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La historia de tu útero

El útero contiene toda la información que necesitamos, no solo para iniciar este camino, sino también para concretar el despertar. Información que proviene de la propia historia y la del linaje, que al hacerla consciente nos facilita los primeros indicios para empezar a trabajar.

Lo que sabes sobre ti es solo una porción pequeña de la totalidad de información disponible en tu cuerpo. Nuestras células tienen almacenada toda la historia, las vivencias y experiencias que han dispuesto nuestra realidad actual y también aquellas de nuestras madres y abuelas, y aún más atrás en nuestros ancestros femeninos.

En el contexto del linaje, la mujer que tiene la intención de despertar se hace receptora de la historia para poder iluminarla y transmutarla. En este proceso conocerás a través de tu útero a todas las mujeres que te precedieron. Podrás sentir que las dolencias y desarmonías que actualizas y sanas no son específicamente tuyas, sino que son vivencias del linaje que traes al presente para reconciliar.

Para ampliar la consciencia sobre la información que puede ser significativa en tu camino de despertar, te sugiero que te cuentes la historia de tu útero y realices una recapitulación. Recapitular significa recordar, resumir y destacar los momentos importantes de un relato. En la historia de tu útero hay momentos relevantes que puedes rescatar, traer a la luz y observar con una nueva perspectiva. Desarrollamos los ejes de la recapitulación a continuación.

El linaje de abuela, madre, hija

Comienza con la conexión de tu útero con el de tu madre y abuela. Recapitular esta parte de la historia implica conversar con ellas sobre sus úteros, cómo los piensan, qué ideas tienen sobre ellos, cómo fueron las relaciones que permitieron la continuidad del linaje, cómo se encontraban ellas en esos momentos, anímicamente, socialmente, etc.

¿Qué experimentaron esos úteros? Violencia, abortos, desconsideración, devoción, dolor, amor, placer, entrega… En la historia de tu linaje femenino hay mucha información que te puede ayudar a comprender tu realidad actual y tu relación con el útero.

Cuando una mujer queda embarazada de una niña, prolonga el linaje femenino iniciado milenios atrás. Dentro del útero de su madre se desarrollan los ovarios de la bebé, estos contienen todos los folículos que se convertirán, posteriormente, en óvulos. En la juventud de esa niña, cuando el útero y los ovarios se activen, alguno de esos óvulos será fecundado y se convertirá en otra niña. El origen de esta última niña se encuentra en su abuela, quien la tuvo en su útero como un folículo en el ovario de su hija.

Así es cómo transportamos la información del linaje en las células. En tu cuerpo están los registros de las vivencias de tu madre y de tu abuela y, en el de ellas, los de las mujeres que las tuvieron en sus úteros.

El hecho de que transportamos esa información implica que se la entregaremos a nuestros descendientes, mediante el ADN y la energía. Tu hija, si tienes una, recibirá la historia de los úteros de la familia, los traumas o dolores, pero también el disfrute, la libertad y el gozo. Si tú sanas la historia, traes a la luz lo olvidado y oculto y lo transformas en amor, liberas a tus hijas, a tus nietas y a todas las mujeres que continúen tu linaje.

Recapitular la historia del linaje es una oportunidad profunda de despertar, para ti y para todas las mujeres. Reconocer y reconciliarse con los sucesos pasados que han creado sufrimiento permite abrir el caudal de energía ancestral que nutre el útero desde el inicio de las mujeres, habilitando la potencialidad creativa infinitamente. Solo al tomar la historia familiar completa, con lo bueno y lo malo, la conexión útero-ancestros se restablece.

Realiza tu árbol genealógico

Es importante saber en qué lugar de las líneas de los linajes nos encontramos. Reúne la información necesaria y dibuja tu árbol genealógico, tanto de la rama materna como paterna, en lo posible hasta tus bisabuelas. Busca fotos, conoce a las mujeres, sus nombres, su historia, lo que puedas recabar de ellas: cuándo nacieron, cuántos hijos tuvieron, cuándo y de qué murieron, lo que te sea posible saber. Una vez que lo hayas plasmado en papel o de la forma que más te parezca, observa el árbol, deja que el linaje te cuente su historia, te cuente quién eres.

Si eres la primera hija viva de la primera hija viva significa que eres la receptora de la historia, por ende, su potencial sanadora. Está en tus manos abrir el camino, pero no es obligatorio que lo hagas. El libre albedrío es siempre respetado en el proceso de despertar.

Solo las mujeres vivas pueden recibir esta tarea, la de abrir la historia para sanarla. Cuando una mujer se muere, pasa la tarea a la siguiente dentro de la línea del linaje, puede ser una hermana, una hija o una sobrina. Esto sucede tanto por la rama materna, que es la historia principal del útero, como en la rama paterna.

En la rama paterna, si bien provenimos de un hombre, tenemos registros del útero de la abuela paterna como un relato secundario que en algunos casos conlleva también tareas de reconciliación. Y, si bien la primogénita de la primogénita es la receptora de meollo energético, todas las mujeres del linaje tienen la posibilidad de despertar y comparten la responsabilidad de sanar.

Los septenios de la vida femenina

Tanto las antiguas filosofías orientales como algunas teorías contemporáneas se refieren al desarrollo espiritual de la persona como un proceso que se realiza en ciclos de siete años. La medicina tradicional china se refiere también a cómo tales ciclos se encuentran vinculados con el útero y las hormonas femeninas.

Nacemos con el útero en estado lineal. Su vibración y potencialidad creativa se encuentran inactivas y la niña depende de la energía de su madre. Hacia los siete años de edad se inicia el proceso de activación y el útero comienza, progresivamente, a vibrar. Esta activación se completa hacia los catorce años con el inicio de la menstruación, momento en el que la niña se independiza energéticamente de la madre.

Siete años le lleva al útero estabilizar su ciclo, generar la ovulación y la capacidad de acoger en su interior. Para los veintiún años, la mujer es plenamente activa y fértil y lo seguirá siendo por dos ciclos, hasta los treinta y cinco años. El pico máximo de energía procreativa del útero se da alrededor de los veintiocho años.

A partir de ese momento, la energía comienza a retrotraerse hacia la transición. A partir de los treinta y cinco años los ovarios disminuyen su actividad y la calidad de los óvulos que generan. El útero también disminuye su capacidad de acogida y, a partir de los cuarenta y dos años, inicia el camino hacia la menopausia, momento en que la naturaleza energética del útero retorna a lo lineal.

Comprendemos que la principal función del útero durante la etapa cíclica es la de posibilitar la procreación, a través de la creación de la semilla y la generación del nido. Es una función de cualidad receptiva, interna, enfocada en un objetivo concreto. Cuando llega la menopausia, esta función del útero finaliza. Algunas de las capacidades energéticas transmutan y otras se profundizan, cambiando la función del útero a una más expresiva, externa, abierta a todas las posibilidades.

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