Читать книгу Historia de la Argentina, 1955-2020 - Marcos Novaro - Страница 6
ОглавлениеIntroducción
Desde la caída del régimen peronista en 1955 hasta la primera década del siglo XXI la historia argentina lleva las marcas de la inestabilidad y el desacuerdo; de allí que contenga procesos políticos, económicos, sociales y culturales muy variados y complejos, que incluyen experimentos institucionales de todo tipo. La etapa en cuestión se inició con una sucesión de ensayos semidemocráticos o directamente autoritarios, y estos últimos terminaron por imponerse, volviéndose cada vez más prolongados, ambiciosos y violentos, hasta que su fracaso rotundo dio paso, a comienzos de los años ochenta, a la normalización democrática. El advenimiento de la democracia significó un hito fundamental en este largo ciclo de conflictos, y aportó un cambio de enorme importancia para el país, pero lo cierto es que, antes que poner fin a la persistente inestabilidad, apenas pudo ofrecerle un marco de contención –en cuyo contexto los aspectos económicos y sociales del problema incluso se agravaron–. Fue así como la recurrencia de la crisis terminó por imponer una cultura de la incertidumbre, que ha modificado la estructura misma de la sociedad forjada medio siglo antes.
Un país “sin rumbo fijo” en sus políticas públicas, en su inserción en el mundo y en las imágenes que produce de sí y para sí es un desafío para la comprensión que no pretendemos agotar aquí. Para echar luz sobre estos procesos nos proponemos ahondar en un dilema, surgido ya en el ocaso de la etapa anterior y que el peronismo había dejado en suspenso: ¿cómo lograr simultáneamente un régimen político legítimo y estable y políticas públicas que aseguren el progreso económico y social? En el transcurso de los años posteriores al golpe de estado de 1955 se intentaron las más disímiles respuestas a este interrogante. Y si bien algunas fructificaron durante un tiempo, a la larga resultaron insostenibles. El relato que presentamos a continuación, enfocado primordial aunque no exclusivamente en el proceso político, muestra una sociedad y un estado casi permanentemente convulsionados por la imposibilidad de conformar a la mayoría en uno de los dos términos de esa ecuación. O en los dos a la vez. No obstante, esa sociedad y ese estado fueron democratizando sus instituciones políticas y consiguieron, en mayor o menor medida, modernizar la economía.
Vistos desde una perspectiva actual, esos cincuenta y cinco años de la historia argentina, aunque inestables y complejos, no dejan de encerrar un cierto orden, una dirección. Esta orientación podría sintetizarse como el pasaje de un cuadro en el que la relativa igualdad e integración sociales convivían con una aguda crisis de legitimidad política, a otro en el que finalmente se resolvió la disputa sobre la legitimidad, pero la sociedad se volvió marcadamente desigual y excluyente. Los desafíos que conlleva este “resultado” obligan a una reflexión sobre el pasado que prudentemente prescinda de simplificaciones y maniqueísmos. De éstos y aquéllas la proximidad del Bicentenario, con el que se cierra el período aquí estudiado, ha dado aliento a algunos ejemplos particularmente intensos, que hemos buscado poner en cuestión y con los que abierta o implícitamente debaten las páginas que siguen.
Y es que la mirada obligada, desde un 2010 problemático y en muchos aspectos decepcionante, hacia el primer Centenario, cuando el país parecía haber completado con éxito las mejores previsiones de sus padres fundadores, da pie a dos interpretaciones polares: de un lado, la de quienes proclaman inspirarse en el modelo económico vigente en 1910 y celebran los indudables logros que el país podía mostrar en ese momento a sus habitantes y al mundo, y piensan en la centuria transcurrida desde entonces como “los cien años perdidos”; del otro lado, la de quienes, bajo el influjo del revisionismo histórico, tienden a responder que el Centenario no fue la maravilla que se cuenta, que dominaba entonces una pequeña oligarquía que había construido “un país para pocos”. Se recrea así una discusión que viene de largo: para los conservadores y liberales, Argentina habría perdido el rumbo cuando irrumpió el populismo de radicales y peronistas, que forzó el abandono de las políticas de apertura al mundo, economía de mercado y control de la movilización política de las masas, que tan buenos resultados habían dado; para los populistas de estos y otros signos, en cambio, el problema habría sido la “reacción conservadora y oligárquica” ante el incontenible avance de los sectores populares en su aspiración de compartir los frutos del desarrollo ampliando sus derechos políticos y sociales.
Entendiendo que estos relatos polares son más convenientes para hallar culpables que para brindar buenas explicaciones de lo sucedido, hemos buscado penetrar más profundamente en los problemas, intentando rastrear el hilo de los acontecimientos, no tanto en un supuestamente imparcial “término medio” entre ellos, como en los intersticios, dobleces y complejidades que tanto abundan en la historia nacional.
En la realización de este trabajo han colaborado los asistentes de investigación Martín Reydó, Emilia Simison y Hugo Hernán Bubenik. A ellos, mi sincero agradecimiento. Más en general, este trabajo está en deuda con el Programa de Historia Política del Instituto Germani y con el Centro de Investigaciones Políticas, en cuyo seno se desarrollaron los estudios que le dan sustento. Por último, debo agradecer a Luis Alberto Romero, director de la Biblioteca Básica de Historia de Siglo XXI, y a los responsables de la editorial, por haberme distinguido con la invitación a escribir este volumen de la colección.