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Configurando conciencia decolonial
ОглавлениеTambién cabe destacar la ausencia del reconocimiento del “otro”, que es mi igual, por sus derechos humanos, la poca aplicación de valores que fomenten el “respeto” en todas las dimensiones de la existencia, porque una sociedad en la que no existe el respeto es una sociedad que está condenada a autoinvisibilizarse, a autoflagelarse, a autodestruirse.
El respeto por las personas, por el medio, por la cultura, por la tradición, por los valores propios, así como por uno mismo; son la base para la formación del verdadero ser decolonizado.
La escuela no debe seguir aislada, al margen de las realidades, de las vivencias y culturas que hacen parte de su contexto; debe transformarse en un ente que re-eduque, de-construya, genere conciencia y provoque la participación de las personas de la comunidad en búsqueda del bien común y de la “felicidad”, como afirma Ortiz (2009b): “Fundando los cimientos de una estructura mental que proporcione el éxito y la felicidad en la persona que las aprenda y las aplique en su vida cotidiana” (p. 89).
La escuela tiene que cambiar su rumbo y marcar cambios para que la sociedad se transforme, solo a partir de la concientización de la formación del ser, del replanteamiento de éste, se puede partir hacia las demás transformaciones y la búsqueda de la identidad propia, por tanto, la escuela debe según Ortiz (2009a):
•“Desarrollar proyectos pedagógicos a partir de los procesos formativos y de la comprensión de la realidad.
•Fundamentar el trabajo como maestros desde una perspectiva histórica y cultural que posibilite, a la vez, reconocer y asumir la pedagogía como una unidad que integra los aspectos teóricos, prácticos e instrumentales.
•Realizar de manera intencionada, significativa y trascendente procesos sistemáticos de enseñanza y aprendizaje.
•Comprender el contexto en el que se desarrolla el estudiante.
•Comprender las conexiones e interacciones que afectan el proceso de formación del estudiante” (pp. 14-15).
Los docentes son eje fundamental en estos procesos educativos, son los orientadores, modeladores, potencializadores de mentalidades, su labor es base de cualquier proceso dentro y fuera de la institución educativa, y, por tanto, debe convertirse en eje articulador del currículo, de lo cotidiano, propio, pedagógico, político, axiológico, y epistemológico dentro de la educación. Para Ortiz (2013): “debes dedicarte al fortalecimiento de sus valores” (p. 14), pero sobre todo del valor, del respeto por sí mismo y por el “otro” que está a mi lado y, de forma inconsciente, consciente y por ignorancia, ha sido invisibilizado.
La pedagogía debe convertirse en reflexión y camino, en prácticas que cuestionen y desafíen lo que hoy se vive para poder adentrarse en ese camino y generar un cambio. Al respecto Walsh (2014) afirma: “Pedagogías que animan el pensar desde y con genealogías, racionalidades, conocimientos, prácticas y sistemas civilizatorios y de vivir distintos” (p.13).
Las pedagogías deben ir en pos de la autodeterminación, autoidentificación, autoconciencia, de-construcción de lo que es “dominante”, “avasallante”, impositivo, para darle paso a las posibilidades de todas las dimensiones del ser y el existir dentro de cada comunidad, donde se incite a estar, ser, sentir, existir, hacer, pensar, mirar, escuchar y saber de otras formas, reconociendo la existencia de “otros” y su validez (Walsh, 2014).
Las pedagogías deben convertirse en eje transformador de las sociedades, que modifiquen las políticas educativas, para que cada escenario se reconozca y redirija el cambio de lo impuesto y establecido (Walsh, 2014).