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Aquel delincuente…
Оглавление2 Corintios 5:17: “Las cosas viejas pasaron, ahora todas son hechas nuevas…”
Trabajando en el periódico cristiano El Puente, recibí un día una carta muy especial. Cuando vi quien la enviaba me quedé helado. Era Carlos Robledo Puch, el delincuente más violento y más tristemente célebre de Argentina. Me escribía desde una cárcel donde está purgando una pena de cadena perpetua acusado de once asesinatos.
Como periodista, había seguido la escalofriante carrera de este muchachito rubio y carilindo proveniente de un barrio alto de Buenos Aires. No olvido aquel título en un diario que rezaba: “Otra víctima más del ángel de la muerte”. El ángel de la muerte: Así había bautizado el periodismo a este chico de unos 20 años que salía por las noches y dejaba un reguero de sangre a su paso.
La carta comenzaba diciendo “Querido hermano Marcelo, le escribo para contarle que he aceptado a Jesucristo como mi Señor y mi Salvador; y ahora sé que aunque voy a estar de por vida detrás de estas rejas, Él ya me ha liberado, ya me ha perdonado…y sé también que un día le podré dar la mano a usted en las Bodas del Cordero…”
Me quedé un rato largo con la carta entre las manos pensando en la forma en que este muchacho había entendido lo que es el perdón de Cristo. Que por más negra que haya sido nuestra vida, por más equivocados que hayamos estado, si nos arrepentimos genuinamente y lo aceptamos a Jesucristo como Señor y Salvador, Él nos limpia de toda culpa y de todo pecado. Y nos hace hombres y mujeres de bien. Solo hace falta una entrega verdadera. La misericordia de Dios hace el resto.
Oración: Padre gracias por haber establecido que la sangre de Cristo pueda restaurar aun las vidas más pecaminosas. Gracias porque eres el único que ha abierto una nueva oportunidad para los perdidos. Gracias porque es una realidad que Tú haces de nosotros nuevas criaturas.