Читать книгу Vulnerable - María Agustina Murcho - Страница 14
No es capricho
ОглавлениеHoy que tengo 32 años puedo decirte que maltraté mi salud desde muy temprana edad y que si hubiese tenido todo el conocimiento y la aceptación de mi cuerpo que tengo hoy, no hubiese pasado por situaciones tan críticas. Me pregunto por qué no hablé con mi familia a tiempo, por qué me dejé maltratar por mis compañeras del colegio, por qué no hablé con alguien en quien pudiera confiar antes de que todo esto me invadiera hasta un punto límite.
Hoy puedo comer y disfrutar de todo lo que como y de lo que vivo. Me doy cuenta del tiempo que perdía pensando en comida, comiendo, mintiendo, compensando. Si bien puedo tener una vida normal, me arrepiento de haberme perdido tantas veces las pastas de mi abuelo y sus empanadas de los domingos, cuando era chica. ¿Saben lo que hacía? Me llevaba mi yogur con cereales y, en ocasiones, cuando no aguantaba, además del yogur comía las pastas, pero con culpa. Siempre iba a lo de mi abuelo de mal humor. Era tal mi nivel de disgusto que él, unas semanas antes de fallecer, me preguntó si lo quería. Y es que siempre me veía enojada. Eso es algo que me quedó dando vueltas en la cabeza por años. Pero, por suerte, pude decirle que mi rabia no era con él, que yo era la que estaba mal.
En estos años, también me di cuenta de que mi carácter tan impulsivo y malhumorado tenía que ver con el hecho de nunca haber respondido de chica, de no decir lo que me hería, lo que no me gustaba. Por eso, hoy creo que contesto demasiado o peleo mucho justamente para “que no me pasen por encima”, como antes. A veces, es algo que me juega en contra. Estoy buscando el punto medio.
Te cuento todo esto porque, hoy en día, puedo ver con más claridad lo que viví. Y si estás leyendo este libro y estás pasando por lo mismo, tienes que saber que hay momentos importantes que te estás perdiendo y que no van a volver. Disfrútalos ahora. No los dejes pasar. Hoy puedes empezar a recuperarte por ti, pero también para compartir la felicidad de estar con los que te quieren.
Y, como puedes ver, las cuestiones psicológicas son las que más cuestan en estos trastornos. La comida es solo el síntoma y lo primero que se va, ya que el verdadero problema está detrás de nuestra alimentación.
Hasta el día de hoy trabajo mi autoestima cuando no me siento inteligente, cuando no me valoro y digo que lo que hago “es fácil” y que “cualquiera puede hacerlo”. Cuando no me pongo feliz por mis logros, cuando me siento inferior a todos. Y eso, no tengo dudas, me pasa por lo que me viví en la infancia. Ese es el momento en el que creamos patrones que luego nos cuesta modificar.
Mi consejo es que pidas ayuda si te sientes identificada con mi relato. No te dejes estar. Sé que da vergüenza hablarlo porque es algo que no se entiende. Es algo que no aparece en un estudio de sangre. Puedo compararlo con la depresión. Quien la padece no sabe cómo explicarla. La gente piensa que es “tristeza” y que la falta de ganas es vagancia. Pero nada más lejos de la realidad. Y con los TCA sucede lo mismo: se cree que son un capricho y que solo pasan por una cuestión de estética. Si les da vergüenza conversar el tema con sus padres, hablen primero con amigos y amigas. O, si son mayores de edad, acudan a un profesional especialista para que los/las oriente. No pierdan tiempo porque, el tiempo perdido, no se recupera.