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PREFACIO

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La educación no es posible sin que se ofrezca al espíritu una imagen del hombre tal como debe ser. (…) Lo fundamental en ella es Kalós, es decir, la belleza en el sentido normativo de la imagen, imagen anhelada, del ideal.

(Werner Jaeger. Paideia: Los ideales de la cultura griega)

La colección denominada Salta en la historia política y cultural de la Argentina, que el Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos y la Universidad Católica de Salta han decidido editar en conjunto, responde a un propósito cultural y educativo de gran proyección: presentar un conjunto de obras breves que rescatan del olvido a una pléyade de salteños prominentes, quienes a lo largo del tiempo construyeron una tradición virtuosa y permanente; esta tradición modeló la peculiar forma mentis que caracteriza al hombre salteño orientando su peregrinar hacia el futuro, y además, contribuyó a forjar, en gran medida, la personalidad, los estilos y la singularidad propia de la comunidad provincial.

Los insignes hijos de Salta —hombres y mujeres que actuaron en los tiempos complejos de las guerras por la independencia— abrazaron nobles ideales y sirvieron a su país, aun a costa de sacrificios personales, cuando la patria requirió sus talentos y sus servicios.

El ejemplo más relevante de esta vocación patriótica lo encarnó MARTÍN MIGUEL DE GÜEMES, militar que lideró una gesta que puede ser calificada sin exageración como homérica; cumplida en defensa de la patria y de la libertad de América de Sud, comenzó en el momento crítico en que el gobierno de Buenos Aires se hallaba ante el inminente peligro de sucumbir, tras las dramáticas derrotas de los ejércitos argentinos en el Alto Perú. Tal actuación le valió ser considerado por el Dr. Dalmacio Vélez Sarsfield como uno de los grandes libertadores de América.

La Guerra Gaucha, a su vez, permitió el afloramiento de brillantes talentos guerreros, ciudadanos distinguidos que el desafío histórico convirtió en los «capitanes de Güemes». Entre ellos se destacó especialmente don LUIS BURELA, valiente estanciero que, despojándose de sus intereses personales, se puso a la cabeza de sus gauchos e inauguró en Chicoana la guerra de recursos. Otros lugartenientes de Güemes, fueron: JOSÉ IGNACIO GORRITI, DIONISIO PUCH, BONIFACIO RUIZ DE LOS LLANOS, APOLINARIO SARAVIA, JUAN GALO LEGUIZAMÓN, JUAN ANTONIO ROJAS, JOSÉ IGNACIO SIERRA Y JOSÉ ENRIQUE VIDT —un militar francés del ejército de Napoleón—, y entre las heroínas de esta gesta libertadora cabe recordar a MACACHA GÜEMES, quien lideró a las salteñas que sobresalieron por su devoción a la causa de la patria y por su eficacia en las tareas de inteligencia que requería imprescindiblemente la original y vigorosa estrategia güemesiana.

Hubo muchos otros temperamentos heroicos acuñados en la actitud de Salta que actuó como una «firme columna de la libertad», en el momento en que nacía la patria. En rápida revista podemos mencionar a CALIXTO GAUNA, el cabildante elegido por sus pares para viajar a matacaballos a Buenos Aires e informar al gobierno patrio de los manejos realistas del gobernador don Severo Isasi de Isasmendi. Fue también un estrecho colaborador civil de Güemes en el gobierno de la provincia.

El coronel JOSÉ MOLDES fue un relevante precursor del movimiento de Mayo y militar de actuación distinguida en el Ejército del Norte al lado del Gral. Belgrano; integrante de la sociedad secreta de los «Caballeros Racionales» que, junto a otros americanos —como JOSÉ y FRANCISCO DE GURRUCHAGA (1), Juan Martín de Pueyrredón, Carlos Alvear, José María Zapiola—, tenía el propósito de promover la emancipación de la América hispánica.

Los salteños tuvieron una presencia especialmente activa en el largo trayecto que el país transitó hasta lograr la organización nacional. Entre ellos sobresalen las figuras del Dr. MANUEL ANTONIO DE CASTRO, quien presidió el Congreso Nacional de 1824 y fue el fundador de la Academia Nacional de Jurisprudencia; el Dr. MARIANO BOEDO diputado al Congreso de Tucumán en el que ejerció la vicepresidencia cuando se declaró la Independencia. En el momento de sancionar la Constitución Nacional en 1853, el Dr. FACUNDO DE ZUVIRÍA, reconocido jurista salteño, fue elegido por sus pares en forma unánime para presidir el Congreso General Constituyente.

En el ámbito de la cultura nacional, es notable también la presencia de figuras salteñas de gran jerarquía que realizan un innegable aporte a la identidad y la singularidad genuinamente argentinos con sus estilos diversos. El listado es muy extenso, por esa razón y brevitatis causa solo mencionamos algunos nombres: JUANA MANUELA GORRITI, notable escritora; JUAN CARLOS DÁVALOS, quien dio origen a un fecundo linaje de poetas y artistas; LOLA MORA, la insuperable escultora clásica de trascendencia internacional; BERNARDO FRÍAS y ATILIO CORNEJO, máximos y prolíficos historiadores de Salta; y el Dr. CARLOS IBARGUREN, quien presidió tres Academias Nacionales, fue un escritor y jurista eminente y se desempeñó con especial brillo como Ministro de Instrucción Pública y Justicia del presidente Roque Sáenz Peña.

En uno de los momentos más dramáticos del siglo XX, cuando se desató la Primera Guerra Mundial, la República Argentina contó con la conducción sabia y firme del Dr. VICTORINO DE LA PLAZA —un distinguido hijo de Salta—. Este estadista afrontó decisiones complejas en un escenario bélico mundial lleno de asechanzas e incertidumbres y decidió mantener la neutralidad argentina a ultranza ante las naciones participantes en el conflicto.

Esta posición fue continuada por el presidente Hipólito Yrigoyen quien, siguiendo el ideario pacifista de don Victorino, al término de la guerra pidió un trato justo para los vencidos luego de proclamar: «Los hombres son sagrados para los hombres y los pueblos son sagrados para los pueblos».

En esa época de esplendor argentino, don INDALECIO GÓMEZ —otro notable político salteño— fue el alma y nervio que hizo posible la sanción de la célebre «Ley Sáenz Peña», que permitiría al país alcanzar el desideratum de la democracia plena.

El testimonio de estas vidas virtuosas nos permite afirmar que los pueblos solo cumplen su misión histórica cuando quienes los conducen poseen un temple sereno y enérgico, una acrisolada moral, una gran vocación de servicio, un claro programa prospectivo y una gran fe en el destino de su patria.

Los editores

Salta, febrero de 2021

1- José de Gurruchaga presidió en sus inicios la sociedad secreta de los «Caballeros Racionales» de Cádiz; Francisco de Gurruchaga fue diputado por Salta en la Asamblea del Año XIII. Él aportó el dinero y su experiencia de marino para crear la primera escuadra de guerra argentina.

Calisto Ruiz Gauna

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