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El evangelio azucarado
ОглавлениеLucas 9:23 “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”
Siempre hubo entre nosotros grandes franjas de cristianos que gustan de practicar un evangelio “azucarado”. Un evangelio que toma de la Biblia todo lo fácil, todo lo que se regala, todo lo que se ofrece, y desecha las obligaciones, los renunciamientos, las postergaciones del yo y todo aquello que debemos dar antes para acceder, después, a las bendiciones del cielo.
Se ha infiltrado en nuestras filas un “evangelio de liquidación”. “Venga y lleve”. “Aproveche ahora. Sólo hace falta creer y ya está. No le pedimos nada más”. Las radios están infectadas de programas conducidos por hombres más buenos que Dios. Ellos regalan sin ser dueños de la mercadería: “Dios te salva, te sana, te liberta, te acompaña, te consuela, te prospera, te bendice, te da, te da, te da,…” Pero ¿Y ese Dios no pide nada? ¡Ese no es el Dios de la Biblia! El Dios que yo conozco es el que dice también: “Vende todo y sígueme”: “Toma tu cruz y sígueme”. “El que pierde su vida la ganará”. El quiere motivarnos a ser maduros y santos. Y ese evangelio abaratado apunta a todo lo contrario, a que no nos condenemos por nada, ni siquiera por estar “coqueteando” con el pecado. A que vivamos como anémicos espirituales. Como miopes que sólo alcanzan a ver una parte de la realidad del Evangelio.
Oración: Líbrame Dios de buscar mi conveniencia en el camino del servicio. Quiero, más bien, hacer tu voluntad aunque ello me demande sacrificio.