Читать книгу Vulnerable - María Agustina Murcho - Страница 13
Los mensajes
en la niñez
ОглавлениеDéjame decirte, desde mi experiencia profesional, que todo lo que estás pensando y haciendo está poniendo en riesgo tu salud. Sí, ahora, siendo tan chica. Estas conductas pueden generarte un problema a corto, mediano y largo plazo. Incluso si ya eres adolescente, te invito a que te replantees aquellas conductas alimentarias que vienen afectándote desde tu niñez.
Tengo que mencionarte que las alteraciones de la conducta alimentaria generan complicaciones, justamente en la edad de la pubertad. Ya sea por dejar de comer, por comer muy poco o por los métodos compensatorios (como vómitos, ayunos, laxantes, diuréticos o ejercicio excesivo).
En la pubertad el cuerpo necesita cierta cantidad de grasas para poder generar hormonas y desarrollarse, es decir, para tener nuestra primera menstruación. Y, si no la tenemos, podemos llegar a no desarrollarnos o desarrollarnos mucho más tarde, y tener complicaciones a nivel hormonal. Además, la amenorrea (falta de menstruación) puede generar problemas en los huesos como, por ejemplo, osteoporosis.
Laura, una de mis pacientes, me comentaba que de niña le sucedía lo siguiente:
Nunca fui una nena gorda ni con sobrepeso, pero siempre fui un poco más “grande” que mi hermana. Mi familia le compraba ropa más linda a ella. A mí me compraban ropa con poco color, más holgada, para asegurarse de que no se me notara mucho el cuerpo.
Fui creciendo y, cuando iba de compras, yo misma elegía ese tipo de ropa, porque me habían enseñado eso. Jamás podía ponerme una falda o una camiseta con breteles finitos, y ni hablar de colores claros. Me enseñaron a tener vergüenza de mi cuerpo, pero lo raro es que la gente que me conocía me veía delgada, y yo pensaba que me lo decían para conformarme. Al mirarme al espejo, realmente me veía gorda, y hasta el día de hoy, vivo comparándome con mi hermana porque siempre fui “la gordita” de la familia.
Hice muchísimas dietas. Bajé mucho de peso y subí reiteradas veces, y hoy en día veo mis fotos de hace unos años y de cuando era una niña, y ciertamente no era una persona con sobrepeso, pero eso me hicieron creer toda la vida.
Los comentarios de la familia y las comparaciones son dolorosos, porque te condicionan y te hacen creer que no eres atractiva o eres menos que los demás.
Todo esto que le sucede a Laura tiene que ver con los comentarios que recibió durante su niñez. Por eso, en este tipo de tratamientos es fundamental incluir a la familia, si es posible. Esto no solo sirve para ayudar a nivel alimentario y colaborar con los cambios de hábitos de las pacientes, sino porque, además, en general, los TCA se dan en familias disfuncionales (donde puede haber padres separados que no se lleven bien, donde el hermano hace de rol de padre, donde la madre hace de amiga de la hija, donde una mamá puede cumplir el rol de hija, por ejemplo). ¿Qué quiero decir con esto? A veces, por ejemplo, no hay comunicación entre los miembros de la familia, y eso genera “maneras de hablar del cuerpo”, manifestando síntomas de un TCA. Entonces es fundamental que la familia participe en el tratamiento y, muchas veces, cuando la paciente va recuperándose y trabajando en la terapia, la familia empieza a comunicarse mejor y se modifica para bien.