Читать книгу Arquitectura y género - María Novas - Страница 8
ОглавлениеLeer antes de leer o «la obra, instrucciones de uso»
Hablaré de la escritura de las mujeres: de lo que hará. La mujer debe escribirse: debe escribir sobre las mujeres y debe llevar a las mujeres a la escritura, lugar del que han sido expulsadas de forma tan violenta como de su propio cuerpo, y por las mismas razones, por la misma ley, con el mismo funesto objetivo. La mujer debe colocarse en el texto —al igual que en el mundo y en la historia— por su propio movimiento.
«Le rire de la Méduse»
Hélène Cixous, 1975
Toda publicación es una foto fija de su tiempo. Y esta que tienes entre tus manos es una muy concreta, situada y particular que, en el caminar del tiempo, me ha costado mucho aceptar y materializar. Será el primer libro en papel para mí, su autora. Y me enfrenta a mi yo anterior de manera radical. Creedme, en mi caso esto es algo nada fácil de procesar. Luego me acuerdo de Hélène Cixous y de los problemas que todavía arrastramos y me vengo arriba. Y así vivo día a día, asumiendo la montaña rusa, haciendo sufrir a mi editor.
Escribí Arquitectura y género: una reflexión teórica en el verano de 2014, a la edad de veintisiete años. Y lo hice relativamente rápido, con la ingenuidad de una estudiante más que buscaba ahondar en su trabajo fin de máster1 sobre un tema que le apasionaba. Recuerdo que por aquel entonces trabajaba como arquitecta en el Departamento de Urbanismo del Concello de Bueu desde el plan de prácticas de la Deputación de Pontevedra para personas recién tituladas. Por las mañanas, tocaba la inmersión en lo puramente técnico y legislativo del Plan Xeral de Ordenación Municipal, en pleno proceso de ebullición; y, por las tardes, el buceo por el feminismo filosófico y las apasionantes vidas de la otredad. Dos mundos paralelos, pero ¿en realidad tan distantes?
Las intersecciones entre la disciplina de la arquitectura y la teoría feminista han sido algo que siempre ha atraído nuestra atención, si bien nunca ha estado claro qué camino podían llegar a ser. Y escribo nuestra porque esta travesía nunca ha sido solitaria: la comenzamos juntas mi compañera Sofía Paleo y yo cuando ambas éramos estudiantes en la Escola Técnica Superior de Arquitectura de la Universidade da Coruña, en Galicia, de donde somos, pero donde no siempre hemos podido estar. Los pocos libros relacionados con el asunto en la biblioteca, los leíamos. Otros que llegaban a nuestras manos de manos amigas, los compartíamos. Las visitas a las facultades de Sociología y de Ciencias de la Educación ya no eran solo porque tuvieran mejor menú. Allí íbamos si había un curso o una ponencia, sin entender muy bien de dónde sacábamos un tiempo que nunca era lo suficientemente elástico. Luego, aquel primitivo blog de Dexeneroconstrución gestado entre A Coruña y Compostela vio la luz,2 y de aquellos polvos, estos lodos...
Cuando José Pons, editor de Melusina, me escribió en el verano de 2019 interesado en publicar Arquitectura y género, confieso que sentí vértigo. Desde mi posición como doctoranda de último año en la Universidad de Sevilla y docente en el máster de arquitectura de la Universidad Técnica de Delft en los Países Bajos, inmersa de pleno en el mundo académico, ahora todo me parece insuficientemente bueno. Publicar un trabajo de 2014, anterior al (extremadamente intenso) periodo de intensificación y globalización del debate feminista que ha tenido lugar sobre todo desde 20173 y que precisamente ha tenido especial incidencia en el mundo de la arquitectura, ¿tiene ahora sentido?
El trabajo es sin duda muy humilde, pero debo ser justa y reconocer que me fue útil en un momento en particular en el que ni siquiera sabía por dónde empezar. José me dijo: piensa que a otras personas también les puede servir, y ahí me rendí a la evidencia, todavía queda mucho por hacer y cambiar. Ahora el trabajo ya no contiene las preguntas a las que sigo buscando explicación, ni siquiera se corresponde con lo que a veces pienso —y cómo y desde dónde lo pienso—, pero sí es cierto que su publicación en papel puede constituir una referencia útil de un momento algo anterior a la ingente explosión de estudios e investigaciones en el campo de la arquitectura, que precisamente puede servir a contextualizar su evolución.
Por mi parte —afortunadamente—, he aprendido mucho en este tiempo. Arquitectura y género fue, sencillamente, una puerta de entrada; una foto fija de un momento inicial de un trabajo en proceso, invariablemente inacabado. Quien hoy escribe ha aprendido que los valores del feminismo son dinámicos, su jerarquía varía según el tiempo y el contexto y los pasos que se dan hacia delante y hacia atrás; se detectan, discuten y adaptan estratégicamente para subvertir de la manera más efectiva posible las situaciones de desigualdad. Las prioridades del feminismo hoy —de los feminismos— eran inimaginables hace tan solo unas décadas y, las de hace un siglo, ahora nos podrían parecer de la mínima radicalidad. Y esto no es necesariamente un hecho negativo; significa la superación de desafíos y la asunción de nuevos retos, o la adecuación a nuevas situaciones que el desarrollo tecnológico nos obliga a abordar.
Sin duda, este tipo de reflexiones me han ayudado a tomar la dramática decisión de materializar Arquitectura y género en papel, en un objeto perpetuo. Pero debo admitir que tampoco esto ha sido suficiente. Arquitectura y género es un trabajo realizado desde una perspectiva eurocéntrica, concretamente desde la de un lugar periférico del sur de Europa (Galicia) que mira anhelante a Occidente, y de la que básicamente parte mi conocimiento disciplinar. Por los sesgos de mi formación como arquitecta por aquel entonces, el trabajo no está lo suficientemente atravesado por una perspectiva interseccional que tenga en cuenta la teoría crítica de la raza, las teorías anti/post/de-coloniales o la teoría queer o de las disidencias. En ese sentido, todavía sigo (des)aprehendiendo. Pero sabiendo lo que ya sabía en el verano de 2019, os confesaré que, para poder publicarlo sin cargo de conciencia, me puse a trabajar de manera urgente en una revisión profunda del texto. El resultado fue paradójicamente contraproducente; un nuevo texto actualizado, con más datos, infinitamente más riguroso y cuyo número de páginas a mitad del proceso ya se había cuadruplicado. La idea original se diluyó, y entonces me enfadé conmigo misma por ser incapaz de hacer honor a su esencia, ¿no se supone que ahora escribo mejor? Luego intenté remediarlo, y el resultado ha sido este: una introducción posible.
Dilemas, paradojas y objetos perpetuos en un mundo fugaz. Y venga a rascar. Pero siendo justa, Arquitectura y género no solo me permitió titularme de un máster oficial universitario. Gracias a él pude comenzar a sumergirme en algo que cada vez se ha hecho más grande y complejo. De alguna manera, lo que con él empezó, lo ha inundado todo. Y como una especie de teoría viajera ha continuado tomando diferentes formas en los textos que escribo, en los dibujos que hago, en las personas a las que enseño. Estudiantes con tanto entusiasmo, siempre lo pienso, que me hubiera encantado haber tenido a mi lado cuando era una alumna más de una escuela gris con contadas mujeres maestras. La escuela gris que maldigo y amo sigue en el mismo lugar, pero a mí Arquitectura y género me ha abierto un mundo de posibilidades. Ahora que he tenido la oportunidad de llegar a ser la enseñante que siempre ansié, pero nunca tuve, se merece que me reconcilie con él.
Y así lo he intentado. Y a pesar de todos sus defectos, a lo largo de este tiempo he aprendido a valorar las virtudes de un texto que no estaba contaminado por mi actual yo —mayor y con más miedos—, y las tradiciones academicistas. Arquitectura y género fue un trabajo honesto, pensado como algo que a mí como estudiante me hubiera gustado leer, con un lenguaje accesible y no elitista. Fue creado en un tiempo en el que todavía no leía con soltura en inglés, y bebe principalmente de fuentes de culturas castellanohablantes, pone en valor una tradición iberoamericana que tan a menudo permanece en los márgenes de estudios en lengua inglesa, y esto es también una riqueza. Desde mi ingenuidad como ávida lectora —e inexperta narradora—, no buscaba autorías significantes, sino simplemente buenas ideas. Y tuve la buena suerte de encontrar algunas.
Ahora publico este texto que tienes en tus manos con el deseo de que algún día deje de tener sentido leerlo, porque significará que ha dejado de ser necesario.
No habrá mejor noticia que su transitoriedad.
De cando comecei a escribir este preámbulo no verán na casa,
En Argo Navis, Bueu, Galicia
16 de agosto de 2019
Toen ik in de lente met het schrijven van dit boek klaar was,
En Delft, los Países Bajos,
31 de mayo de 2021
1. Arquitectura y género: una reflexión teórica fue el trabajo fin de máster para la obtención del título de Máster Universitario en Investigación Aplicada en Estudios Feministas, de Género y Ciudadanía de la Facultat de Ciències Humanes i Socials de la Universitat Jaume I. El trabajo, que obtuvo una calificación cualitativa de sobresaliente, fue dirigido por la profesora titular del Departament d’Història, Geografia i Art Rosalía Torrent Esclapes.
2. A sumar a otras experiencias previas, el primitivo blog de Dexeneroconstrución se establecería definitivamente en 2012, hoy, Dexenero: dexenero.com.
3. En el año 2017 el movimiento feminista alcanzó niveles de influencia insospechados hace tan solo una década, ejemplificados en la elección de feminismo como palabra del año por el diccionario Merriam-Webster —tras haber recibido un 70 por ciento de consultas más en su edición online— o las históricas movilizaciones contra el acoso y la violencia sexual en las que destaca el caso de la manada en España (hermana #yotecreo), a las silence breakers del movimiento #metoo —reconocidas como «Person of the Year» en la influyente revista Time—. En ese mismo año, surgiría el éxito de una distopía contra la misoginia y los fundamentalismos con el estreno de productos culturales de masas como la serie de hbo El cuento de la criada, basado en la novela homónima de Margaret Atwood de 1985. Inmediatamente en 2018 y comienzos de 2019, la efervescencia latinoamericana se ejemplificaría en las masivas manifestaciones por la despenalización del aborto en Argentina (#SeráLey), el repudio a la misoginia de Estado y el asesinato de la activista Marielle Franco en Brasil (#MarielleVive), o la huelga del movimiento feminista contra el machismo en Chile (#LaHuelgaFeministaVa). El feminismo en Chile tendrá una especial virulencia con la iniciativa «Un violador en tu camino» iniciada por el colectivo LasTesis y replicada por miles de mujeres a lo largo del globo desde el 25 de noviembre de 2019, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.