas y relecturas, de reencuentros con libros que leí hace mucho tiempo y de descubrimientos inesperados, de acercamientos a libros viajeros aparecidos en los últimos años. En su escritura he caído en la cuenta de que también en géneros como la poesía y el relato hay mucho de literatura viajera, que es posible, en ambos, descubrir y degustar su proteína visitando escenarios, paisajes y localidades de la mano del narrador o del poeta de una forma nueva, imprevista: captando sus olores, sus ruidos, su música, su esencia en definitiva.

Todo ello (y quizá mucho más, pero eso ha de juzgarlo el lector) está en Letras viajeras. En la palabra de otros he encontrado realidades conocidas convertidas en nuevas realidades. En mi palabra, un instrumento para gozar de ellas y para transmitir ese gozo a los lectores. En eso consiste, tal vez, el misterio de la literatura. Y no sólo de la viajera. Buena lectura.

Letras viajeras

Подняться наверх