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Calisto (o Calixto) Ruiz Gauna nació en Salta en 1748, como tercer hijo de don Juan Calixto Ruiz de Gauna o Gaona —que en el año 1772 obtuvo en propiedad el título de Alguacil Mayor de la ciudad— y de doña Josefa Báez. Desde chico ayudaba a su padre en las tareas rurales en la finca de Sumalao y en las actividades comerciales de la familia. Con la muerte de don Juan, en octubre de 1780, recibió por testamento, en partes iguales con sus hermanos, los bienes de su padre, entre los que se encontraba la finca ubicada en Sumalao.

Por decisión del rey Carlos III, otros aires comenzaron a recorrer las colonias americanas. El virrey Cevallos aplicó una serie de reformas profundas durante su gobierno; la medida fundamental fue el auto de 1777 para el comercio libre, por el cual se abrió el puerto de Buenos Aires. Esta apertura permitió al comercio de Salta un gran crecimiento.

La gobernación intendencia de Salta del Tucumán abarcaba las actuales provincias de Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca, Salta y Jujuy, con capital en la ciudad de Salta. Por real cédula del 17 de febrero de 1807 se incorpora a esta Gobernación todo el partido de Tarija, hoy perteneciente a la República de Bolivia.

Por su ubicación geográfica, se encontraba en el centro del virreinato del Río de la Plata, y era el punto neurálgico del tráfico de mercancías entre Buenos Aires y Lima, ya que las que llegaban al puerto de Buenos Aires desde la península eran transportadas en carretas hasta Salta, y de esta al Alto Perú y a Lima, o viceversa, en mulas.

En los extensos valles de Salta se criaban y engordaban las mulas para las travesías. En Sumalao, pueblo que se encuentra a unos 30 kilómetros de la ciudad de Salta, se realizaba una vez al año la feria de compra y venta de mulas más grande del virreinato, al punto que se tiene registro de haberse llegado a vender hasta sesenta mil ejemplares.

La ciudad de Salta, a fines del siglo XVIII y principios del XIX, tenía más casas de altos que Buenos Aires, y entre sus ciudadanos se encontraban algunas de las familias más ricas del virreinato, como los Moldes y los Gurruchaga.

Las actividades económicas más importantes en la provincia eran el transporte de las mercaderías a los distintos puntos del virreinato, el cultivo de tabaco, la cría y engorde de mulas, caballos y ganado vacuno.

Sumalao no solo era conocido por la feria de mulas; a mediados del siglo XVIII, se dio origen a la devoción del Señor de la Salud. Según relata la historia, el rey de España, Carlos V, envió hacia las Américas tres óleos de Cristo. Uno quedó en Cuzco, donde se lo venera con el nombre de Señor de los Temblores. El segundo está en Tacna, Chile, y el tercero era para la provincia de San Juan, en la Argentina. Cuando el Cristo «sanjuanino» salió del Cuzco, quienes lo llevaban a lomo de mula tuvieron dificultades al pasar por la provincia de Puno. Como no pudieron continuar, los viajantes dejaron el cuadro en la Parroquia de Vilque. Para cumplir con el mandato del rey, un anónimo artista cuzqueño hizo una réplica exacta del Cristo que fue enviada hacia el sur a lomo de mula.


Imagen del Cristo milagroso de Sumalao.

Sumalao era por entonces un paso obligado hacia el virreinato del Río de la Plata, y lugar donde se cambiaban las mulas y se realizaban ferias de trueques. Cuando los encomendados partieron hacia San Juan, uno de ellos tuvo que regresar porque se había perdido la mula que llevaba el cuadro. La encontraron en Sumalao, debajo de un algarrobo. Volvieron a recogerla y otra vez el animal se extravió y fue encontrado nuevamente en el mismo lugar, echada en el suelo bajo la sombra del mismo árbol y no pudieron hacerla levantar hasta que no sacaron el cuadro de su lomo. Esto se entendió como que el Cristo quería quedarse en el lugar y así comenzó una leyenda que perdura hasta nuestros días.

A principios del año 1779, además de sus actividades usuales, don Calisto se dedicaba a dirigir tropas de mulas a las provincias del Perú. Estos viajes duraban varios meses y sin dudas curtían el espíritu y el temple de los hombres. Durante los años siguientes fue ganándose la confianza de estos pueblos y sus conciudadanos.

En 1793 Gauna decide quedarse en Salta y dedicarse a su finca de Sumalao, a la realización de distintas obras en la ciudad y a la explotación de pulperías como la que estaba ubicada en la esquina de las calles del Comercio y de las Artes, que era la más importante.

Calisto Ruiz Gauna

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