Читать книгу El legado de Cristo Figueroa - María Piedad Quevedo Alvarado - Страница 6
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ОглавлениеCristo Figueroa nació en 1953 en Sahagún (Córdoba). Como maestro, crítico y teórico de la literatura, ha consagrado su vida a la formación literaria de profesores, críticos y escritores en todo el país. Es licenciado en Filosofía y Letras con especialización en Literatura, maestro en Literatura y doctor en Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana. Se vinculó como profesor a la Pontificia Universidad Javeriana en 1976 y se ha desempeñado como director encargado del área de Literatura, director del Departamento de Literatura y director de la Maestría en Literatura.
Igualmente, ha colaborado con instituciones culturales como el Banco de la República y casas de cultura en varias regiones del país, a las que ha sido invitado como conferencista y tallerista de quehaceres literarios, críticos y culturales. La labor académica y docente de Cristo Figueroa se expresa por medio de diálogos disciplinarios e interdisciplinarios en los cuales cree y a los cuales le apuesta de manera permanente como posibilidad de compartir saberes, de crear vínculos y de descubrir inquietudes y búsquedas análogas en los proyectos académicos, literarios y culturales del país.
También fue profesor y directivo de la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca por 30 años, así como catedrático en distintas universidades de Bogotá, como la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad de los Andes, la Universidad Jorge Tadeo Lozano, la Universidad Externado y la Universidad Santo Tomás. Su contribución como docente también ha sido notable en universidades regionales, como profesor de diversos programas de maestrías y doctorados en literatura y humanidades: Universidad del Valle, Universidad de Antioquia, Universidad eafit, Universidad Tecnológica de Pereira, Universidad del Tolima y Universidad Surcolombiana.
Para Cristo Figueroa, la docencia es una experiencia de vida en la que se tiene que dar lo mejor de uno mismo, lo más decantado de un saber y siempre hay que disponerse a buscar con los otros, búsqueda que implica riesgos. La experiencia docente ha de comportar más preguntas que respuestas, más deseos de conocimiento que posesiones de saberes congelados. Solo de esta manera la actividad docente es una experiencia de vida, un espacio de diálogo y una plataforma para colaborar en la construcción ética de la cultura, del conocimiento y de la historia misma.