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Consagración y luchas
ОглавлениеMateo 26: 38: “Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pasa de mi esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú”
Observo dentro del pueblo cristiano una actitud que debería modificarse ya que nos torna hipócritas. Muchos piensan que un cristiano realmente consagrado deber sentirse siempre victorioso y que debe esconder y disimular todo lo que sea dolor, duda, frustración.
“Mi alma está triste hasta la muerte” ¿Esto lo dijo alguien que no entendió el cristianismo? No, lo dijo Jesús.
Admito que no es tan fácil de comprender una sincera consagración a Cristo combinada con la inseguridad humana ante el fracaso. Es raro, pero yo lo he experimentando más de una vez. He vivido situaciones de mucha tristeza o preocupación o desánimo y sin embargo mi vida espiritual andaba bien. Quiere decir que una buena relación con el Señor no nos libra de tener momentos de angustia, de miedo o de duda.
No es fácil mantener esta postura ante tantos predicadores y escritores que omiten de la vida cristiana todo lo doloroso, todo lo árido y nos inyectan la visión de que somos santos sin problemas caminando sobre un campo de rosas plenos de serenidad y sonrisas. Nunca me olvido de un predicador que instaba a la gente a “mostrar los dientes” en señal de felicidad en el servicio. Para él, estar triste era casi como un pecado.
Sólo cuando reconocemos con toda sinceridad nuestra debilidad y dejamos de actuar para la gente, Dios nos toma de la mano y nos transfiere todo su poder para continuar hacia adelante. “Mi poder se manifiesta en tu debilidad” dice 2 Corintios 12:9. De esa manera, siendo auténticos y mostrando nuestro dolor, damos a Dios la oportunidad de bendecirnos con su poder.
Oración: Amado Señor, gracias por darme el valor para seguir adelante cuando manifiesto mi frustración o mi fracaso. Ayúdame a no testificar mintiendo y ocultando la natural fragilidad humana, sino enseñando a confiar en ti en todo. Gracias Cristo por habernos dejado escritas tus luchas y tus dudas.